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En todos los grandes campeonatos hay algún tapado. Llega de incógnito, haces sus bolos, muchos, y siembra la duda de si será capaz de ... aguantar hasta el final. Llamar tapado a alguien que ha sido campeón de España en cinco ocasiones puede sonar osado, pero lo cierto es que Rubén Haya no aparecía en los primeros puestos de los grandes campeonatos desde 2019. Ayer el camargués revolucionó el Nacional con la mayor bolada del torneo (147 palos), y no acabó como líder porque Víctor González siempre tiene un as en la manga y finalizó su concurso con un 'más doce' en las tres últimas manos para entrar hoy con cuatro bolos de ventaja.
En pocas ocasiones los favoritos habían estado en un margen tan corto tras la primera jornada del Nacional. Siempre hay alguno que pincha, que se descuelga, y otro que destaca por arriba. Esta vez, hasta los 133 de Rubén Haya convertían la segunda vuelta en una criba tanto por el podio como por colarse en cuartos, un logro que, a tenor de los años anteriores, podía superar de nuevo los 260 palos.
Los guerreros del corte arrancaron la tarde con esa cifra en lontananza. A por ella fue Iván Gómez, que en un concurso extraño, con media docena de bolas blancas de tiro y una chapa, arregló la tirada de birle para derribar 130 e imponer una primera barrera de 251 bolos. A tres con la última iba para igualarle Pedro Gutiérrez, que tiró dos e igualó una cifra que parecía corta para la exigencia de un campeonato. Campeón regional hace un mes en Oruña, el corraliego quizá era el que menos presión tenía para pasar, toda vez que su puesto en el provincial le asegura un puñado de invitaciones para 2024, entre ellas la del Banco Santander.
Los discretos registros de la sesión necesitaban un estímulo, una chispa que prendiera la llama y estimulase a los que venían por detrás. El encargado de ello llegó a Ontoria desde Bostronizo, se llama Pablo Lavín y corrigió sus errores al pulgar del martes para ponerse líder y, con sus 138 palos, completar en el global 270 bolos. Más que al corte, el jugador perteneciente a Andros llamaba a la puerta de los favoritos.
Con todo, el nombre de Pablo Lavín y, sobre todo, su cantidad de bolos, no eran un ogro para los aspirantes al triunfo. Sin embargo, cuando Rubén Haya completó el mejor concurso del torneo hasta ese momento, pese a una mano de once, a alguno se le tensó el cuerpo. El camargués no es un aspirante, es un campeón, ha ganado cinco veces el torneo y llegaba, además, con todo que ganar y poco que perder. 147 en octavos, 280 en el global y una amenaza que tras irrumpir en segundo plano ya tiene toda la atención del campeonato. En la otra clasificación, la de los mortales, Alfonso Díaz ponía ya el corte en 261, lo que le colocaba tercero en la tabla. Es decir, necesitaba el fallo de uno de los bolistas restantes para repetir.
El torneo se había acelerado. Rubén Haya había puesto el pelotón en fila de a uno cuando la carretera se ponía cuesta arriba y, ley de vida y del deporte, alguno se iba a descolgar ante de la meta. Fue el caso de Carlos García, que venía jugando bien en las últimas semanas y que estará en cuartos por el fallo del hasta ayer líder. En realidad, sólo Víctor fue capaz de resistir el ataque para, en la última mano, esa última mano que siempre es resolutiva, acabar con 140 y tomar el mando. Detrás fueron colocándose el resto: Salmón, Domínguez (que embocó en la primera y echó un caballo en la séptima) y Óscar González, que no encontró el pulso de tiro que había tenido 24 horas antes y sufrió para no descolgarse en la pelea por el campeonato. Ni siquiera el tiro largo, ni siquiera el birle acabó de funcionar y El Junco acabó con 126, a trece en el global del liderato. Su compañero en el mando tras la primera vuelta, Fran Rucandio, sufrió el mal de altura de los octavos de un gran campeonato y ni siquiera estará hoy en la jornada de cuartos.
Esta tarde, desde las 15.30 horas, llega el momento clave del curso. Una fase final para la que la organización ha reservado 100 entradas, que se venderán en la taquilla de la Santiago Galas, y para la que se recomienda que los aficionados acudan con tiempo. La bolera, con capacidad para 1.100 aficionados, amenaza con quedarse pequeña ante un cartel de altura para el torneo más importante de la temporada. La suerte ya está echada.
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Ana del Castillo
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