Un título inesperado que rompe la hegemonía de Peñacastillo durante los últimos cinco años

La temporada camarguesa, no era un secreto, giraba en torno a la figura del capitán de la nave. Jesús Salmón había devuelto en 2022 a las primeras plazas a una peña cuyo comienzo de curso fue irregular. Victorias en casa y problemas a domicilio, con derrota incluida en la Carmelo Sierra. Superar a Andros en Maliaño a las primeras de cambio impulsó su candidatura a ser, al menos, subcampeón. Sin hacer ruido, estuvieron a la sombra del líder hasta tomar el mando en los albores de una segunda vuelta a la que llegaron con un dos en el casillero de derrotas, el mismo número con el que han finalizado la competición. Una de ellas fue ante Los Remedios, el mismo equipo que les quitó el margen de error hace dos jornadas, un tropiezo que les ha obligado a ganar las dos últimas jornadas del campeonato.

Noticia Relacionada

El último baile acaba en celebración

Clave en el buen devenir de la cuadrilla han sido los veinte metros. En concreto, olvidarse de ellos. Ubicados en la distancia máxima en momentos puntuales, los camargueses se han hecho fuertes desde los dieciséis, una distancia cómoda para un equipo más birlador que tirador y que les ha permitido defenderse a su lado menos bueno, el pulgar, y ser la partida que más porcentaje de cierres ha acumulado en Liga.

Con Salmón mejor de birle que de tiro y con el rol de cada uno de los bolistas bien definido, Camargo ha sido un engranaje casi perfecto e inexpugnable en casa y en el que Pedro Gutiérrez se ha ocupado de que cuando sus compañeros cogieran las bolas el marcador tuviese ya al menos cuatro bolos; Alberto Díaz ha sido el machacador del primero en busca del emboque y Gabi Cagigas el hombre para todo. El de Ambrosero ha sido decisivo, como ese pelotón de reserva que en una batalla ayuda donde haga falta. De tiro, al pulgar y, sobre todo, de birle, Gabi ha respondido a la confianza que siempre le ha dado una peña campeona.