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Era una especie casi en extinción. En el oriente asturiano todavía se juega, y probablemente siempre se juegue, a bolo palma, aunque los bolos de élite se quedan huérfanos con la retirada de Miriam Velarde (Panes, 7 de junio de 1991), que cuelga las bolas ... después de una trayectoria ejemplar dentro y fuera de los corros y que provoca que Ico Núñez y Maika Rodríguez se queden como máximos exponentes del mundo de la madera en Asturias.
«Todavía lo estoy asimilando, a nivel competitivo la retirada será definitiva, aunque alguna bola seguiré tirando a nivel personal», confiesa Velarde, cuya última peña, la Bolística de Torrelavega, ya ha anunciado que tendrá su despedida de la entidad a pie de bolera. Un adiós temprano, con apenas 32 años, propiciado por el desgaste propio de la competición bolística. «Tengo la necesidad vital de emplear el tiempo en más cosas de las que hacía hasta ahora. Cuando compites te lleva un tiempo que, a veces, te lleva a un punto en el que necesitas oxigenar. Ha sido un proceso paulatino y ha llegado el día en el que he decidido parar para hacer cosas tan sencillas como no tener la cabeza en dos lugares al mismo tiempo».
Una trayectoria larga que se inició en La Plaza de Panes en una época en la que la bolera era centro de esparcimiento y reunión para jóvenes y mayores. En la que las partidas de amigos eran habituales y en la que, con afición, una niña podía empaparse de toda la sabiduría popular del juego en la calle. «Recuerdo vagamente estar con mi padre y tener unos bolos de juguete para trastear. También me acuerdo del primer concurso que jugué con los críos de allí, por las fiestas, de los nervios de tirar delante de todos».
Una época inocente, de juegos infantiles en la que los bolos cumplían un papel social que será difícil que vuelvan a tener. Por eso, será complicado que salgan jugadores de élite en la zona. «La mayoría de las licencias son de veteranos y de cuarta y no hay relevo generacional», se lamenta Velarde. Y eso que, y el calendario lo demuestra, las competiciones y el trabajo entusiasta de unos pocos no faltan en Panes, Noriega, Suarías, Pancar o Cué.
Aleccionada, sobre todo, por su padre, a Miriam le tocó dar el salto a las Ligas mayores y a Cantabria en 2011, cuando, por casualidad, una histórica como Mónica Pelayo se fijó en ella. «Todo comenzó en Panes, en un Campeonato de España de parejas de Primera. La dupla catalana no tenía compañeros para tirar y mi padre me dijo que les acompañase yo. Me vio Mónica, que fue a hablar con mi madre y le dijo que me viniera a jugar a Cantabria. Mi madre era reacia, pero Mónica mantuvo el contacto, empecé jugando circuitos y ya cuando, por motivo de estudios, me trasladé a Santander, di el salto».
Una trayectoria de pocos equipos (Suances y su paso efímero por Maliaño, Mazcuerras y Torrelavega) y en la que, a nivel de resultados, destaca su tramo final, en el que ha ganado dos Ligas y cuatro Copas con la Bolística. «Siempre he estado muy a gusto en las peñas en las que he jugado. Todos los títulos son especiales, con Mazcuerras estuvimos en varias finales, pero la primera Copa con la Bolística, que fue en la Carmelo Sierra, fue diferente». A nivel individual la de Panes se queda, por las circunstancias personales de ese momento, con el Regional Universitario alzado en 2011 y con el Memorial Marcelino Botín de 2021.
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