Lo que viene en bolos en 2024

En lo deportivo, eso sí, el curso será más de lo mismo. El juego necesita cambios, sí, aunque la estructura del calendario y del sistema de juego son, ahora mismo, el menor de los problemas que afronta el deporte. En el máximo exponente de los bolos hacia el exterior, la División de Honor, Andros estrena plantilla y proyecto en el cuarto asalto hacia su primer título de la categoría. En Las Fraguas, cual Mesías, aterriza un Jesús Salmón que viene de devolver la gloria a la otrora Puertas Roper, ahora Camargo, y que tendrá la tarea de mandar sobre el corro en una partida en la que, en los últimos años, el orden no ha acompañado al talento. Favoritos indiscutibles, con permiso del vigente campeón, su rival por el cetro afila armas en el barrio de Cañas, donde Víctor González lidera un proyecto de Peñacastillo al que se incorpora Mario Pellón, curtido en la Bolística y que tiene que dar el paso al frente que viene atisbando desde su irrupción en la élite.

El resto de la categoría es una incógnita. Riotuerto, Borbolla o Camargo deberían pelear por el podio; Pontejos, Casa Sampedro o José Cuesta por no descender y el resto por tener un año tranquilo, de esos que va entre la Copa y la decimosegunda plaza. La de 2024 será, a priori, la última División de Honor en la que desciendan dos partidas.

El 'Todos contra el fuego' se hizo famoso con los incendios como telón de fondo, pero en el mundo de la madera el calor se cambia por dos palabras: Víctor González. Rival a batir cada vez que salta al corro, todos contra Víctor sería un buen lema para describir el año 2024 que se avecina en la primera categoría individual. Lejos de ser un lema peyorativo, demuestra que el presente y el futuro son del de Guarnizo, que sin embargo lucha contra una generación histórica que se resiste a entregar la cuchara. A los Óscar, Salmón o Rubén Haya se unió el pasado curso Pedro Gutiérrez, que se llevó el título regional e impidió una temporada casi perfecta del mayor de los hermanos González. Será una temporada en la que la incógnita es ver si las generaciones posteriores dan el salto a la mesa de los grandes y son capaces de competir en los grandes títulos. Más allá de campeonatos y grandes torneos, el año 2024 volverá a contar con un circuito sobrecargado, un calendario sin tregua y con una estructura poco adecuada a la sociedad actual.

Muchos aspectos que celebrar y problema, importante, que solventar para una categoría que, paso a paso, empieza a sacar la cabeza. Las féminas tienen más visibilidad que nunca, juegan mejor que nunca, aunque todavía no cuentan con una estructura, en cuanto a tamaño, suficiente para navegar en aguas tranquilas. En las boleras hacen falta niñas, chicas, mujeres, integrantes en general para poder hacer bueno el trabajo que todos los estamentos hacen para tener el reconocimiento que merecen. El crecimiento de la Liga escolar femenina en 2023 es un gran paso para que, por ejemplo, las retiradas de Miriam Velarde o Laura Saiz no repercutan de manera ostensible a medio plazo.

En lo deportivo la categoría será, un año más, apasionante. Bolos, muchos bolos derribados, un elenco de bolistas capaz de ganar cualquier competición y dos peñas con aspiraciones a llevarse los torneos colectivos. Con todo, Iris Cagigas y Peñacastillo parten como favoritos y se echará de menos en las boleras el amarillo de Campoo de Yuso.

Tras año y medio de discusiones, la reestructuración de las Ligas Regionales por fin entra en vigor. Era necesaria, sí. Si va a ser suficiente o no y si está bien planteada lo dirá el tiempo. La modificación nace viciada por los problemas internos entre asambleístas casi desde el principio y porque, de entrada, se carga la categoría más bonita de los últimos años, la Primera, que pasa a ser una Segunda Especial con otro nombre y cuyo nivel, evidentemente, desciende. El segundo grupo en el escalafón bolístico pasa de un grupo de catorce a dos de veinte, una ordenación en forma de clasificación del año anterior y, sobre todo, reduce su exigencia al bajar un metro, de 19 a 18, la distancia máxima de tiro.

Una pérdida de exigencia que devalúa el producto y que se engloba dentro de un proyecto que busca dinamizar las categorías más bajas, que todos los partidos tengan algo en juego y que las peñas tengan el menor gasto posible. Al menos, eso dice la teoría.

Salvo sorpresa mayúscula, el periodo de Norberto Ortiz como presidente de la Cántabra tocará a su fin este año. Todo apunta a que será a finales de año cuando la Federación celebre unas elecciones que llegan con el gallinero revolucionado y con la necesidad imperiosa de sentar las bases de un periodo de estabilidad. Atado de manos por una asamblea que se rompió pronto y sin cumplir el punto fundamental de su programa, el de conseguir fondos para todos los estamentos bolísticos, el periodo presidencial del corraliego ha sido convulso, con problemas desde el principio y deja los bolos peor de lo que estaban.

Sin candidato definido, al menos una candidatura está en proceso de montaje para postularse a formar una asamblea que devuelva la paz social a un deporte que necesita, de momento, tranquilidad para afrontar los numerosos retos que le vienen en un futuro.