Cantabria presume de olímpicos

Olímpicos. Leyendas del deporte cántabro. Cada una de ellas con su propia historia de sacrificio, constancia y superación. Entre césped, pistas, canchas y tatamis se han dejado la piel para lograr una medalla que traer colgada al cuello a Cantabria y este jueves, en Sala Pereda del Palacio de Festivales de Santander, participaron en una charla- coloquio enmarcada dentro de la Semana Europea del Deporte que organizó el Gobierno de Cantabria. El objetivo era conocer de manera más cercana su trayectoria y valorar los éxitos en las distintas olimpiadas

Allí estaban los jugadores de Hockey Alex Alonso, Borja Movellán y Bernardino Herrera, que han participado en los recientes Juegos de París, el primero sobre el césped y los otros dos, ya retirados, como preparadores. A su lado, figuras tan emblemáticas como José Manuel Abascal, cuyo bronce en los 1.500 de Los Ángeles en 1984 sigue siendo uno de los momentos más gloriosos del atletismo cántabro. Las anécdotas se entrelazaban con cada detalle que compartía y el público escuchaba con un silencio casi reverencial. A veces se nos olvida que detrás de cada medalla hay una vida de sacrificio, de madrugones y de soledad, de luchar contra el cuerpo cuando este dice que ya no puede más. Y esa es una historia que se lleva escribiendo cien años en Cantabria, desde que José María Larrabeiti y Fabián Velasco salieron de la región para participar en los Juegos de París de 1924. Desde entonces, en torno a un centenar de deportistas cántabros han pasado por la cita deportiva más importante del mundo.

Una de ellas es Laura Nicholls, otra de las presentes. La exjugadora de baloncesto, que fue medalla de plata en Río 2016, era una fija en la selección y ahora se ha pasado al balonmano, precisamente la disciplina de Ángel Fernández, el implacable extremo izquierdo que conquistó el bronce en Tokio 2020. El de Astillero sonreía al recordar los partidos bajo una presión descomunal, aunque él solo recordaba la alegría de compartir el triunfo con sus compañeros.

El oro olímpico del futbolista Amavisca en Barcelona 92 está grabado en la memoria de todo un país, una medalla que fue una parada más en el largo viaje que fue su carrera. El judoca Fran Garrigós también fue aplaudido por su bronce en París y finalmente, Saúl Peña, un atleta que, desde el remo adaptado, ofrecía una lección de vida tan grande como sus hazañas deportivas.

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