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Marco García Vidart
Martes, 31 de enero 2017, 08:21
"Nunca había pasado tanto calor". Sergio Vega Merodio (Pumalverde, Udías, 1995) tendrá marcado para siempre a fuego su estreno como ciclista profesional. Porque fuego, casi de forma literal, es lo que respiró el cántabro en la Vuelta a San Juan, en Argentina. Antes ... del inicio de algunas etapas los termómetros marcaban 40 grados a la sombra. Poco consuelo cuando uno pedalea al sol por un asfalto que se derrite. "Al sol hacía 52 grados". Desde Udías, al infierno se va por Argentina.
Vega y sus compañeros del Unieuro Wilier Trevigiani partían desde Italia en el invierno europeo. "A cuatro bajo cero", señala entre risas el cántabro. Cruzando medio mundo les esperaba una Vuelta a San Juan en la que varios de los nombres muy ilustres del pelotón mundial también daban pedales para desperezar las piernas en este comienzo de temporada. El portugués Rui Costa, el holandés Bauke Mollema, los italianos Vincenzo Nibali y Elia Viviani, el belga Tom Boonen... Junto a ellos un chaval cántabro quedaba sus primeras pedaladas con los mayores. La localidad que da nombre a la Vuelta, San Juan, se encargó de darles la bienvenida el 23 de enero en forma de canícula: 33 grados. Vega salvaba ese primer día de profesional sin sobresaltos, al entrar con el pelotón en el sprint.
El calor argentino estuvo a punto de jugarle una mala pasada a Sergio Vega durante toda la semana. Porque desde el segundo día de carrera, el pasado martes, "lo pasé bastante mal por un dolor en la próstata". El sillín, debido al calor, era lo más parecido a un potro de tortura. Pero ni la chicharrera austral ni todos los dolores del mundo pudieron con la ilusión y el estado de forma del cántabro. "Por suerte las piernas iban muy, muy bien", destaca Sergio Vega. "Si no me hubiese bajado, seguro". El recorrido de varias de las etapas de la Vuelta a San Juan, plano y con mucho viento, acentuaba aún más la sensación de agobio. Los viajes a los coches de asistencia eran constantes. "Ni sé los bidones que he podido beber. Bajaba a por agua cada cinco minutos", añade el cántabro.
A toda velocidad
Por si fuera poco el tormento que caía del cielo, estaba la propia carrera. Y desde el inicio, el de Pumalverde ha visto cómo se las gastan los profesionales. "Ningún día la media ha bajado de 45 kilómetros por hora", afirma el ciclista del Unieuro Wilier Trevigiani. Aunque también se ha percatado de que los profesionales aflojan en algún momento. "A veces, hacíamos 50 kilómetros en la primera hora y 40 en la segunda". En ese primer día de estreno, Vega miraba de reojo y tenía cerca a corredores que hasta hace pocos meses sólo veía por la tele. "He estado cerca de Nibali, Mollema, el colombiano Gaviria... Estar con ellos da impresión". Pero la sorpresa duró poco. "Al segundo día ya ni mirabas". Vega jamás había corrido tantos días "a este ritmo", pero los entrenamientos y las carreras harán que se adapte pronto, "como ya hice en amateur".
A pesar del calor, los dolores y la inexperiencia, a Sergio Vega también le ha dado tiempo a dejarse ver. En la quinta etapa, el 27 de enero, los corredores recorrían 162 kilómetros entre Chimbas y el Alto del Colorado, un puerto de primera cuya cima está a 2.565 metros de altura. "En esa etapa estuve tirando del grupo 50 kilómetros", resalta un Sergio Vega que tenía libertad es un buen escalador para intentar aventuras mayores, "pero por del dolor que tenía nos vimos obligados a cambiar de planes". En las cuestas del Colorado se fraguó la mayor parte de la diferencia con la que Sergio Vega puesto 82 terminó en la general respecto al holandés Bauke Mollema, un peso pesado del ciclismo mundial que ganó el Circuito Montañés en 2007 y que será el líder de su equipo, el Trek Segafredo, en el Giro de Italia.
Del frío italiano al calor argentino, y ahora de vuelta a Italia para seguir con su calendario este próximo fin de semana. Un trasiego de viajes y aeropuertos que también forma parte del trabajo de ser ciclista. "De momento, lo llevo bien", concluye el chaval de Udías que estará un tiempo sin ir a casa. Cuando venga, en esas carreteras que se conoce de memoria, disfrutará de un clima mucho más apacible del que ha tenido en su primera semana como ciclista profesional. Pero ni un horno de aire y asfalto más propio del averno ha podido con la ilusión de Sergio Vega por terminar su primera carrera entre algunos de los mejores corredores del mundo.
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