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PEDRO ÁLVAREZ
Potes
Sábado, 18 de septiembre 2021, 08:17
En 1988 Pedro Delgado ganó el Tour. Las cubiertas de las bicicletas tenían entonces unos 18 milímetros de superficie; el mínimo para evitar el rozamiento, aun a costa de perder estabilidad. Los cambios, completamente mecánicos, estaban en el cuadro, se frenaba con zapatas y los desarrollos estaban más limitados. Una de aquellas bicicletas sería aún hoy un lujo para un cicloturista que ruede por el carril bici de una ciudad, pero no ya para afrontar retos más exigentes, sobre todo si sobre el sillín no hay un hombre Tour. Pero Bernardo Arias ha decidido, a sus 29 años, correr así la Lebaniega. Con una BH L92 Podium de aquel 1988. Cuadro de aluminio, un 52x14 como desarrollo máximo y un 42x26 en el mínimo. Un reto personal y solidario con el que pretende, a lo largo de los 107 kilómetros de los que se compone esta ya clásica marcha cicloturista, visualizar el trabajo de Cocemfe Cantabria en favor de las personas con movilidad reducida.
«He estado entrenando fuerte todas las semanas, porque veo que va a ser un reto bastante complicado. Son 107 kilómetros y sobre todo hay que pensar que son 2.000 metros de desnivel acumulado, que al final es donde falla esta bicicleta. No obstante, voy con mi hermano y un grupo de amigos, que me apoyarán y que también participan en la prueba». Como curiosidad, cabe señalar que las zapatas ya no se ven por el mundo... salvo entre los profesionales, porque es un sistema de frenado más ligero que el disco, de modo que por ahí sí tendrá Arias una ventaja, si se puede llamar así, porque el aluminio y otros compuestos juegan en su contra.
Pero, al margen del mérito de afrontar así la prueba, lo que importa es el motivo: «Desde niño -explica Arias- estoy muy concienciado con la gente que tiene movilidad reducida, ya que mi madre sufre este problema. Con esta iniciativa quiero ayudar a pedir una integración real de esa gente que realmente lo necesita, para que puedan hacer lo mismo que las personas que no tienen este problema. En el caso del ciclismo, que no tengan que pagar más, en muchos casos el doble, por una bicicleta.
La idea surgió el año pasado. «A mí me gusta mucho hacer deporte y comencé a colaborar haciendo el Camino de Santiago, desde Oviedo a Finisterre, con un tándem casero de dos bicicletas viejas que construí en casa en nombre de la Asociación Galván, que trabaja con familias con niños con cáncer en Asturias. Este año me apunté a la Lebaniega, mi pareja buscó alguna asociación y contactó con Cocemfe Cantabria. Así fue como surgió una colaboración que ha cristalizado en la pequeña gesta cotidiana que el asturiano afronta hoy en el que es además otro pequeño paso hacia el regreso a la normalidad tras el parón pandémico, que se llevará a cabo de nuevo condicionado por las medidas sanitarias y una limitación de participantes.
Serán unos 170, a menos que se produzcan bajas, los que tomen la salida hacia las diez de la mañana en Potes para recorrer los 107 kilómetros, con dos de desnivel acumulado y constantes rampas ascendentes y descendentes hasta regresar de nuevo a la capital lebaniega. Todo en una prueba en la que siempre resulta atractiva la clasificación general, pero que nunca se ha planteado como estrictamente competitiva.
En cuanto a las bicicletas para personas con movilidad reducida (no es el caso de la que montará hoy junto al Deva), el interés viene de lejos. «Montamos empresa de alquiler de bicicletas eléctricas, Astur eBikes, en Lamuño -en el concejo asturiano de Cudillero- y promovimos hacer una colecta para ayudar a las personas que utilizasen bicicletas adaptadas, porque son muy caras, y no nos podíamos hacer cargo de comprar una. La propuesta tuvo mucho éxito, y en una semana conseguimos el dinero para adquirir una handbike, que es una bici eléctrica para personas con movilidad reducida, y que prestamos de forma totalmente gratuita a quien la necesite. No nos está viniendo mucha gente a solicitar esta bicicleta, y por eso quiero participar en la Lebaniega; para que la gente con este problema sepa dónde estamos, y que puede hacer uso de ella y probarla antes de decidirse a comprar una, porque la postura y la manera de manejarla, no tiene nada que ver con el resto de bicicletas». De la prueba solo pide «acabarla». Pero no se engaña: «Estoy mentalizado de que va a ser con mucho esfuerzo, y espero que sirva para algo».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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