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Puede sonar a aberración llamar 'mayor' o 'veterano' a alguien que aún no ha cumplido los 24. Pero el ciclismo es quizá el deporte que más está cambiando a nivel mundial. Aquel paradigma de hacer un ciclista a fuego lento, con los 27 años como ... edad perfecta para su explosión, se ha quedado tan viejo como un fósil del jurásico. Con 20 años, a ganar el Tour de Francia. Y de febrero a octubre, a andar como tiros. Todas las carreras a cuarenta y pico por hora. Faltará por ver, porque eso no lo sabe nadie, cómo estarán los Pogacar, Vingegaard, Van der Poel o Van Aert dentro de cinco años con semejante trisca. Pero lo cierto es que ahora, todo es distinto a hace muy poco tiempo.
Sergio Trueba Cagigas (Heras, 13 de junio de 2000) se encamina a esos 24 años. Y en esta semana está igual de contento que ese Van der Poel que destrozó el Tour de Flandes. El mismo día que el portento neerlandés hacía su exhibición de turno, el domingo, Sergio ganaba la Clásica de Primavera, en la localidad vizcaína de Amorebieta. Su primer triunfo en el campo amateur. Y eso que lleva la friolera de seis temporadas con el maillot rosa del Gomur-Cantabria Infinita. El ciclista que más cursos lo ha vestido. «No sé si es bueno o malo», dice entre risas. «En la presentación del equipo dije que o no me quieren echar, o no saben dónde meterme». Más risas.
El de Heras volvía a levantar los brazos tras mucho tiempo. Echaba de menos algo que había hecho mil y una veces en su carrera. «Empecé en el ciclismo con siete u ocho años. Mi padre, Eduardo, siempre andaba en bici. Estaba con los cicloturistas de Camargo. Y le dijeron que si yo querría probar en las escuelas del Luyma». A Sergio le gustó el ciclismo y en su segundo año «empecé a 'rascar' algo», a ganar carreras.
«¿El típico niño de escuelas que lo ganaba todo? Pues era yo», afirma con otra sonrisa. «Varios Campeonatos de Cantabria, el de España infantil de gymkana, un Nacional cadete de ruta... Siempre he levantado los brazos en todas las categorías. Eso me ha motivado para seguir».
En 2019, Trueba llegaba al Gomur. Sin haber cumplido los 18. Un 'juvenil', como cariñosamente llaman en la escuadra rosa a los chavales de primer año. Y las victorias no llegaban. «En élite y sub-23 cuesta más ganar que en otras categorías. Los diez mejores corredores del campo amateur tienen un nivel profesional. Las diferencias las hacen cosas insignificantes». Sergio hacía muy buenas actuaciones, como el segundo puesto en la general de la Copa de España de 2021 o el triunfo entre los élite en la misma competición en 2023, pero faltaban triunfos parciales. Como cuando era más joven. «Alguna vez sí me preguntaba: ¿qué pasa aquí?. Parecía una barrera más mental que física, porque si tienes piernas para ser segundo o tercero, también las tienes para ganar. Pero también me decía que algún día llegaría. Siempre he intentado llegar a meta con opciones de disputar. Aunque otros días también toca trabajar para el equipo».
El cántabro ha podido constatar en estos años de amateur el cambio en el ciclismo. «Es que cada vez se va más rápido», apunta. Con Iván Cobo, ahora profesional en el Kern Pharma, gran amigo suyo y que llegó al Gomur al mismo tiempo que él, lo habla en los entrenamientos. «El material influye, pero yo creo que es la preparación. Ahora, un cadete tiene medidor de potencia, de pulso, preparador... Cosas que yo no tuve», añade. «La gente se 'profesionaliza' desde categorías inferiores. Sube escalones de dos en dos».
Trueba ha ido compaginando la bici con la carrera de Ingeniería Mecánica. «Ambas piden mucha exigencia», reconoce. En 2023, con ese triunfo entre los élite en la Copa, buscó una victoria con la que adornar «un buen currículum» e intentar el paso a profesionales. «Estuve en conversaciones, pero me fue imposible. Ahora, el salto está monopolizado por las canteras de los equipos profesionales. Y a mí, con mi edad, no me cogen esas formaciones de cantera», comenta. Los sub-23 son los preferidos.
Sergio no quería dejar la bici y se planteó su deporte de otra manera. Así, sin esa obsesión de saltar a profesionales que persigue a todos los recién llegados a estas categorías , Sergio Trueba se marcó como objetivo una temporada 2024 «sin presión de ningún tipo». En diciembre pasado avanzó con «cuatro asignaturas» de la carrera y sobre la bici, lo prioritario era «disfrutar». Así salió el domingo en Amorebieta, hasta que le dijeron desde el coche que la situación de carrera se ponía ideal para ganar. Su buen sprint le valió para levantar los brazos por primera vez en varios años. «Aunque para tener un buen sprint, en estas carreras también hay que pasar bien la montaña. Hay que ser un corredor polivalente».
Trueba no cierra la puerta, obviamente, a ganarse la vida con el ciclismo. A una llamada de un equipo profesional. «Lo que llegue, llegará. Pero no me estreso», añade con tranquilidad. Con su carrera universitaria ya en el último tramo, un empleo estable supondría el final de su etapa como ciclista. «Si sale un trabajo, se acabó», reconoce. «Además, la edad ya no perdona», apunta entre más risas camino de sus 24 años. Pero la veteranía en el pelotón, la paciencia demostrada en estos años y su estado mental, enfocado en ser feliz y en disfrutar sin presión de su deporte le han hecho encontrarse con aquel niño que no paraba de levantar los brazos en una línea de meta. «A ver si gano alguna más», concluye con otra sonrisa.
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