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«Toc, toc». Alguien llama a la puerta del autobús del Saunier Duval. «Somos de la Asociación Francesa contra el Dopaje. Venimos a comunicarles que su corredor, Ricardo Ricco ha dado positivo en un control antidoping». Era un 17 de julio de 2008. Fuera se vivía el bullicio propio de la salida de una etapa del Tour de Francia, concretamente la duodécima, que unía Lavelanet con Narbona, y en la que nunca tomaría la salida el Saunier Duval. Fue el final del cuento de hadas de un equipo que marcó tendencia y que hizo de la necesidad virtud; se convirtió en referencia mundial, formó a muchos de los mejores corredores de la pasada década, sumó más de 150 victorias y creció, con los presupuestos más modestos hasta discutir los triunfos a los más poderosos. Con todo por delante, el positivo de un corredor anárquico e ingobernable echó la persiana a un proyecto inédito y conmocionó el ciclismo. Se cumplen diez años sin el 'cohete amarillo' y hay quien aún no ha dejado de echarle de menos.
El equipo no tenía nada que ocultar y por eso se puso a disposición de las autoridades, sin embargo la orden de los patrones de la escuadra fue tajante: «El equipo se retira». De regreso a España, la escuadra fue retenida y sus equipajes revisados de cabo a rabo. Ni rastro de sustancias prohibidas. Ricco, por aquel entonces, ya había emprendido una huida de la que nunca pudo escapar, pero su insensatez le paró el reloj a más de cuarenta personas que formaban parte de un proyecto envidiable. El italiano fue sancionado a y aunque con sus declaraciones exculpó a su equipo y las pruebas dejaron limpia a la escuadra cántabra el 'cohete amarillo' se apagaría.
Un año antes (2007), los responsables de Saunier Duval habían negociado una posible salida del ciclismo vendiendo la estructura ciclista a la empresa alemana Vallant Group. Aquel escándalo aceleró la ruptura unilateral del contrato que la firma de calderas italiana había depositado años atrás en la UCI y al que le quedaban cinco temporadas más. Declararon: «Daños de imagen». Y punto final.
No obstante, aquel affaire no pudo con el amor propio y el tesón de un grupo que llevaba quince años creciendo sin descanso. Y aquel abrupto final no fue más que un punto y aparte, puesto que de una u otra manera el sueño no se detuvo por completo.
La temporada 2008, tras el Tour de Francia, la estructura correría con los mismos colores y con Scott American Beff en su maillot. Un año más tarde, pasaría a llamarse Fuji Servetto. La firma internacional Scott decidió dar un salto de calidad y abandonó el proyecto que pese a contar con el presupuesto más bajo del Pro Tour logró victorias sonadas como la etapa en la Vuelta a España del cántabro Juanjo Cobo. En 2010, como Footon Servetto, y con un ramillete de cántabros bien numeroso; Vidal Celis, David Gutiérrez, David Gutiérrez Palacios, Mario Gutiérrez… El equipo se deja ver y vence en el Tour Down Under, con Cardoso, o en el Tour de Francia con una escapada de Rafa Valls que concluye segundo por detrás de Chavanel en Des Rousses. 2011 sería el final del trayecto de una criatura que seguía con el embrión del Saunier Duval en su DNI. Fue la temporada en la que Juanjo Cobo ganaría la Vuelta a España con Geox TMC. Por sus filas pasaron ganadores del Tour de Francia, como Carlos Sastre; del Giro de Italia, como Denis Menchov… Tocaron el cielo con la demostración de bloque en la ronda española en la que el ciclista de Cabezón de la Sal le ganó a lo campeón la Vuelta a Chris Froome, el mejor ciclista de la última década.
Hoy se cumplen diez años sin que el color amarillo ilumine el pelotón, pero hasta que aquellos gendarmes llamaron a la puerta del autobús en 2008 su historia no es más que un ejemplo de superación, de apuesta por la juventud y del trabajo en equipo. La semilla de lo que posteriormente fue el Saunier Duval surgió en 1996 cuando un joven exciclista y enamorado de la bicicleta, Josean Fernández Matxin, dirigía el Pinturas Ripolín-Banaka, un equipo ciclista sub23 donde desplegaría las alas un tal Óscar Freire. Al director vasco le ofrecieron llevar un primitivo reducto del Saunier Duval en Logroño. Poco más tarde, la entrada en escena del desaparecido Félix Iglesias, empresario cántabro y exalcalde Alfoz de Lloredo, se convertiría en el interruptor del éxito. «Siempre fue por delante en conceptos de marketing, sinergias y en ver el potencial del deporte como soporte de la comunicación», describe el propio Matxin al que se le ilumina la cara recordando la ilusión con la que nació aquel proyecto.
Durante 1998, el equipo tendría la sede en Logroño, pero un año más tarde se vendría para Cantabria. «Pudimos establecernos en el País Vasco, donde la política fiscal nos habría ahorrado mucho dinero, pero Félix y Carlos Doria decidieron que era el momento». El 'feeling' con el Gobierno del momento en Cantabria y la complicidad con el consejero de Deportes, Francisco Javier López Marcano, propició que la sede se estableciera en la Avenida 1º de Mayo (Peñacastillo).
«Pasamos de ser el décimo o undécimo equipo amateur de España a 'Top 3», señala el vasco. Café Baqué, Kaiku, La Brasileña, Caja Rural… De los 22 corredores que pasaron por sus filas en 1999 y 2000, 19 lograron subir al campo profesional. Son las temporadas de David de la Fuente, Juanjo Cobo, Santi Pérez, Tino Zaballa, Fran Ventoso… Cada año, el proyecto se superaba y se daba una vuelta de tuerca. «Siempre trabajé con una libertad total. Félix confió en mí a ciegas y siempre tuvimos las cosas claras. Nunca me dijo ficha a este o ficha a aquel», sentencia Matxin.
En 2001 el escenario se reinventa; a través de Freire se firma un convenio con Mapei que dura una año y que serviría para que el excorredor profesional cántabro Herminio Díaz Zabala tomara las riendas tras un breve periplo italiano del propio Matxin con Mapei. Después de tres temporadas en el campo amateur, en 2004 llega el momento que marcó un antes y un después: «Hablo con Félix y con Doria y les digo que Saunier Duval es ya tan grande que debe plantearse el pasar a ser patrocinador principal y organizar un equipo con una mezcla de jóvenes y veteranos». Y así fue. Fue el año en que nació la UCI Pro Tour y la necesidad de acumular puntos para poder acceder a las mejores carreras del mundo llevaba a fichar a los equipo a algunos de los ilustres del pelotón. La escuadra amarilla superaría todas las previsiones; la primera carrera que corrió el equipo la ganó con el cántabro Fran Ventoso (Tour de Qatar). En 2004 llegarían las victorias de Juan Carlos Domínguez (Vuelta a Andalucía); 'Purito Rodríguez (Semana Catalana); Martín Perdiguero (Volta a Cataluña, Clásica de San Sebastián); Tino Zaballa (etapa de la Vuelta a España)… 26 triunfos. Imparable.
Aquello no había hecho más que nacer. «Nuestra idea era potenciar la base, dar oportunidades y destacar por el bloque. Dábamos espectáculo», destaca Matxin. Y con esa filosofía, el equipo cántabro volvió a dar otro paso adelante y apostó fuerte. En 2005, su presupuesto apenas ascendía a 1,5 millones de euros, el más bajo del Pro Tour y fue cuando llegó una oferta de una multinacional. La firma puso encima de la mesa ocho veces el presupuesto que hasta entonces manejaba la escuadra. El director vasco habló con Saunier Duval –con Félix Iglesias, el auténtico alma mater del proyecto– y de aquella reunión salió un contrato de ocho años que aseguraba la continuidad del proyecto hasta 2013. «Fuimos a la UCI a asentar el acuerdo y no se lo podían creer. Nunca antes nadie había oficializado un contrato tan largo nadie. Queríamos crear corredores». El despegue fue definitivo. «Había un compromiso moral con Cantabria y se respetó hasta el final», añade.
«Oigo nombrar a Félix y me emociono. Es el que confió en mí y el que vio a un chico con ambición. Es mi padre deportivo; él fue quien me dio la posibilidad de crecer, de mejorar de aprender y en parte todo lo que soy ahora se lo debo a él. Fue un genio, un adelantado que supo ver como nadie los verdaderos beneficios del deporte.Fue el alma, el corazón y todo lo que se pueda uno imaginar de aquel proyecto. Siempre pensaba más allá; cuando nació Saunier Duval él ya estaba pensando en el año siguiente.No paraba. Esa forma de ser me cautivó. Recuerdo cuando con el equipo en marcha yo recibí la oferta de Mapei y lejos de decirme que no me fuera me animó a que la aceptara y me dijo:'Vete, aprende y así cuando vuelvas estarás mejor formado'. Ni él ni yo nos metíamos en el trabajo del otro.Nunca me dijo qué había que hacer a nivel deportivo, de estrategia... Trabajábamos juntos. Él sabía que podíamos hacer cosas grandes y así fue. Con presupuestos bajos hicimos mucho y fuimos innovadores en muchísimas cosas.
Su apuesta decidida por la base, por dar oportunidades, por hacer que el ciclismo creciera desde abajo fue incontestable. Él veía cosas que no veía nadie. Le echo de menos y siempre le echaré.Estaré agradecido a él y a su familia de por vida».
2006 es el año en que David Millar gana la contrarreloj de la Vuelta a España a Fabian Cancellara por tan solo un segundo; Juanma Gárate vence en la etapa del Giro de Italia de San Pellegrino; Ventoso se impone a Zabel o Hushovd en la Vuelta a España; David Cañada se lleva la Vuelta a Cataluña y Marchante la Vuelta al País Vasco. El equipo con sede en Peñacastillo ocupó la segunda posición del ránking UCI Pro Tour hasta un mes de finalizar la temporada. Saunier Duval se convirtió en una fábrica de corredores que después de revalorizarse fichaban con contratos millonarios por los equipos más fuertes del pelotón como fue el caso de Purito o Tino Zaballa, que pasarían por ONCE, Kelme o Caisse d'Spargne. Pero también el lugar en el que explotaban algunos veteranos. Por aquel Saunier Duval pasaron Simoni, Chris Hornett (ganador de la Vuelta a España 2012), Ángel Edo, Bertogliatti... En 2007 se siguió apostando por los jóvenes con Arkaitz Durán, el cántabro Ángel Gómez 'Litu', Mejías…
Aquella temporada se superaron los treinta triunfos; cuatro etapas en el Giro de Italia con Piepoli, Iban Mayo, Simoni y un recién llegado Ricardo Ricco. El italiano había sido campeón de su país sub 23 y era una promesa. Vencería en dos etapas de la Tirreno Adriático y los mejores equipos se interesaban por él. Los cántabros Cobo y De la Fuente se llevaron la vuelta al País Vasco y el G. P. Llodio, respectivamente, mientras que Fran Ventoso se adjudicó tres etapas de la Vuelta a Castilla León. Un espectáculo constante. «Marcamos una forma de correr. Nos conocían y salíamos a ganar. Mandábamos a gente por delante. Teníamos opciones, aspirábamos a todo», describe Matxin. Crecer y crecer. Sin embargo llegó.
«El destino estaba escrito así, porque fue una concatenación de hechos sin sentido, sin explicación y fuera del normal funcionamiento de lo que habíamos previsto». Ricco nunca debía haber corrido aquel Tour de Francia, pero tres días antes de que la ronda francesa comenzase llegó la noticia: «Marchante, que era nuestro líder sufrió una colitis ulcerosa. Yo estaba de vacaciones en Croacia y tomamos la decisión. El Tour quería que acudiese Ricco». Lo que ocurrió a partir de ahí pertenece a la historia del ciclismo.
Lo que no se puede negar es que aquella escuadra amarilla marcó una época y sentó las bases de lo que ahora hacen los grandes del Pro Tour. Aquel profundo conocimiento del ciclismo amateur, la implicación por descubrir jóvenes talentos y darles la oportunidad de saltar al profesionalismo surtió un efecto mayúsculo. Tino Zaballa, Santi Pérez, Martín Perdiguero, Marchante, Cañada, Fran Ventoso, Juanjo Cobo… Diez años después aún se recuerda aquella forma de correr valiente y decidida.
Por lo que respecta a Cantabria, su desaparición dejó huérfanas algunas de las aspiraciones de los chavales que veían el amarillo como la referencia a su futuro. Muchos de los talentos cántabros se quedaron sin ese aliento de esperanza. Saunier Duval significaba una oportunidad. Sin embargo aquel borrón de 2008 no pudo con los profesionales que integraban la escuadra. Todos y cada uno prosiguieron su camino trabajando en el frenético mundo del ciclismo profesional. «Auxiliares, mecánicos, ciclistas… Todos encontraron acomodo, muchos de ellos aún nos seguimos viendo en las carreras e incluso seguimos teniendo un grupo de wastahp entre nosotros», confiesa Matxin. El director vasco, precisamente este año ha vuelto a la carretera como director del Emirates Arabes y en este Tour de Francia debuta como máximo responsable deportivo. Pero en su curriculum posterior a la salida del Saunier Duval figura también la dirección en el Lampre o la figura de 'scout' en el Quick Steep. Su carácter innovador le llevo a ser, precisamente, el primer ojeador propiamente dicho de este complicado deporte.
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