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Sonríe y aún se le retratan más los pómulos de la cara. Está seco. La Vuelta no hace prisioneros. Le llaman el Gorrión, pero en realidad parece un jilguero; le sobra pantalón y sus inseparables gafas le cubren la cara. Está contento. Abrumado con tanta ... felicitación: «Buena se ha liado». Además de Roglic, el ganador; de Pogadcar, la revelación y de Valverde, el extraterrestre... La Vuelta de 2019 será la de Madrazo. Después de once años de profesional ha conseguido parte de lo que buscaba. Lesiones, sinsabores y disgustos. Tiene encima de la mesa la renovación por el Burgos-BH, el equipo más modesto de España. «No todo es dinero. Aquí soy feliz».
-Es usted la alegría de la Vuelta ¿Qué le parece la que ha preparado con su victoria?
-Ha sido tan grande. No esperaba tanto revuelo. Los mensajes de felicitación, de agradecimiento que he recibido han sido un pila de ellos. Me han mandado mensajes hasta personas que nunca habían estado relacionados con el ciclismo. Otros deportistas como Dani Sordo o Álvaro González, el jugador del Olimpique de Marsella, por ejemplo. Me he quedado alucinado.
-Ahora que todo ha pasado, confiéselo, ¿en la salida de la Vuelta a España pensaba que iba a liar la que ha liado?
-Mi objetivo era ganar una etapa y la general de la Montaña. Estaba bien y sabía que podía luchar por ello pero de ahí a conseguirlo.. -ríe-. Al final he logrado el triunfo en la etapa y la Montaña casi casi. Me notaba bien. En la Vuelta a Burgos, una semana antes, ya vi que podía seguir el ritmo de los mejores, pero en las competiciones te puede pasar de todo, Puedes estar preparado al 100% y no hacer nada y cuando menos te lo esperas ganar. En una Vuelta de 21 días es difícil que no te ocurra cualquier cosa y quedes eliminado, un resfriado, una caída, una avería...
-Madrazo en fuga. Durante la primera semana el titular era siempre el mismo ¡Vaya piernas que tenía y que ganas de no ir en pelotón!
-Han sido más de 600 kilómetros escapado, más de 22 horas en fuga. Es una barbaridad, sin duda, pero es mi forma de ser y mi forma de correr. Creo que esta temporada he estado escapado quince veces y en la Vuelta, por supuesto, nunca me había escapado tanto.
-Y al quinto día llegó el premio ¿Su estrategia por la mañana era la de dar el recital que dio?
-La intención era escaparme de salida y puntuar en los primeros puertos. Llegar al kilómetro 100, puntuar y si era necesario dejarme coger y al grupo. Si en la escapada se metía algún compañero pues valorar si se podía trabajar para él o a ver qué pasaba. En el kilómetro 100 llevábamos diez minutos de ventaja y bajé al coche y hablé con Julio Izquierdo (director de Burgos-BH). Quedaban sesenta kilómetros y le dije una frase muy clara: 'No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy'.
-Y entonces arranca el último puerto camino de la meta de Javalambre con su compañero Bol y Herrada (Cofidis). Por detrás los favoritos aprietan el paso y ustedes a lo suyo. Recuerde cómo fueron los últimos kilómetros en los que mantuvo en vilo a toda la afición.
-Soy muy cabezón. Sabía que iba a ser difícil. En un puerto anterior me había quedado, pero ese día parecía que todo estaba hecho para que ganase. El coche del equipo me atropelló y casi me tira... Me conozco y soy muy explosivo y después de sufrir mucho llegó el último kilómetros y quise probar a Herrada. Me puse de pie y dije: 'venga, hasta la curva, no te sientes, que no te vea sentarte'. Y cuando miré para atrás vi que le había soltado.
-¿No cree que ganó una etapa que tenía en las piernas desde que pasó a profesionales hace once años?
-Quién sabe. Hay veces que la buscas y das al palo, otra veces sin esperarlo lo consigues. Pero ganar en la Vuelta es otra historia. Aquí no gana nadie que esté al 85%. Aquí sólo ganas si estas a tope y se dan muchos factores.
-¿Sabe si ganó más con su victoria o con la rueda de prensa que dio después? Se ha metido al aficionado en el bolsillo con su sencillez.
-(Ríe) Yo soy así. Me eché a llorar porque fue una tremenda emoción. Fue el triunfo de una vida, de tantos esfuerzos, de mi familia, de mis hijos, de mi equipo. Soy como soy y la alegría que sentía fue tremenda.
-Lo de la Play Station dio la vuelta al mundo. Por cierto. ¿Ya la ha estrenado?
-Sí, claro que sí. Pero mi mujer es dura. Hay veces que se me olvida poner la lavadora y no me la deja.
-Han pasado once años desde que probó en el ProTour con Saunier. Después pasó a profesionales con Caisse d'Epargne. Era el amateur más prometedor de España y después de cinco años en la estructura salió sin demostrarlo, ¿qué le pasó?
-Recuerdo que cuando fiché no me lo creía. Me daba todo igual; las tallas de la ropa, dónde correr... Era un sueño. No sé qué decir. Aprendí mucho, pero quizás mi forma de correr, agresiva. No me hacía la idea de que era profesional, comía poco y mal... Les agradezco todo porque gracias a ello tengo una casa, corrí en profesionales, aprendí y todos en el equipo me quieren. Me llamaron para felicitarme por la victoria.
-Decide marcharse al Caja Rural y posteriormente al Delko, dos equipos modestos. ¿Qué buscaba?
-En 2013, mi último año con Movistar, me rompí la rodilla y en 2014 pensé en dejar la bicicleta. No salía nada bien, pero mi mujer me ayudó. En 2015 conseguí mi primera victoria en el Gran Premio de Orditzia y luego en 2016, en la Estrella de Bessèges. Todo cambió. Me encontré cómodo, todo era familiar y la forma de correr era distinta. No se puede comparar con Movistar.
-Y decide volver a España, al equipo más modesto... Y le sale bien.
-Tenía otras ofertas, pero quise venir al Burgos-BH. Para mí no todo es el dinero. Aquí estoy a gusto, trato de ser alegre. Siempre dicen que todo va bien mientras Madrazo no esté triste.
-Ha ganado una etapa y tiene ofertas, pero parece que ya existe un acuerdo para renovar con el Burgos-BH, ¿es cierto?
-Sí. Falta firmar y alguna cosa, pero es lo que quiero. En un equipo como éste es más fácil ser ciclista. Yo estoy a gusto y el director lo está conmigo. En una semana lo sabremos, pero hay cosas que las antepongo para dar prioridad a la felicidad.
-Después de lo que ha hecho no sería descabellado su regreso a un equipo Pro Tour, a la élite del ciclismo Mundial, ¿no le entusiasma la idea?
-No es algo que me vuelva loco. Lo conozco, sé lo que es estar ahí y realmente en un equipo tan modesto como el Burgos-BH tenemos un calendario en el que está la Vuelta a España, País Vasco, Volta a Catalunya... A estas alturas para mí es suficiente. No me preocupa.
No le gustaba el ciclismo. Su padre, Zipri, apodado el 'Aguila', le alistó en un equipo para que hiciera algo. Estudio lo que pudo -«y me arrepiento, ojalá mis hijos estudien más»- y soñaba con salir del instituto para ir a entrenar «con la comida en la boca». Superó el récord de carreras ganadas en junior -era de Freire-. Pasó a profesionales con uno de los mejores equipos del mundo, el Caisse d'Epargne, pero ni entonces ni ahora dejó de ser el 'Gorrión de Cazoña'. Uno más, sencillo. Lo que se ve.
-Sí. Estaba siempre preparándolas. Era inquieto. En clase no paraba. Me vino bien la bicicleta. Me metía a la cama cansado (risas).
-Por el helado que me compraban al acabar.
-Un día Valverde y Purito me llevaron a hacer fondo. Cuando peor iba me dijeron que cogíamos un atajo. Era mentira. Volví al hotel con siete u ocho horas y reventado. No podía ni hablar.
-Mi mujer es lo mejor que tengo. Y mis hijos. Ella me ha apoyado en todo y es mi fuerza. Me gusta entrenar en grupeta, con gente. Les doy la oportunidad de que me sigan (risas).
-Se me pasó la fiebre de los coches. Me da igual una furgoneta que un Ferrari. Prefiero unas vacaciones. Ahora sigo una dieta, es normal, pero me gusta todo. Me encantan las lentejas. Y sí, el tiempo libre me lo paso jugando a los videojuegos. Cuando me deja la mujer (risas). ¡Ah! Me gustan las series de televisión, ahora estoy viendo 'Vis a vis'.
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