El Pico Jano doma su ascensión
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CICLISMO ·
El puerto que será final de etapa en La Vuelta el 25 de agosto ya tiene su subida y la zona de meta marcadas por la grava, a la espera del asfaltadoCuando empezamos a trabajar, subir hasta aquí era una aventura incluso con un todoterreno». Lo dice uno de los operarios que lleva mes y medio dando forma a los cuatro kilómetros y medio finales de la ascensión al Pico Jano de cara a la llegada de La Vuelta el próximo 25 de agosto. Los que van desde la presa del embalse de Alsa hasta la parte baja del de Mediajo. En el cielo de San Miguel de Aguayo. Antes era territorio para avezados especialistas de la bicicleta de montaña. Ahora, ya se puede alcanzar la futura línea de meta con una 'burra' de gravel. Y dentro de poco será una autovía para los amantes de la 'flaca'. Si los trabajos avanzan a buen ritmo, la próxima semana está previsto iniciar el asfaltado.
El llamado 'todo en uno' -compuesto de grava- ha tomado el último tramo de la subida. Un segmento con casi 300 metros de desnivel y una pendiente media cercana al 7 por ciento. Lo que antes era una cambera estrecha, de baches y barro según la época, ahora es una senda amplia que servirá de base a la carretera. «Qué cómodo se recorre ahora», destacaba un paisanuco que descendía del puerto con su reglamentaria vara de avellano. Es una visión. Quizá para los amantes de la naturaleza tanta actuación en plena montaña no sea algo bonito de ver.
El serpenteante trayecto arranca a unos 840 metros de altitud, donde las aguas del embalse de Alsa quedan a la izquierda. Y que terminará en el lugar designado para el final de la etapa y, por lo tanto, del puerto que podrán sufrir los amateurs dentro de poquito. Los operarios llevan una semana aproximadamente en la cima. La pancarta que elegirá ganador se colocará a 1.135 metros de altitud. Justo frente a la ladera que alberga el embalse de Mediajo. Unos 150 metros por debajo de la cumbre del Pico Jano. Allí, las máquinas ya han domado una amplia braña para albergar toda la parafernalia de la caravana ciclista. Los caballos y las tudancas observan resignados cómo unos monstruos metálicos les quitan el terreno que hasta ahora les pertenecía a tiempo completo. Las boñigas sobre el trazado son su particular forma de venganza.
1.135metros de altitud. En ese punto estará situada la línea de meta, sobre una braña que linda con la ladera que sustenta el embalse mediajo. Unos 150 metros más arriba está la cumbre del Pico Jano.
La idea, en cuanto se terminen los trabajos de acondicionamiento es comenzar el asfaltado desde arriba hacia abajo, para evitar que el trajín de los camiones que transportan el material deteriore la carretera ya terminada, que debe estar flamante para la esperada cita.
El efecto llamada no se hará esperar. Sucedió con Peña Cabarga o con Los Machucos. Hasta con puertucos del pelo de San Cipriano. Cuando La Vuelta anuncia, los ciclistas invaden. El asfaltado será el pistoletazo de salida, aunque ya son muchos los que han ido de avanzadilla. El viernes, un italiano preparaba su salida en Bárcena de Pie de Concha. En su maillot, 'Stelvio'. Se ve que le gustan las cimas y se animó a probar otra nueva, aunque de momento, en su fina montura, no pueda completarla.
Sí lo pudieron hacer un padre y su hijo, ambos con la indumentaria de Movistar, sobre sus bicicletas de montaña. Claro, la nueva parte de la subida al Pico Jano no es lo único. Antes, para llegar hasta allí, hay que afrontar la ascensión al embalse de Alsa. Cerca de ocho kilómetros para arriba, con 530 metros de desnivel positivo y una pendiente media del 6,9 por ciento. Apenas tiene descanso. Tampoco rampas dolorosas. Pero va acumulando cansancio para los algo más de doce kilómetros de puerto. En una zona de alta producción de energía eléctrica, a los ciclistas les harán falta watios para marcar diferencias en una etapa que será la sexta de la próxima edición de la ronda española.
El Pico Jano fue una montaña sagrada para cántabros y romanos. Para los romanos, el dios Jano era un ser con dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil. Y a los ciclistas participantes en La Vuelta les tocará afrontar una cara bien exigente. En la que además de la dureza de las rampas, se pueden encontrar otros elementos adversos. En pleno agosto, gran parte de la ascensión se realiza en zonas abiertas y de poca vegetación, así que no abundan las sombras de los árboles. Si hace calor, a sufrir. Pero como le dé por hacer malo, a la niebla le gusta meterse a dormitar entre las montañas de la Sierra del Escudo. En cualquiera de los dos casos, lo que más probabilidades tiene de aparecer por allí es el intenso viento en la parte más alta de la ascensión. Por eso en la subida hay alguna pancarta que dice que allí, «eólicos, no», porque hay a quien se le ha ocurrido que puede ser una buena idea poner unos cuantos molinos.
De lo que no hay duda es de que el cámara del helicóptero de la prueba tendrá donde recrearse. Y las cámaras dispondrán de un buen escenario para captar bellas instantáneas. Verde, montañas y, en el tramo final de la subida, el embalse de Alsa ahí abajo, a la izquierda de la carretera. Con el pantano del Ebro, al sur, al alcance de la vista desde la línea de meta si el cielo está de buen rollo.
12kilómetros, un poco más, tiene la ascensión al puerto desde Bárcena de Pie de Concha. Casi ocho hasta el embalse de Alsa y cuatro y medio desde ahí hasta la línea de meta de la ascensión.
Los primeros ocho kilómetros, los ya transitables, transcurren por una carretera, con varios pasos canadienses, que es de dos carriles porque tienen una raya pintada en el centro, pero dos vehículos entran justitos si uno de ellos mete rueda en la cuneta. Como alguno de los camiones que suben y bajan últimamente... Por eso, en esa subida hasta el embalse de Alsa se hará más complicada la presencia de público, salvo en algún tramo concreto, como en el Mirador de Jumedre. Bastante más espacio para los habituales de las cunetas tiene el agregado hasta la falda del Pico Jano, que además cuenta con curvas más pronunciadas, perfectas para el espectáculo.
Pese a todo, no tiene pinta de que la montaña sagrada de la parte central de Cantabria vaya a ser decisiva en la próxima edición de La Vuelta. Por la prontitud en el calendario y por la ausencia de rampas terroríficas. El propio responsable técnico de la carrera, el exciclista Fernando Escartín, que recientemente visitó el avance de los trabajos, tiene su particular quiniela para la sexta jornada del evento: «Un día con 180 kilómetros de recorrido y claras opciones para que la fuga prospere y llegue al final. La sucesión de Alisas y la Collada de Brenes operarán la selección antes de la llegada al Pico Jano. Un puerto inédito y largo, pero tendido, que puede descolgar a algún favorito si las fuerzas aflojan».
7%de pendiente media tiene la subida, aproximadamente. Se trata de un puerto largo pero tendido, con pocos descansos y con rampas que oscilan entre el 6 y el 10 por ciento en casi todo su recorrido.
Sin embargo, a su nivel, el puerto ya mostró en los años 80 que podía hacer daño en el pelotón. Aunque era otro tipo de ciclismo, más de sensaciones y menos automatizado por los datos. Pero en la extinta Vuelta a Cantabria, quien coronó en primer lugar la cima se llevó el triunfo final. Incluso Raymond Dietzen fue capaz de destrozar a todos sus rivales, a los que les cayó una minutada. Será el ejemplo a seguir para quien quiera poner la carrera patas arriba a las primeras de cambio.
Hasta entonces, el puerto será territorio para los amateurs, que buscarán sus propias sensaciones y, por qué no, pelearse por algún 'KOM' -King of the mountain- en Strava. Porque luego llegarán los gallos, cogerán la carreteruca que pasa por detrás del campo de fútbol del Torina y subirán como aviones para rendir tributo a la montaña sagrada.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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