Peña Cabarga reta a la Vuelta

"En ese kilómetro final me olvidé de la Vuelta, del contrato, de la clasificación general, del dinero. Éramos dos hombres frente a frente. Una montaña. Un calor de plomo. Y una sola meta: acabar con el otro. Esa cima tenía que ser mía. Nunca he sentido algo tan intenso", narra Froome. "Es un recuerdo muy especial para mí», apunta con su voz suave en una sala del Hotel AC, en Oviedo, donde descansó ayer en esta edición de la Vuelta. En su biografía titula así el apartado reservado a este puerto: Peña Cabarga, la leyenda. "Miré por debajo del hombro y vi que ya estaba solo. Esprintaba y contaba las pedaladas, una, dos, tres... Podía ganar la Vuelta. Ordené a mi cerebro olvidarse del dolor. Pero fue imposible. Había hecho un esfuerzo monumental. Había llegado al fondo de mí". Froome y Cobo, por este orden, llegaron juntos a la meta. "Éramos dos fantasmas. No me quedaba ni una pedalada", confiesa el inglés de Kenia. Esa escena es la de su nacimiento como campeón luego del Tour. Lo sabe y le gusta que hoy la Vuelta pase por ahí.

Ahora es tercero en la general, tras Quintana y Valverde. El colombiano le saca casi un minuto. Aún le tiene a tiro: falta mucha montaña y, sobre todo, la contrarreloj de Calpe (37 kilómetros). Eusebio Unzúe, director de Quintana, calcula que su líder necesita dos minutos y medio de renta sobre el británico. El colombiano, que ayer descanso en Quintes, asiente: "Tengo que aprovechar ahora que estoy bien para rascar más diferencias. En Peña Cabarga, por ejemplo". Quintana ha echado sus cuentas. Vio cómo Froome iba de menos a más en los Lagos de Covadonga, cómo le recortó tiempo en el tramo final. "Eso quiere decir que no me puedo descuidar. Hay que aprovechar las oportunidades". Se nota pletórico, pero no se fía de su cuerpo. "La tercera semana suele ser la mía, pero a estas alturas de la temporada se acumula la fatiga", apunta. Su objetivo es rematar a Froome; no dejarle que crezca.

Quintana tiene una ventaja. Al acabar el Tour se refugió en la altitud de Colombia. Descansó y preparó la Vuelta. Froome, en cambio, viajó a Río de Janeiro. Consiguió la medalla de bronce en la contrarreloj olímpica y, con el cambio de hora encima y sin casi pensar en la Vuelta, se presentó en la salida de Orense. En el Sky trazaron un plan: sobrevivir a la primera semana y emerger luego. Froome quiere ganar la Vuelta. Se le resiste. "Para mí, tras el Tour es la carrera más importante. Este año no he podido prepararla bien por los Juegos, pero ahora ya estoy en el buen camino", asegura el británico. En los Lagos de Covadonga ganó Quintana, pero tan feliz como él llegó Froome. Acababa de recuperar las piernas con las que en julio puso por tercera vez su nombre al Tour. Hoy en Peña Cabarga empieza la segunda mitad de la Vuelta. Confía en que sea la suya.

Cuatro en siete ediciones

La Vuelta no oculta su amor incondicional por el Pico Llen. Por ganas, incluirían a Peña Cabarga en todas las ediciones. "No queremos quemarla", decía en 2012 Javier Guillén, el director de la ronda española. Desde 2010, con la de hoy serán cuatro las veces que la carrera ha terminado una etapa con vistas a media Cantabria desde Peña Cabarga.

Un ya lejano 1979, Ángel López del Álamo se convirtió en el primer corredor de la Vuelta a España en ganar en la cima de Peña Cabarga. De sobra conocida por cualquier aficionado de la región al ciclismo y también al atletismo y a los rallies, ya que Peña Cabarga acoge competiciones de esos deportes para la Vuelta no volvió a contar hasta 2010. Un día azul a más no poder, la subida llena de gente y la victoria de un grande del ciclismo mundial como Purito Rodríguez, hicieron que a los organizadores de la ronda española se les pusiesen unos ojos como platos. Una subida corta, durísima, al lado de una capital... El puerto ideal para su nueva idea de ciclismo en la ronda patria.

9,2% de desnivel medio y muros del 20%

Los poderes de Peña Cabarga se resumen en dos cifras. Por un lado, los 5,9 kilómetros de recorrido. Y por otro, un muy respetable 9,2% de desnivel medio. En los tres primeros kilómetros, el puerto es honesto y cumple con ese promedio, ya que los porcentajes rondan entre el 9 y el 10%. Un pequeño descanso de apenas 400 metros sirve como antesala para rampas más propias del infierno. Muros de hasta el 20% aguardan en los dos siguientes kilómetros, con promedios superiores al 11%.

El líder, Nairo Quintana, estuvo hace pocos días tanteando el terreno, ya que no conocía la subida. Quizá Peña Cabarga no sea un puerto para ganar una Vuelta, pero sí para perderla en un día en el que se augura batalla. Esa que no se quieren perder miles de aficionados que tienen el día de hoy marcado en el calendario. Mochila con avituallamiento y ciclismo con lo mejor del mundo. El plan luce casi inmejorable.