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En el ciclismo siempre está abierto el debate sobre la conveniencia de conocer la carretera o no. Los beneficios de saber lo que te espera o mejor, 'ojos que no ven...' Sin embargo hoy en Camargo se podía palpar el orgullo de que los ciclistas reconocieran que Cantabria les es familiar. «Conozco todo esto de mi época juvenil. Corrí mucho por aquí. Y vi a mucha gente conocida en el Pico Jano», confesaba Juan Ayuso, el corredor del UAE que asombra por su calidad y sus 19 años. Pero no solo él recordaba su pasado más reciente por la 'tierruca' en la salida de la séptima etapa de la Vuelta a España, que montó el campamento en Camargo, junto al parque de Cros. «Hemos corrido muchas veces por aquí y conoces buena parte de las carreteras», afirmaba Mikel Landa, uno de los más aplaudidos por los aficionados que rodearon la zona de la salida buscando la mejor fotografía. Ruido de cadenas, aplausos, olor a crema de masajes, niños con gorras en busca de algún autógrafo... Las salidas de las carreras ciclistas, pese a los tiempos, tienen cosas que nunca cambiarán. A Landa lo aplaudieron, pero quien se llevó la ovación del día fue Chris Froome, el cuádruple ganador del Tour de Francia y que tanto cariño le dio a la Vuelta en sus mejores momentos. «Estoy muy a gusto aquí», dijo el británico, que protagonizó un duelo épico con Juanjo Cobo en aquella ronda de 2012. Camargo logró reunirlos otra vez a los dos.El 'Bisonte de la Pesa' acudió como un aficionado más, discreto repartió saludos y alguna foto con quien le reconoció, y se mezcló una década después de aquella batalla a pedales.
La dichosa mascarilla y los rescoldos de la pandemia impidieron que ciclistas y seguidores se juntasen del todo. El último perímetro estaba acotado por precaución y aquellos que querían testar las bicicletas o comprobar cómo son las casas rodantes de los corredores tenían que hacerlo desde la valla. Aún así todo estaba al alcance de la mano. «Ojalá hoy luzca el sol», se escuchaba en el parque de Cros de Maliaño decir en voz alta a Rigoberto Urán, el ciclista colombiano del Education First de la eterna sonrisa. «A ver, a ver cómo aplauden sus compatriotas», replicaba Juan Mari Guajardo, la voz de la Vuelta, por el micrófono y junto al podio agitaban las banderas de su Colombia natal un grupo de amigos.
Juan Ayuso
Jesús Ezquerra
Enric Mas
Entre la afición apareció vestido de motorista una de las parejas de moda: Iván Gutiérrez y Fran Ventoso. Los dos exciclistas profesionales cántabros que hasta hace muy poco estaban con el dorsal en la espalda. En esta ronda comparten sillín y no se atacan cuando la cuesta se empina. Y también Óscar Freire y Enrique Aja, Roberto Sierra, Fermín Trueba y un puñado de cántabros que fue protagonista sobre la bicicleta en la prueba más importante del país. El propio Efrain Gutiérrez le hace de chófer a Guajardo. Este viernes, en Camargo, tan solo un paisano podía decirlo. «Aquí estamos, es un lujo que cada año llegue la Vuelta a casa», admitía Jesús Ezquerra, ciclista del Burgos BH, el único de casa en esta edición y que se quedó solo en la víspera de arrancar cuando el dichoso covid le cerró las puertas a Ángel Madrazo, que era aplaudido sin estar. «Esta afición supera a todos, incluso a los del País Vasco», aseguraba con esa pizca de competición sana por la supremacía en las cunetas.
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El coche del UAE también fue de los más demandados en Maliaño. Por allí andaba Josean Fernández Matxin, el director de aquel Saunier Duval de origen cántabro que dejó huella. Atendió a todos los que le saludaron con esa cercanía de la que hace gala. Y allí también estaba la novia de Juan Ayuso, tímida, discreta y que palpaba lo que su pareja supone ya para el ciclismo nacional. «Hay que darle tiempo, pero ayer –por el jueves en Pico Jano– ya demostró lo que lleva dentro», decía su director.
Y la carrera salió con puntualidad inglesa al filo de las 12.20 horas de la mañana. Cruzó el parque de Cros y se fue camino de Torrelavega, «por la carretera vieja» como recordaban los presentes en el protocolario corte de cinta de las autoridades y organizadores. Y es que Camargo no falla. Su apego por el ciclismo viene de lejos, de ahí que muchos de los que se pusieron un dorsal ya conociesen el escenario.
Y tras la neutralizada y el banderazo oficial, la ronda abandonó Cantabria desde la costa para adentrarse en las montañas. A la caravana de la Vuelta se la esperaba con expectación. Fue digno de ver cómo se mataba el tiempo mientras los corredores llegaban. Cabezón de la Sal, Unquera, La Hermida... Potes. «Aquí estamos con todo preparado desde hace tiempo», explicaba uno de los 'expertos' en montar un improvisado merendero en Castro Cillorigo. Mesa amplia, pan, embutidos, carne... Buenas viandas a pie de carretera. Todo un privilegio tener la casa en primera línea y poder montar en la terraza un plató de televisión al paso de los ciclistas. «Aquí, con la tele lo vemos y cuando pasen nos levantamos», describía Álex, uno de los dueños del 'merendero' montado en Tama.
En Potes los turistas se encontraron con una sorpresa añadida a su cómoda estancia. Aprovecharon para llenar las cunetas y dar la bienvenida a los corredores. La capital de Liébana fue el lugar elegido para que los auxiliares de los equipos avituallaran a los suyos. «Es el mejor sitio para ello. Apenas en un kilómetro arranca el puerto y con este ambiente no hay nada mejor», afirmaba uno de los encargados de dar los bidones. Y en la subida a San Glorio Cantabria se despidió de la Vuelta a España –hasta el año que viene– a lo grande. La espectacular estampa que se observa desde la serpenteante carretera es una prueba más de que la tierruca tiene de todo. Y allí, en las cuentas, caravanas, cenadores, terrazas improvisadas... En la cima no había espacio para nadie más. Cada vez hay que adelantar un poco más los planes para ver ciclismo si no se quiere uno quedar sin vistas.
«Este espectáculo y este cariño es muy bueno para el ciclismo español. Da gusto correr así», decía Enric Mas antes de partir para León. Camargo se dio una vuelta más.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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