Secciones
Servicios
Destacamos
Y entonces la lluvia empezó a caer, pero a nadie le cogió por sorpresa. Cuando la Vuelta a España llega a Cantabria, el aficionado de turno rescata un kit de supervivencia. En Arnuero ya se barruntaba, y pese a que salieron secos, por Santander aparecieron ... empapados. Tanto los ciclistas como los de a pie de carretera, a quienes cuatro gotas no les iban a dejar sin su peregrinación habitual.
En la Estranguada se acumuló el mayor número aficionados. El ciclismo de cuneta tuvo este miércoles un lugar nuevo para a puntar en su libreta. Nunca antes había pasado la Vuelta por aquellos lares, donde apenas hay un par de metros entre el que mira y el que sufre, así que lo que se vivió por allí fue de postal. Desde Esles hasta el arranque del novedoso puerto, no cabía un coche más. Cualquier recoveco, cualquier esquina sirvió de cobijo para esconder el coche y ponerse en marcha. Mochilas y bolsas y a caminar.
Noticias relacionadas
Aser Falagán
A pie o en bicicleta y con paraguas. Porque para entonces, lo de la lluvia ya era una compañera más. Los que desde Arnuero se fueron a casa a ver el final no se mojaron. Eso sí, se perdieron esa magia que solo se puede sentir cuando se escucha el jadeo del ciclista tan cerca o el ruido de las cadenas al cambiar de piñon. Eso, solo lo sintieron los que echaron mano del paraguas.
La carrera tuvo casi de todo. Porque cuando pasó por el puente de Pedreña, apenas con diez kilómetros en las piernas, ya se notaba que las cunetas estaban llenas. La panorámica, que con el grupo saliendo de Somo se llevaron los primeros selfis de la jornada, fue digna de destacar. Desde la pedreñera saludaban el paso de los ciclistas a mil por hora al cruzar la localidad costera camino de las montañas.
El posible caos ordenado que se esperaba en Santander (que al final no lo fue tanto) no se vio en la comunidad autónoma, donde todo circuló con precisión suiza. La caravana de La Vuelta a España es tan larga que el anunció de que llega el lío pone en guardia al personal mucho antes. Era curioso ver cómo por Pontejos, Astillero y Sarón los aficionados salían de los portales, asomaban en las terrazas de los bares o simplemente se agolpaban en las ventanas o en los balcones de las casas. El estar en primera línea de carretera tiene sus contras, pero ayer eran todo pros, porque la entrada era de palco.
Noticia relacionada
De Sarón a el Alto de San Vicente, previo al pueblecito de Esles donde el cabrito es religión y donde comenzaba la fiesta vertical. Allí, en las curvas y recurvas tan famosas entre el mundo ciclista de Cantabria, se congregó buena parte de los amantes de todo. Del deporte, de la emoción y del ciclismo. Fue uno de esos lugares donde realmente se vive el ciclismo. En la cima se arreglaron entre todos para hacerse hueco. Por un lado los coches de los auxiliares de los equipos preparados para vituallar a los ciclistas y con chubasqueros en ristre para mitigar el agua a quienes se lo pidieran. Por allí se vio pasar a Marc Soler con uno en la boca que él mismo bajó a buscar al coche.
El ganador la víspera en los Lagos de Covadonga se dio un calentón para recuperar su sitio justo antes de que la Estranguada se comiera a los escapados. Allí también plantaron la caravana un par de holandeses que llevan casi dos semanas de viaje. Comenzaron en Lisboa esta aventura y la acabarán el domingo en Madrid. «Hemos seguido el Tour y ahora La Vuelta. Ya lo hicimos hace unos años y ahora otra vez», señalaba Otto Van Gass, 66 años, operario ferroviario a tiempo parcial hace unos años y ciclista con carné. Lo fue de joven y lo sigue siendo de... menos joven. Junto a su pareja se afana en enseñar la bicicleta en la bodega de la caravana, que está aparcada en Lloreda, justo donde arranca el repecho de casi dos kilómetros que sirvió de aperitivo al coloso del día. Y allí también, en la cima se juntaron chavales en bicicleta, parejas con un termo de café que compartir y el dueño de la finca que salió a ver qué pasaba.
En la peligrosa bajada hasta San Roque de Riomiera no había tanta gente. Las vacas que pastaban a sus anchas arqueaban las cejas en señal de extrañeza por tanto revuelo. Afortunadamente no hubo nada que lamentar y eso que la lluvia hacia presagiar peligros. El Caracol, acostumbrado al paso de los ciclistas –el día antes subieron por allí los junior en la Vuelta a Cantabria– también citó a unos cuantos amigos con paraguas. Sin ningún lugar en donde cobijarse en la cima del puerto, los que resistieron fueron los pertenecientes a la segunda ola de auxiliares. Los que volvieron a ofrecer un chubasquero amigo a sus pupilos, Allí, Alejandro Valverde bajó a buscar uno por no tenerlo a mano y perdió toda opción de ganar la Vuelta a España, la de 2008.La historia está ahí para recordárselo. Se llevó una bronca que nunca olvidará.
En Selaya, los del dorsal no tuvieron tiempo para los sobaos, pero seguro que se los habían encargado a los compañeros. Los del Bora, Alpecin y Movistar –claro estos últimos se lo sabían– salían de la tienda con bolsas repletas de postres pasiegos. A nadie le extrañó, ¿quién pasa por Selaya y no para a ver qué se ofrece?
Y de nuevo a la ruta, Sarón, Vargas, Renedo... ¡Vaya¡ 'Otro muro', debieron pensar al llegar al Perujo, esa trampa que une Arce con Boo, apenas 600 metros pero empinados. Allí también se pobló de amantes y curiosos. Los escapados pasaban bufando y con el aliento en el cogote de un pelotón con la calculadora para echar abajo la fuga. Vaya algarabía de aplausos, ánimos y ruido de cadena entre piñones. La lluvia puso complicada la entrada en Santander. Las rotondas y las marcas viales en el suelo son el coco para los que ruedan sobre cuatro centímetros de tubular a más de sesenta kilómetros a la hora. Aplausos en La Albericia para recibir en la capital a la ronda. En la terraza del Remigio y en la puerta de El Marcial se llevaron los primeros ánimos de una ciudad que llevaba 21 años sin recibr a los ciclistas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.