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La de este martes ha sido su primera mañana tranquila desde hace bastantes días. En la que no hay que hacer un desayuno de deportista de élite, acudir a un control de firmas y empezar a dar pedales como posesos. Ángel Madrazo (Santander, ... 1988) y Jesús Ezquerra (Treto, 1990) este martes no se han puesto su ropa de trabajo, el uniforme de ciclista del Burgos BH. El domingo, al cruzar la última línea de meta en Madrid, los dos cántabros terminaron la Vuelta a España -otro cántabro, Fran Ventoso (CCC), tuvo que abandonar en la quinta etapa-. La gran cita para su equipo y que ha sido «rápida», «bonita» y sobre todo, «segura» en lo que concierne al maldito bicho, coinciden ambos. La mejor forma posible de cerrar una temporada que, al menos en cuanto al ciclismo profesional, no ha ido ni tan mal para lo que pintaba allá en marzo o abril.
El Burgos BH se ha ido de vacío en cuanto a victorias. Pero la bendita pesadez de la escuadra morada le ha reportado «cinco premios de la combatividad», señala el 'Gorrión'. A un equipo modesto sólo le queda la insistencia. «Además, como solo han sido 18 días, parecía que todos querían ganar. Gran parte de la etapa era para que pudiese consolidarse una escapada. Creo que ha sido la gran vuelta más bonita de las tres». Ezquerra apunta que en el seno del pelotón, se comentaba que era «la carrera más rápida de siempre. Y también la Vuelta más dura, por las ganas de todo el mundo. Hay incertidumbre, por contratos el año que viene. Por eso todos éramos súper competitivos». En pocas fugas ha faltado un corredor morado. «El equipo pelea y pelea. Lo nuestro es insistir», señala el de Treto. «El balance para el equipo es bueno. Hemos peleado todos los días por estar en las fugas. Somos un equipo guerrero», agrega Madrazo.
El de Cazoña no pudo repetir la gesta de 2019, cuando en Javalambre consiguió el que hasta el momento es su gran triunfo, y también de su equipo. Aquella victoria ha hecho que los rivales ya no dejen volar tan libre al 'Gorrión'. «Quizá sí, estoy un poco más controlado». En esta Vuelta ha estado en cuatro fugas. La que más cerca estuvo de prosperar, la del pasado viernes, en la etapa con final en Ciudad Rodrigo. «Creo que podía haber llegado», lamenta. «Dio rabia». Por ello, Madrazo se ha visto «bien» en la ronda española. Aquel triunfo en Javalambre y su carácter extrovertido cambiaron muchas cosas. Además de más control de los rivales, es más conocido. «La afición se vuelca mucho conmigo y con el equipo. Nos animan muchísimo».
A Ezquerra la Vuelta le ha servido para terminar con buenas sensaciones una temporada que no comenzó del todo bien. «Ha sido difícil. Tuve al principio de año una lesión en la cadera y por eso me costó debutar». El Burgos BH confió en el ciclista de Treto para una ronda española «en la que me he encontrado mejor y he tratado de disputar un par de etapas». El viernes rodó con su paisano Madrazo en la fuga camino de Ciudad Rodrigo. «Fue la gran oportunidad. La única etapa en la que vi que el equipo podía lograr la victoria». El trabajo por detrás del Ineos echó abajo todas las esperanzas.
Con el coronavirus poniendo patas arriba al deporte, el ciclismo trastocó calendarios y diseñó protocolos. Burbujas para aislar a los corredores y sin presencia de aficionados en zonas críticas. En la Vuelta, todo ha funcionado a la perfección. «La organización lo ha hecho de '10'», recalca Madrazo. El trabajo de los equipos también ha hecho posible el éxito. «En el Burgos BH no hemos tenido positivos. Todos hemos pensado en evitar cualquier problema», añade. El modelo de la Vuelta ha sido tan bueno «que si todas las organizaciones lo siguieran, creo que en 2021 se podrían hacer más pruebas de las que se han hecho este año», dice Ezquerra.
Y además, la suerte ha acompañado. Con el traslado del calendario a octubre y noviembre, aparecía una incógnita que ni se contempla en las fechas habituales de agosto y septiembre. «Lo hemos hablado en el equipo y creo que han sido cuatro días los que ha llovido. Los mismos que en 2019», señala Ezquerra. «Ha sido una de las mayores suertes», comenta Madrazo. «El mal tiempo hubiese cambiado mucho la situación». El domingo, 1 de noviembre, «pensábamos que iba a hacer mal tiempo e hizo súper bueno», comenta el ciclista de Treto. La Vuelta llegaba al Angliru. «Hay unas vistas increíbles. Lo disfruté mucho... ¡bajando para ir al autobús del equipo!», apunta Ezquerra entre risas para relatar su primera experiencia con el coloso asturiano. La pregunta es inevitable «¿Que si duelen las 'patas'? Sí.», reconoce sin dudas y entre más risas. «Es tan duro como parece. Me lo habían dicho, pero nunca había estado. Otros puertos duros, como Los Machucos, tienen sus descansos. Pero este no».
Pero a esa cuesta del infierno le faltaba algo. Como a todas la de esta Vuelta. Como a todas las del ciclismo mundial en este año para el olvido. Nada de pasillos humanos de mil colores, de autocaravanas, de gritos de ánimo. Ciclismo en silencio. Sin aficionados. Los dos cántabros del Burgos BH tuercen el gesto. «Es que los aficionados son la esencia del ciclismo», afirma con rotundidad Madrazo. «El público es muy importante para nosotros. Sin él, el ciclismo es diferente». Ezquerra añade que «sin público, al ciclismo le falta algo. El ciclismo es la gente. Es un niño que te pide una foto, un bidón, una firma. Siempre tienes que ver disfrutar a los demás». La presencia de aficionados, en las zonas críticas como salidas, metas o finales en alto, estuvo más que controlada. Aunque en el transcurso de las etapas, al paso por localidades, con las preceptivas mascarillas y la distancia de seguridad sin límites que permite una carretera, el paso de los corredores sirvió muchas veces de válvula de escape para olvidarse por unos minutos del maldito bicho. La etapa cántabra, entre Castro Urdiales y Suances, fue una buena muestra de ello. «En Colindres recuerdo mucha gente», apunta el 'Gorrión'. «En un año complicado, es inevitable». La Vuelta sirvió para un pequeño momento de alegría. «La gente necesita también evadirse un poco. Es entendible que cuando llegábamos a un pueblo, la gente se acercase a vernos», remata Ezquerra.
Con el final de la Vuelta ha llegado también el final de la temporada 2020. Tiempo de balance general. «En un año complicado y difícil, el balance es bueno», estima Madrazo. «El máximo objetivo era estar en esta Vuelta y poder disputar una etapa. Pero he estado en cuatro fugas. Y eso son también muchas horas de televisión para el equipo», apostilla. Ezquerra también ve el lado bueno. «Dentro de lo que se ha hecho, es para estar contento. Estar en la Vuelta significa que el equipo confía en mí». Pero de este 2020 Ezquerra no quiere hablar mucho. «No se puede hacer un balance espectacular. Ha sido un año triste para todos».
Los dos cántabros tienen contrato con el Burgos BH la próxima temporada. Y con esa tranquilidad afrontan unos días de descanso que comienzan hoy. Madrazo y Ezquerra hablan de «descansar» y «hacer algo», en plan salir a rodar con algún amigo «o a andar», añade entre risas un 'Gorrión' que madruga incluso en vacaciones. Pero hoy será sobre todo el día para estar con los suyos. Porque los dos ciclistas dicen la misma cifra. Dos meses. Lo que llevan fuera de casa inmersos en esa burbuja ciclista para escapar del covid y defender a su equipo por varias carreras. «Son dos meses sin ver a mis hijos», concluye con un punto de emoción Madrazo. El descanso hasta que comiencen los entrenamientos de cara a un 2021 que aún nadie sabe cómo será, lo tienen más que merecido.
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