La crisis del deporte cántabro

La Gimnástica afronta un momento decisivo en una etapa histórica en su contexto. Los blanquiazules viven una temporada en la que la que les ha tocado vivir la reestructuración del fútbol español desde la Tercera División. Así, un club que fue uno de los clásicos de la Segunda DivisiónB, y una de las referencias de Cantabria desde el punto de vista deportivo, se ha visto lastrado por la deuda heredada, que llegó al millón y medio de euros y que ha condicionado enormemente su planificación deportiva.En la temporada 18-19 el equipo torrelaveguense regresó a Segunda B, pero con una planificación en la que la contención económica –con la reducción de deuda como obligado objetivo– lo condicionó todo, volvió a perder la categoría de inmediato.Ahora busca la nueva Segunda RFEF.

En 2011 el remo cántabro llegó a contar con cuatro barcos en la Liga ACT: los de Castro, Astillero, Pedreña y Camargo. Desde entonces, la caída ha sido constante, hasta el extremo de que ya ningún club cántabro compite en la máxima categoría del banco fijo, pese a que a su inauguración en 2003 la Liga contaba con tres barcos montañeses. Después, y tras sucesivos cambios, ascensos y descensos, el número se fue reduciendo hasta llegar a los dos representantes cántabros en la bahía de Santander. En la temporada 2020 Pedreña armó una cuadrilla que entrenada  por Joseba Fernández aspiraba a devolver la gloria a los suyos a la élite. No pudo. Tampoco Astillero pudo bogar entre los mejores y se quedó sin buscar siquiera la misma ascenso a ACT por el que peleó Pedreña.

Después de siete temporadas en la máxima categoría del voleibol, español, el Textil Santanderina acaba de perder la categoría. Otro síntoma de las dificultades que atraviesa un deporte cántabro que acaba de perder otro de los pocos representantes que le restaban en la máxima categoría de los deportes de equipo. En este caso la actuación de los de Cabezón de la Sal solo merece desde el punto de vista deportivo la felicitación, compitiendo como lo han hecho frente a adversarios con mucho más poder económico, y representando a ciudades mucho más pobladas, con toda la diferencia de posibilidades económicas que eso implica.El resultado deportivo no debe empañar un gran trabajo, pero de todos modos significa otra perdida de categoría.

Ilustrar la difícil situación del balonmano cántabro exige recordar la desaparición del Teka en 2008. La disolución del que fue uno de los clubes bandera de Cantabria, en aquel caso por inanición durante la crisis económica de aquel año y lastrado por muchas temperadas deficitarias adelantó lo que posteriormente se ha manifestado como una crisis generalizada. En este caso existen buenas noticias. Tanto el Sinfín que consiguió ascender a Asobal y que ahora lucha por mantener la categoría como el Bathco Torrelavega y el Uneatlántico Pereda mantienen vivo el balonmano, pero siempre en medio de dificultades para mantenerse o acceder a la élite en el que tradicionalmente ha sido siempre históricamente un deporte bandera para Cantabria.

Hace dos años Cantabria contaba nada menos que con dos clubes en la máxima categoría del rugby español. Un dato más que significativo y que solo igualaba Valladolid, con sus dos equipos punteros. El efímero Bathco CR Santander tuvo que renunciar a la categoría tras perder a su patrocinador, pero quedó el Independiente, que ahora lucha por mantenerse entre la élite del oval nacional. Los bisontes, que hace apenas seis años luchaban por títulos, ahora lo hacen por la permanencia en la máxima categoría del rugby, de modo que Santander, que contaba con dos clubes, corre el riesgo de quedarse sin representación en la máxima categoría. La llegada de un patrocinador puede contribuir a paliar esta complicada situación.

El GrupoAlega, equipo torrelaveguense resultante de la refundación del Estela de Santander, busca un aplaza en LEB Oro. Una meta nada sencilla pero al mismo tiempo muy ambiciosa, y con la que los rojos aspiran a seguir la estela que en su momento marcaron los Lobos. En este caso el crecimiento sostenido del equipo es evidente, si bien su objetivo declarado de militar la próxima temporada en la LEB Oro (actualmente lo hacen en Plata) no es sencillo desde la segunda posición que ocupan en este momento en su grupo. A largo plazo, ejemplifican otro puesto perdido: el que brevemente tuvieron el baloncesto cántabro y el Vicente Trueba en la ACB y, en su lugar, en la antesala de la élite, que ahora aspiran a recuperar de cara al curso 21-22.

El descenso, salvo que algún cambio de última hora lo remedie, del Voleibol Torrelavega, evidencia el paso atrás de un histórico del deporte cántabro que estuvo en tiempos no solo en la élite, sino entre los mejores equipos de voleibol español. La pérdida de patrocinadores le obligó a redimensionarse una y otra vez hasta estabilizarse en la segunda categoría, la Superliga 2.Y siempre con una política de cantera y sin apenas apoyos ni disponibilidad económica. En este proyecto sostenido pero modesto, este año ha quedado en la parte baja de la clasificación, en un nuevo ejemplo de la crisis del deporte cántabro. El mérito de las torrelaveguenses durante los últimos años es evidente, y las dificultades que han tenido que afrontar desde la modestia, también.