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Hace algunos días saltó la noticia de un alevín que le había partido la pierna a otro durante un partido (no es muy habitual en esas categorías, pero lamentablemente en ocasiones ocurre) y se mostraron las desafortunadas reacciones de unos cuantos asistentes al partido y, ... sobre todo, del entrenador del chico que dio la patada, dando por bueno el hecho y diciendo que el chico lesionado estaba fingiendo y perdiendo tiempo. Muchas veces se ha reflexionado sobre quién debe estar al cargo de los chicos más pequeños en el deporte formativo y como (afortunadamente) hay tantos chicos que quieren hacer deporte, siempre acabamos desembocando en que hacen falta tantos entrenadores que hay que rebajar la exigencia. Y luego pasa lo que pasa.
Me queda un año para llevar veinte temporadas entrenando fútbol base, siempre con edades entre los 13 y los 19, pero ahora estoy enseñando a un grupo de 16 niños de cuatro a seis años a dar sus primeros pasos en el fútbol, en la pista. Llevo dos días de entrenamiento y es el mayor reto al que me he enfrentado en mi vida, aparte del de ser padre. No es que haya que enseñarles todo de fútbol; es que tienen que aprender casi todo de casi todo. Por ejemplo, a hacer una fila. Sin embargo el reto no es este; el reto es otro del que era consciente inconscientemente, pero que una charla con una madre al acabar el primer día hizo aflorar de manera brutal. Me preguntó dos o tres cosas y al final me dijo que bueno, que ella lo que quería era que el niño se lo pasara bien y viniera contento a la actividad, y que eso ya era cosa mía. Zas en toda la boca. Esa gran señora, sin saberlo, me dejó claro que sí, que metodología, objetivos a cumplir los niños y el mejor trato posible estaban muy bien, pero que lo importante es que el niño coja amor por hacer deporte y por volver semana tras semana a entrenar. Que yo ya lo sabía, pero nunca está de más que te reordenen las prioridades.
Juntando estos dos hechos recientes se llega a la conclusión de la importancia que debe tener para los padres escoger al entrenador para sus hijos. A cualquier edad. No miren tanto el club y sí más al entrenador de manera individual, porque a su hijo no lo va a entrenar el club como estamento, sino una persona. Infórmense de cómo los trata. Sepan qué valores promueve; de qué actitudes premia y cuáles censura, antes de si juega con doble pivote o con extremos abiertos. Importa más ser persona que futbolista.
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