Entrenar en el pasillo de casa

Los deportistas de Cantabria tratan de mantener la disciplina física durante el encierro por el coronavirus con limitaciones y mucha incertidumbre

De un campo de fútbol de unos cien metros de largo por sesenta de ancho, a una habitación con ventana a la calle. El central del Racing Manu Hernando trabaja estos días para aprovechar al máximo este tiempo de encierro. «Como la situación es un poco especial, aprovechamos para descansar bien». Su día suele empezar a las diez, algo más tarde que durante la temporada, ya que en Santander ya estaría a esas horas en las Instalaciones Nando Yosu. El preparador físico, Marcos Chena, les ha mandado deberes: «Antes de comer, hago los ejercicios ya que cada uno tenemos una tabla personalizada».

Hernando habilitó una estancia en su casa de Palencia. «Mi casa tiene cuatro habitaciones, dos de ellas están vacías y una la uso para hacer los ejercicios, porque además también tengo una bici estática. Ojalá tuviese jardín, para poder salir a que me diese un poco el aire». En el plano nutricional, «también tenemos nuestras tablas de dieta, que debemos seguir lo máximo posible. En este aspecto, mi madre es la que me echa una mano. Siempre está ahí para lo que necesite».

El campeón de Europa del peso superwélter es un tipo constante y disciplinado, pero lo cierto es que, como la mayoría de los deportistas, vive una situación de auténtica «incertidumbre». En su caso, incluso un poco más, ya que tenía prevista la cuarta defensa de su cinturón continental para el próximo 2 de mayo y, visto lo visto sobre la pandemia del coronavirus, cada vez parece más poco probable que ese combate se pueda celebrar.

La consigna del torrelaveguense es clara. «Hay que tomárselo con calma, porque da la impresión de que esto va para largo», es la filosofía que se ha autoimpuesto junto a su entrenador, Víctor Iglesias, inseparables hasta que ha llegado el coronavirus. «Estoy entrenando todo lo que puedo para no perder la forma», reconoce el púgil, que intenta mantener sus entrenamientos lo más parecido posible a lo que hacía fuera del encierro. En principio, la táctica ahora mismo es lo menos practicable, ya que, aunque Dylan Charrat ha expresado su intención de ejercer como aspirante, hasta que no esté encima del ring nadie puede poner la mano en el fuego.

El estado de alarma y posterior confinamiento ha pillado a los jugadores de bolos a una semana vista de comenzar la Liga y con la pretemporada ya muy avanzada. Unos pocos, los que tienen bolera en casa, pueden seguir ejercitándose y otros muchos han tenido que buscarse en sus domicilios la manera de mantener algo de forma. Uno de ellos es Javier Cacicedo, que asegura que está haciendo todo lo posible por seguir entrenando. «Hago flexiones, corro alrededor de la casa, con alguna piedra de jardineras hago sentadillas, subo y bajo escaleras y con un poste que tengo hago salto arriba».

El jugador de Riotuerto reconoce que, pese a sus intentos, al final se pierde el rodaje logrado. «Al final lo pierdes, porque no es lo mismo ir al gimnasio o a la bolera que entrenar aquí». El de Entrambasaguas acude con regularidad al gimnasio de la localidad, por lo que está habituado a los ejercicios preparatorios. «Suelo ir de cinco a siete días y entreno con un familiar que se dedica a ello y me dirige algo. Lo que pasa es que ahora el margen de maniobra es pequeño, no se puede hacer mucho».

El mundo del atletismo se ve muy limitado a la hora de entrenar en esta situación de encierro. El pasillo de casa no es suficiente. «Lo estoy viviendo como el resto de los españoles, aunque es cierto que igual los atletas y los ciclistas, lo llevamos un poco peor», afirma Zulema Fuentes-Pila. Intenta relativizar la tesitura: «Ahora parece que todo se ralentiza y que se puede vivir un poco más despacio. El enfoque con el que afrontar esto es valorar la vida. Estamos viendo que algo tan terrible como un virus nos puede hacer que mañana no estemos y, en mi caso lo vivo con miedo y aprensión porque como madre ves que nadie se libra».

Dentro de los deportistas, es afortunada, porque tiene «un terreno y un gimnasio muy completo en casa, con una cinta para correr y mancuernas, pero el miedo me hizo bajar la guardia. Tengo espacio, tengo lo que necesito e, incluso, al preparador físico en casa, pero la cabeza me dice que guarde». La situación no es fácil. «Sí que tonificó un poco, pero hice una pausa en mi preparación, porque ni la mente ni el cuerpo está preparado para afrontar ningún reto».

La copiloto Sara Fernández iba a iniciar su participación en el Europeo de rallies en apenas unos días, junto a su compañero, el burgalés Efrén Llarena. «Íbamos a empezar la temporada la semana que viene en las Azores y se ha cancelado. La prueba la pasarán a septiembre, pero el calendario se está convirtiendo en una locura. La siguiente prueba que teníamos es en Canarias y tampoco pinta nada bien. Posiblemente la cancelen y se posponga bastante en el tiempo el arranque este año. En estos momentos ni siquiera hay un calendario fiable para este año. Teníamos un programa muy bueno con ocho carreras y si al final se reduce el calendario tenemos menos pruebas y eso hará que cojamos menos ritmo con el coche», lamenta.

La situación, la deportiva y la personal, le ha llevado a priorizar con lo segundo. «Ahora mismo no estoy entrenando nada. Lo he dejado todo de lado para ayudar a mis padres en el negocio familiar. Tenemos una estabulación de ganado y no podemos dejar de generar leche para que se mantenga el abastecimiento. Estamos toda la familia aquí, juntos y ayudando», relata Fernández.

La jugadora internacional de hockey Beatriz Pérez tiene deberes para este parón indefinido. «En nuestro caso, tenemos una preparadora física que nos adaptó individualmente el plan que teníamos y nos ha mandado un archivo con ejercicios de fuerza. Por la mañana lo hacemos con gomas para la resistencia o con pesas, quien tenga en casa, y sino con garrafas de agua. Por la tarde tenemos una sesión de cardio con series de cuatro a seis minutos, haciendo diferentes ejercicios».

La cántabra ha cambiado el gimnasio y el campo de juego por «el salón o la entrada» de su casa, «porque vivo en un piso y no tengo más espacio, así que esos son los puntos donde hago ejercicio y ahí me las apaño». Se lo toma con filosofía, aunque de momento tenga apartada su herramienta de trabajo: «El palo todavía no lo he cogido, pero no descarto cualquier día cogerlo y ponerme en la alfombra a dar unos toques». Los entrenadores la tutelan, el contacto es permanente, y «ya nos han pedido hacer sesiones por videollamada para no perder tiempo y ver videos de las rivales que nos tocarán en Tokio»,

Si la de cualquier deportista en estas circunstancias es una situación peculiar, la del judoka Carlos Centeno lo es aún más. En su caso, «no hay forma entrenar la técnica de combate. No hay nadie más». Se lo tiene que imaginar: «Sí que hay una especie de gomas para judo, que sirven para practicar, pero no es un rival o un compañero de equipo con el que puedas entrenar». A algo hay que aferrarse, pero está claro que la preparación nunca será la misma.

Ahora, en su domicilio se ha centrado en las pesas. Entrenamiento de fuerza por exigencias del guión. «Antes, cuando entrenaba en el gimnasio, sólo les dedicaba los fines de semana. En estos momentos es lo que ocupa la mayor parte de mi tiempo» . El astillerense, que está pendiente de la disputa de la Liga Nacional por equipos y una de las Copas Europeas, tiene la fortuna de que «a mi padre le gusta mucho el deporte y tenemos en casa material y alguna máquina para conseguir que el trabajo sea más eficiente». Así que con eso trata de salvar este período de encierro, para que la clausura no se convierta en una rémora dentro de su carrera deportiva.

Verónica Berastain, la jugadora del Balonmano Pereda, no tiene dudas sobre lo que está viviendo: «Se me ha parado la vida en seco». Vero asegura que «a nivel deportivo, sobre todo en lo psicológico, ha sido un palo tanto para mí como para el resto del equipo. Estábamos haciendo una temporada maravillosa, vamos líderes en la categoría y nos hemos quedado a solo tres jornadas para finalizar la Liga y entrar en el playoff de ascenso a División de Honor».

Ahora, su entrenador Santi Abascal, «se ha currado un microciclo que combina entrenamientos en estático con estiramientos, ejercicio de fuerza y prevención de lesiones y, además, vídeos de sesiones con un entrenador personal. Lo que no tenemos es una portera y un balón y eso en este deporte siempre te acaba pasando factura», continúa.

Así todo, «el batacazo más gordo es el psicológico. La incertidumbre de no saber si vamos a terminar la liga, si habrá fase de ascenso, si la declararán nula... Solo hay incertidumbre. No hay información solo especulaciones, así todo hemos entrando en la dinámica de solo hacer lo que este en nuestra mano».

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