Los alumnos reconocen al maestro

En la tradicional cita navideña, el momento más emotivo llegó cuando Laureano pudo compartir recuerdos y abrazos con los jugadores a los que dirigió allá por 1965, cuando llevó al equipo infantil del Racing al triunfo en el campeonato nacional. Una gesta que aún sobrevive en el palmarés del fútbol de Cantabria.

Antes, los alumnos de la Academia, los más pequeños de las secciones inferiores del club verdiblanco, disputaron un partido de exhibición ante el numeroso público asistente en las gradas del pabellón santanderino. Posteriormente, fue el momento en que un combinado de la Federación Cántabra de Fútbol y del propio Racing se vieron las caras sobre la pista. Los mismos que, después, le hicieron pasillo a Laureano Ruiz en el merecido homenaje.

El entrenador recibió el cariño y diversos presentes de parte de algunos de los clubes por los que pasó, antes de dirigir unas palabras de agradecimiento por el reconocimiento no sólo del Racing, sino de gran parte del balompié cántabro.

El acto se cerró con uno de los momentos más esperados por los asistentes. El partidillo de fútbol sala entre los canteranos del Racing que se encuentran actualmente en la primera plantilla y algunos de los que, surgidos de La Albericia, dejan alto el nombre de Cantabria en otros destinos futbolísticos. Es el caso de David Concha (Real Sociedad), Mario Fernández (Osasuna) o Álvaro González (Villarreal). Además, asistieron los hermanos San Emeterio, Fede y Borja, que no pudieron disputar el choque por problemas físicos, y entre las personalidades importantes se pudo ver al exfutbolista cántabro Iván Helguera, que pasó por la Roma, el Espanyol, el Real Madrid o el Valencia, entre otros. Él formó parte de la Escuela Municipal de Santander de la que Laureano fue Director durante muchos años.

En definitiva, pasado, presente y futuro del Racing y del fútbol de Cantabria se dieron cita en La Albericia, muy cerca de la casa verdiblanca, para agredecer a Laureano Ruiz su legado aún presente. Una persona, un técnico, que, a sus ochenta años, todavía sigue respirando fútbol a cada bocanada de aire. Fue jugador. También fue entrenador. Y se puede decir que lo sigue siendo. Porque en cada jugada, en cada movimiento, ve más allá de lo simple que ve el resto de los mortales. Bajo su filosofía innegociable. Laureano es genio y figura. Y, por eso, ayer recibió su homenaje.