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Damas atrapa un balón en presencia de Arteche. DM
La alargada sombra de Damas
Fútbol | Mundial

La alargada sombra de Damas

Portero de Portugal en el Mundial 86, años antes marcó una época en el Racing, donde coincidió con su paisano Quinito

ASER FALAGÁN

Santander

Viernes, 15 de junio 2018, 07:26

Conjugar en la misma frase fútbol y Portugal provoca en Cantabria un proceso reflejo: la referencia a Vitor Damas. Su nombre completo era Vítor Manuel Afonso Damas de Oliveira (Lisboa, 8 de octubre de 1947-10 de septiembre de 2003), pero para el fútbol era Vítor Damas. O Damas, a secas. Un portero que marcó época en Santander, donde sus cuatro temporadas en el Racing dejaron un recuerdo tan perenne que 38 años después de su marcha (y a los quince de su muerte) aún se le evoca. Y evocar es el verbo más adecuado, porque entre los aficionados verdiblancos, incluso quienes no le vieron jugar (y quizá ya sean mayoría) saben quién fue aquel portero ágil, comprometido y de la vieja escuela, de los que se pertrechaban bajo el larguero y vivían cómodos en el área pequeña entre pequeños recitales de reflejos, colocación y agilidad.

En plena época revival, su figura alimenta un icono del racinguismo, como lo es en clave doméstica quien fue su suplente, Pedro Alba: «Más que conocer a Damas, Damas me conoció a mí, porque cuando llegó yo ya llevaba cuatro años en el Racing». Le recuerda como «un gran portero y un gran tipo; muy buena gente» y muy comprometido en todos los aspectos. «A uno de los habituales que aparecían por los Campos de Sport le dio un día por cantar el 'Grandola, Vila Morena'. Hacía poco de la Revolución de los Claveles y recuerdo verle llorar alguna vez. Después se la mandó cantar más veces».

Como futbolista, recuerda a «un gran portero debajo de los palos y muy valiente. Como hándicap que tenía poca fuerza en las piernas», rememora quien fue su suplente: «No fue él quien ralentizó mi carrera; fueron los técnicos. Yo era entonces un joven con determinadas condiciones que cuando jugué asiduamente en el filial, el Rayo, y en la Gimnástica demostré que valía. Decían que era nervioso, pero lo que no sabían es que era muy rápido, que hay mucha diferencia entre una cosa y otra».

«Era un gran portero y un gran tipo; muy buena gente. Recuerdo verle llorar con el 'Grandola'»

Pedro Alba

En Santander hizo cuadrilla con Quinito, otro portugués ilustre, este de ideas más progresistas -el portero simpatizaba con el PSD (partido socialdemócrata), que pese a su nombre tenía más de democristiano- y fama de hippie. Ambos estaban ya casados e hicieron grupo en Santander. No por ello dejaron de relacionarse con el resto de la plantilla, pero el día a día más cercano era entre los portugueses.

«Una persona encantadora que te hacía mucho más fácil entrar a un vestuario en una época muy distinta»

José Manuel Romaña 'Chiri'

Así lo recuerda Sergio Lloret, otro de los racinguistas de la época y protagonista junto a Aitor Aguirre de aquel episodio tardofranquista en que ambos salieron al campo con crespones negros en protesta por los últimos fusilamientos y que terminó con los dos durmiendo en comisaría. «Estuve solo un año con él. Era un tipo bastante alegre y un portero muy ágil. Como también estaba Quinito y los dos estaban casados se relacionaban mucho las dos parejas. Yo tenía un trato normal; no tanta amistad como entre ellos, pero guardo un buen recuerdo. También de Quinito, al que me gustaría volver a ver para poder darle un abrazo, pero vive en Portugal y es complicado».

«Como también estaba Quinito y los dos estaban casados se relacionaban mucho las dos parejas»

Sergio Lloret

Una gran ascendencia tuvo en entonces jóvenes canteranos como Chiri, que le recuerda con alegría: «Para mí, una persona encantadora que te hacía mucho más fácil entrar a un vestuario en una época en que era muy distinto a lo de ahora. Apoyaba mucho al grupo y estuvo muy comprometido con el Racing sus cuatro años que estuvo».

«En aquella época yo tenía 19 años y él creo que 32. Los chavales jóvenes que llegábamos decíamos buenos días y hasta mañana, apenas nos atrevíamos a hablar, y él sin embargo siempre apoyaba mucho a la gente joven que subía», rememora sobre quien era «aparte de todo eso, un excelente portero». Llegado a Santander en 1976 tras diez años en el Sporting de Portugal, permaneció como verdiblanco hasta 1980 para jugar después en el Vitoria de Guimaraes y el Portimonense antes de regresar ya con casi 38 años al Sporting, donde se retiró a punto de cumplir los 42. Catorce años después un cáncer terminó con su vida, pero no con su recuerdo. Al contrario, su figura se hizo más grande.

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