En Burgos con el Racing, en Manchester con el Madrid

Racinguista y merengue. Nacho Solana (Ampuero, 1979), es uno de los más afamados cocineros cántabros. Y también un apasionado del fútbol. En estos días ha estado algo ajetreado. El domingo, fue uno de los que alentó al Racing a más no poder hasta que en ese fatídico minuto 97 todo se torció con el penalti de Germán. Pero poco tiempo tuvo para lamentarse. Maletas y camino de Manchester, donde el Real Madrid se jugaba el miércoles el ser o no ser en la Liga de Campeones.

Solana, que regenta el Restaurante del mismo nombre en Ampuero, en La Bien Aparecida, ya es un veterano en viajes a la ciudad inglesa para ver el enfrentamiento de los blancos con los 'citizens'. «Era la tercera vez seguida que iba», señala. Las dos anteriores, con varapalo. «Fueron un 4-0 y un 4-3». Pero esta vez la cosa pintaba distinta. «Tenía la esperanza de que algo bueno iba a pasar».

En Manchester, el viaje va de cocineros. Porque Nacho viaja hasta la ciudad inglesa con otro amigo y colega de profesión. «Óscar García es soriano, y tiene allí el Restaurante Baluarte». Y con tanto desplazamiento, también han conocido a otro cocinero, Gonzalo, este de salamanca. «Ya nos conocemos de los viajes y nos juntamos allí». A pesar de que había 3.000 aficionados merengues esta vez en Manchester, «las caras ya nos suenan», añade entre risas. A la vez, el ser profesionales ya reconocidos en la cocina española hace «que algunos aficionados también nos conozcan a nosotros».

El martes Solana y sus amigos ya tuvieron la primera gran experiencia futbolística. Acudieron al entrenamiento que los de Carlo Ancelotti realizaban en el coliseo inglés. «Fue una experiencia espectacular», rememora. «Estamos muy agradecidos al Real Madrid por el trato», destaca, ya que pudieron hablar con jugadores de la primera plantilla, así como con exjugadores que andaban por allí, «como Roberto Carlos o Solari».

El miércoles, el día del partido, es el propio Real Madrid el que se encarga de distribuir las entradas. «Son nominales y hay que recogerlas en persona», comenta Solana. Junto al boleto, «una especie de pulsera» sirve como identificación por toda la ciudad. Tras ello, los aficionados españoles se concentraron «cerca de Piccadilly», cantando y pasándolo bien. Entre risas, Nacho prefiere no valorar desde su punto de vista de experto la gastronomía inglesa. «Fuimos a un italiano», añade entre más risas.

De esa zona no hay más de cinco kilómetros hasta el Etihad. «Aunque vamos despacio. Y controlados por los 'stewards' de seguridad». Por suerte, no hubo ningún problema. Es más. la gente de Manchester, además de ser tranquila, les animaba, «ya que allí son casi todos del United». Junto al estadio, se encontraron con un grupo de cántabros. que estaban de despedida de soltero en la ciudad inglesa y que también habían ido como él a Burgos. A las afueras del Etihad sonó ese cántico que anima al racinguismo: 'Una ilusión nos persigue, la Primera División'.

El ambiente en el Etihad tampoco es de los que asustan, tipo Anfield. «Animan más por oleadas», apunta el chef cántabro. Aunque de nervios la cosa fue sobrada. «Sufrimos sobre todo la última media hora». Y tras el tiempo reglamentario y la prórroga, que terminaron con ese empate a uno, los penaltis. «No he estado tan nervioso nunca». Solana y sus amigos vieron desde el otro lado del estadio marcar a Rüdiger y al Real Madrid clasificarse para las semifinales de la Liga de Campeones. Ante el Bayern, Nacho y su amigo Óscar causan baja. «Tenemos que cocinar en Gran Canaria», señala. Pero «si nada se tuerce», el 1 de junio, en Wembley... «Allí estaré en la final».

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