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La sala de trofeos del Real Madrid es un escenario de luces y sonido propio del Circo del Sol que a quien se adentra en ella le hace girar y tornar la cabeza como si hubiese entrado en las cuevas de Altamira. Le faltan ojos ... para verlo todo. Allí, entre centenares de imágenes, aparece la de un joven con el 11 a la espalda. El público está de pie en un Santiago Bernabéu hasta la bandera. Pegadito a la cal, arma la pierna... En el área espera el centro Di Stéfano y en la frontal, Puskas. Aquella imagen fue la melodía de los años cincuenta y sesenta. De cuando el arte lucía en blanco y negro.
El chaval nació en Guarnizo y es el único que si el visitante prosigue su paseo por el museo verá posando con seis Copas de Europa. Todas suyas. Paco Gento (Guarnizo, 1933) encabeza la partitura de los 19 cántabros que salieron de la tierruca para conquistar el Olimpo futbolístico y que vistiendo de blanco alzaron 17 Copas de Europa y 51 Ligas, para empezar a hablar.
NombreTemporadas
1 Guillermo Yllera1922-28
2 Manuel Ateca1931-33
3 Pedro Alonso 1934-35
4 Ildefonso Sañudo 1934-36
5 Juanco 1949-51
6 Paco Gento1953-71
7 Marquitos1954-62
8 Julio Gento 1957-62
9 Antonio Gento 1954-63
10 Pachín 1959-68
11 Vicente Miera 1961-69
12 Fermín Martínez 1962-63
13 Pedro Corral1971-72
14 Aguilar1971-79
15 Santillana 1971-88
16 Emilio Amavisca 1994-98
17 Iván Helguera 1999-07
18 Pedro Munitis2000-02
19 Sergio Canales2010-12
Desde que Guillermo Yllera (Santander, 1908) cogió la Nacional 1 en 1922 para marcharse al Real Madrid hasta que Sergio Canales (Santander, 1991) voló desde Parayas a Barajas para vestirse de merengue en 2010 ha pasado un siglo en el que Cantabria ha estado presente en buena parte de las mejores tardes del club madrileño. Como lo hizo Enrique Pérez Pachín (Torrelavega, 1949), que esta semana se marchaba para siempre después de jugar 219 partidos y de que el propio Di Stéfano fuera el encargado de ficharle. Junto a la 'Saeta rubia' ganó dos Copas de Europa, una Intercontinental, siete Ligas y una Copa. Corrió lo que fue necesario para que a los 'gallos' no les faltase de nada. Su fama de gregario y de fiable le colocó en el imaginario madridista como el 'multiusos'. Jugaba donde hacía falta y los delanteros tenían que echar una instancia si querían pasar la línea.
Las 18 temporadas de Gento (Paco) y sus 602 partidos de blanco - números de otra galaxia- encabezan los honores de sus otros 18 paisanos, quienes también adornan las psicodélicas paredes del santuario madridista. Yllera (1922-28), el primero de la lista, jugaba de todo, un comodín. Fue cedido al Racing perteneciendo al club blanco mientras se recuperaba de una grave lesión. De una de esas que en aquella época te 'jubilaban'.
En la década de los treinta, el Real Madrid contó con tres cantabrucos: Ildefonso Sañudo (Torrelavega, 1912), Pedro Alonso (Torrelavega, 1914) y Manuel Ateca (Santander, 1906). Polos opuestos. Al primero, delantero, fino y estilista le apodaron 'Pies de Oro' y marcó 72 goles en 64 partidos -registros del mejor Cristiano Ronaldo-, mientras que al segundo la eterna pareja internacional de defensas Ciriaco-Quincoces le cerró el paso y sólo pudo vestir de blanco una temporada. Al tercero de la terna le rompieron la tibia y el peroné, algo que en los años de la posguerra era como si le disparasen fuego enemigo. Nunca se recuperó de ello.
La fábrica cántabra bajó su producción a Madrid en los años cuarenta, donde tan solo jugó Juanco (Torrelavega, 1926) que disputó un único partido. Fichó en 1949, pero fue cedido al Plus Ultra. Vino a retirarse al lugar de donde salió, la Gimnástica.
A la luz del medio siglo llegó una ola cántabra a pilotar la nave del equipo del 'régimen', como decían las crónicas intencionadas de la época y susurran a voz en grito aún hoy en día los que se empeñan en quitarle lustre al equipazo. Paco Gento dejó su Guarnizo y el Racing para aparecer en Concha Espina (1953-71) como una 'Galerna del Cantábrico'. Sus diabluras en blanco y negro dieron la vuelta al mundo. Se retiró el mismo día que inauguraron el marcador electrónico en el Santiago Bernabéu, el nombre del presidente que fumaba puros en el palco mientras el de Guarnizo se burlaba de los defensas al tiempo que subía al pedestal de las leyendas. De llevar el once a la espalda, a ser el presidente honorífico del club. 68 años vestido de blanco... No se puede decir que en el Real Madrid no se tenga un poco de acento cántabro.
Sus dos hermanos, Julio (Guarnizo, 1939) y Antonio (Guarnizo, 1940), llegaron a finales de la década y su recorrido en el club fue muy corto; Julio, delantero, jugó dos amistosos, y Antonio, extremo derecho, disputó tres jornadas ligueras de blanco. El detector salta cuando al cruzar Somosierra se aproxima alguien de apellido Gento.
Pero a Paco le llegaron más refuerzos desde casa. No tardó en subirse al carro del éxito Marcos Alonso 'Marquitos' (Santander, 1932) que entre 1954 y 1962 le dio tiempo a jugar 228 partidos y fue clave en las primeras cinco Copas de Europa del Madrid. También ganó cinco Ligas, una Copa, una Intercontinental y una Copa Latina. Fue el precursor de la 'furia española'. Noble, pero contundente. Se convirtió en el guardaespaldas perfecto de los 'bad boys' de la época. Chistoso, bromista y descarado fue el mejor antídoto a los eternos viajes en autocar de entonces. Marquitos y Pachín (59-68) se hicieron con las llaves del tesoro madridista. Nadie como ellos cobijó la portería del enemigo número uno de los clubes en Europa por aquel entonces. Dos Copas continentales adornaron también su palmarés.
En el albor de los sesenta y el comienzo de los setenta, Cantabria cambió el paso y después de la munición que había mandado años antes preparó un cargamento de escudos. Tantas balas y tantas flechas, había que moldear alguno que en vez de atacar se defendiera y en esa lista aparecen Fermín Martínez (Santander, 1936) y Pedro Corral (Santander, 1948), los dos únicos porteros salidos de la tierruca que se pusieron los guantes en el Real Madrid. Ninguno de los dos debutó en Liga. A Miguel Muñoz le gustaban más Vicente y Araquistán y Martínez se tuvo que marchar. Mientras que a Corral, Miguel Ángel y García Remón le cerraron las puertas. Pocos goles tuvieron que parar los paisanos.
Si el visitante continúa su paseo entre los trofeos no tardará en toparse de lleno con un chico, con el '9' a la espalda y volando literalmente por encima de los defensas. Hace un escorzo con el cuerpo al tiempo que acomoda la cabeza dispuesto a darle un testarazo. Se tiró 17 temporadas dándole cabezazos al balón y planeando cerca de las nubes de La Castellana. Carlos Alonso 'Santillana' (Santillana del Mar, 1952) fue considerado durante muchos años el mejor rematador de cabeza de Europa. Nadie llegaba tan alto como él. Sólo el balón. Con 'Santillana' y Corral llegó también llegó Francisco Javier 'Ico' Aguilar (Santander, 1949), los tres de una tacada, al que descubrió Laureano Ruiz, y que jugó 190 partidos.
Pedía paso el tercer milenio cuando un pejino melenudo llamado Emilio Amavisca (Laredo, 1971) se empeñaba en hacerlo todo tan bien en el Valladolid que cautivó al todopoderoso Real Madrid. Llegó en 1994 después de que los responsables del Racing anduvieran despistados dos décadas. No detectaron el talento de aquel espigado y desgarbado extremo izquierda que terminaría siendo uno de los futbolistas más laureados del país. Ganó una Liga de Campeones y dos Ligas y eso que Jorge Valdano -su entrenador- no le quería ni ver por el Santiago Bernabéu. Pero el pejino se puso burro y no sólo vestiría de blanco una temporada más sino que fue el mejor en su posición. Y casi se cruzaron, uno salía y otros dos llegaban. En 1999, uno de Campogiro, y en 2000, uno del Barrio Pesquero. Iván Helguera (Santander, 1975) y Pedro Munitis (Santander, 1975) se engancharon al renacer del equipo blanco; fueron juez y parte de aquel Real Madrid de los Ferraris. El de los Balones de Oro y el de los desmanes.
Helguera le dio la vuelta a Fabio Capello, que como en su día Valdano con Amavisca no quería al santanderino. El polivalente futbolista dejó el centro del campo para convertirse en el indiscutible central que todo técnico quería tener. Mordiéndose el labio y apretando el puño le dio a la exquisitez blanca la garra que hace falta para tanta exigencia. En el Racing le dejaron escapar y en Roma le convirtieron en un pluriempleado en el campo; servía para todo.
Los cántabros dejaron boquiabiertos a los refinados aficionados blancos el pasado siglo. Y en este más de uno se quedó ojiplático con dos chavales de Santander. Uno, Pedro Munitis, y otro, el último de esta lista tan exquisita, Sergio Canales (Santander, 1991). El del Barrio Pesquero volvió loco a Lilian Thuram (el mejor lateral derecho del momento) en la Eurocopa con España (2000) después de haber levantado al Bernabéu con su Racing en aquella famosa noche en la que los cántabros le endosaron un 2 a 4 a los blancos. Fue el futbolista de aquella Liga (99-00). Su indomable espíritu no encajó en la finura y maquinaria mediática del Real Madrid, pero aún así le dio tiempo a jugar 81 partidos, ganar una Liga de Campeones y jugar cedido una temporada en el Racing en la que les puso colorados a sus jefes. Nadie olvidará el gol de vaselina a Casillas en El Sardinero y la celebración de 'Pedrín'. Aún tiene pesadillas Thuram (lo dijo el futbolista recientemente) cuando se acuerda de él... Tantas como Florentino Pérez.
Y Canales, el último paisanuco que sigue sin que nadie le recoja el testigo, tampoco pasó inadvertido por el Santiago Bernabéu. «Me han dicho que le tengo que fichar». Así se presentó Valdano (director deportivo y hombre de confianza de Florentino Pérez) en Santander dispuesto a llevarse al chaval. Lo quería medio mundo futbolístico y el 'dueño' del Madrid no podía dejar que se lo 'robasen'.
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