La última maldita bola

Nisio Humara, eterno presidente aurinegro, soñaba despierto con eso; con un Sporting o un Racing. Incluso cruzaba los dedos por la mínima posibilidad de que le tocara en suerte un Primera, después anulada cuando la Federación decidió a última hora separar los equipos de Segunda RFEF, que es este año la categoría del Cayón, de los de Tercera.

«Si ya teníamos la moral por los suelos, cuando vimos que la nuestra era la última bola, se nos cayó más aún, porque encima ni jugamos en casa, sino que tenemos que viajar. Es una gran decepción», decía con una risa sardónica Humara.

Se reía también el entrenador Luis Fernández. Qué iba a hacer si no. Y con muchos reflejos se ponía de inmediato el traje de entrenador para lanzar el primer mensaje: «Hombre, no esperábamos esto, pero es lo que hay. Ahora hay que viajar; no queda otra, e intentar pasar de ronda para tener suerte en la segunda, a ver si ahí sí nos cae un Primera o Segunda».

Lo hacían entre el mucho ruido que aún les rodeaba, pero en un ambiente muy contenido; demasiado. El que tocaba después de que la mínima posibilidad, una entre 32, de que ocurriera lo que ocurrió, se diera. Pero de las 110 bolitas; de las 32 amarillas de Segunda RFEF, la del Cayón fue la última. Acodados en las mesas del Buda, donde habían quedado este martes por la mañana para una celebración que se quedó en perplejidad, miraban la pantalla de la televisión, donde Teledeporte emitía en directo el sorteo.

«Sería una eliminatoria muy especial para nosotros, y también para nuestros aficionados, si nos tocara un Primera, pero todos sabemos que eso será muy difícil», decía en la víspera el técnico, Luis Fernández. Fue la primera decepción. Con el orden del sorteo, de pronto ya era imposible un rival de Primera. Tampoco uno de esos que dejaran libres los equipos de Regional Preferente, que era a lo que aspiraban los de Sarón. Pero quedaban los de Segunda. Y todos los interesantes. Los cercanos. Racing, Sporting, Oviedo, Burgos, Valladolid....

Bola tras bola, los nombres de los equipos se sucedían y el del Cayón no aparecía. Caras largas en el Buda. Se barruntaba lo que ocurrió. De pronto se habían agotado los rivales de LaLiga y el Cayón se negaba a salir.

Quedaban algunas pedreas. El Málaga, si se quiere, por nombre, aunque pocos o ningún seguidor iba a llevar al valle. El Deportivo, el equipo con más cartel de Primera RFEF, sí era apetecible. Pero tampoco. En un alarde de mala fortuna, los cantabros veían cómo se agotaban los equipos de la tercera categoría.

Solo quedaban dos bolas en el último bombo. Una de ellas, la del Cayón, que para ese momento ya sabía que se había quedado sin premio. Que jugaría el segundo partido de Copa de su historia ante un equipo semidesconocido. Ni siquiera sabían cuál restaba por aparecer, entre los 32 equipo que Segunda RFEF que habían entrado en el bombo.

Y cuando parecía que el asunto no podía ir peor, llegó el triple mortal con tirabuzón. En una primera eliminatoria a partido único, el equipo de inferior categoría juega como local. Se trata de que haga una buena caja. Pero en el único emparejamiento entre equipos de la misma categoría había que echar mano de otro criterio. Estaba previsto. El equipo que antes saliera del bombo jugaría como local. Y fue entonces cuando apareció el nombre del Club Deportivo Elemental Ursaria. Un equipo random de Madrid, como a random sonará al sur de la Sierra de Guadarrama el Cayón. Concretamente de Cobeña, una pequeña localidad de 7.500 habitantes. Sacar la última bola con el nombre era solo un trámite para confirmar que no había pifia en el sorteo: el Cayón jugará entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre la primera eliminatoria copera en el campo madrileño de La Dehesa.

«Quería un Segunda, claro, pero esto es lo que hay. Conozco el club, porque el año pasado jugué contra ellos en la Tercera madrileña, y lo que creo es que vamos a ganar. Ahora lo que toca es buscar un Primera en la segunda ronda», decía el japonés Hitoshi Ishida, que en su primera temporada como jugador cayonés esperaba otra cosa, pero transmitía optimismo.

Queda en Sarón un consuelo. Si los de Luis Fernández superan la eliminatoria tendrán, ahora sí, muchas opciones de que les toque un Segunda. Incluso de buscar la carambola de un Primera. Pero antes deben ganar en Cobeña a un equipo que ocupa la sexta plaza de su grupo, el quinto en Segunda RFEF. Los cántabros son pénúltimos en el grupo 1. Sólo han perdido tres partidos, pero no han ganado ninguno.

Así fue como el Cayón pasó del todo a la nada en 75 minutos. Menos de lo que dura un partido. El lunes por la noche, tras el entrenamiento vespertino en Sarón, plantilla, cuerpo técnico y directiva ya se habían citado en el bar Buda, junto al campo de fútbol. Allí comenzaron este martes a llegar los aurinegros poco después de las doce del mediodía, con tiempo para seguir en directo el sorteo. Poco después de la una, el local estaba abarrotado.

Poca expectación al principio. Sólo la curiosidad de comprobar que al Boiro, el equipo gallego que eliminó la semana pasada al Monte, le había tocado el Mallorca. Mucho más conforme se acercaba su turno, pero la espera se hizo eterna. Ya eran las dos y cuarto de la tarde cuando al fin los cántabros vieron su nombre. Ya les daba igual. Sabían que ese era su destino. Por quitarles, el sorteo les había quitado hasta la emoción.

En lo econónimo también salen mal parados los cayonenses. Los 29.750 euros que la Federación Española de Fútbol paga a todos los participantes no se los quita nadie; cierto. Pero de taquilla no verá ni un céntimo. Poco le hubiera dejado al Cayón la visita del Ursaria, pero es que además los cántabros jugarán a domicilio, con lo que tendrán que afrontar los gastos del viaje. Solo le queda ver en la crisis una oportunidad y tratar de superar la ronda. En ese caso el Cayón se aseguraría otros 29.750 euros y la posibilidad de tener un rival de entidad en la siguiente ronda copera. Tal vez los de Luis Fernández no sean favoritos, pero menos aún lo serían ante un rival de LaLiga.

De conseguirlo, la decepción se tornará en esperanza y un buen negocio. Para un equipo como el Cayón, cuyo presupuesto ronda los 400.000 euros en Segunda RFEF (cuando milita en Tercera es más exiguo), jugar la Copa del Rey supone un fuerte incremento de ingresos. Hace dos temporadas, cuando en esta misma primera ronda recibió al Huesca, consiguió reunir a cerca de 2.000 personas en el Fernando Astobiza, en el que se instalaron gradas supletorias, e ingresó más de 7.000 euros solo por venta de entradas. Si a eso se sumaran casi 60.000 por derechos de competición, haría en diciembre el agosto.