Secciones
Servicios
Destacamos
Sei bella come un gol al 90!», es una pintada que luce orgullosa en alguna pared perdida y recóndita de Italia, pero nunca esa frase fue tan cierta como la noche del siete de octubre de 2003. Al menos para Javier Fernández (Torrelavega, 1979). Hubo ... invasión de campo, victoria y celebración por todo lo alto, que para eso ese día la Gimnástica, de Segunda B, había pegado un buen sorbo a la Copa. Se la bebió a morro. Y todo gracias a un gol en el minuto 92 de este canterano del Cayón, que esa noche se convirtió en el verdugo de todo un Athletic de Bilbao. Un Primera División. «Imagínate la fiesta que hubo. Recuerdo que marqué y todo el mundo saltó al campo. Se veía a la gente botando, cantando... Es que, claro, era pasado ya el minuto 90 y estaba prácticamente acabado el partido», recuerda Javi.
No hace falta animarle mucho para que relate la jugada mientras un destello de orgullo se asoma a sus ojos. «Colgaron un balón desde nuestro campo. El central la peinó. Recuerdo que el delantero centro media mucho, la peinó con la cabeza y me quedé delante del portero, solo, y la pegué con toda mi alma. Entró. Tuve esa suerte, y no veas que ilusión», comenta con una media sonrisa. Rápidamente, apunta: «A ver si se repite la historia». Porque la fe también juega al fútbol y este jueves ,en los Campos de Sport (21.00 horas), en el partido entre Cayón y Athletic, vestirá la camiseta aurinegra.
Algunas similitudes hay entre aquel lejano encuentro de 2003 y el que se va a disputar en El Sardinero. «Contra todo pronóstico, el colista del grupo primero de Segunda División B, eliminó en los treintaidosavos de final, y con justicia, a todo un histórico de Primera y hasta hace poco merecidamente llamado 'Rey de copas'», decía la crónica de El Diario Montañés para narrar aquel partido. De nuevo, el modesto contra el grande. De nuevo, un reto ilusionante y una oportunidad única. Y, de nuevo, Valverde en el banquillo. «Estaba Valverde, sí. Y vinieron todos los titulares, ¡eh!», relata Javi, para dar la importancia debida a lo que lograron, que no fue moco de pavo. «Estaban Urzaiz, Tiko, Iraola... Había gente con experiencia, como Etxeberria. Jugadores de Primera División, que no te creas que vinieron los suplentes», cuenta echando la vista atrás.
Él, que se crió en la cantera del Cayón de la mano de Jesús Mantecón y también colgó las botas en el club aurinegro con el mismo técnico, ya sabe lo que es apear a todo un Athletic de la Copa. Igual que Luis Fernández, que lo hizo en dos ocasiones como jugador. Ahora le gustaría que los Turrado, Montiel, Chili, Resines, Galnares y compañía saboreasen esa sensación. Pero tiene claro que lo fundamental es otra cosa. «Lo más importante es que disfruten. Es un día de fiesta y una situación excepcional que puede no repetirse, por eso hay que aprovecharla». Pero también sabe que nada es imposible, y menos en una competición tan impredecible como esta, donde siempre tiene cabida la sorpresa. «Hombre, para mí y para todo el Valle sería una fiesta grandísima», admite, mientras valora una victoria de los suyos. Si hay que hacer una quiniela, la X en la primera casilla. «Creo que va a ser complicado, pero, ¿por qué no vamos a ilusionarnos y poder ganar? Mi resultado es un 1-0», suelta, mientras se acomoda en los banquillos del Fernando Astobiza.
El campo estaba desierto, pero en las oficinas del Cayón se apreciaba un pequeño goteo de gente que no quería quedarse sin entrada. A eso del mediodía de ayer ya se habían despachado unas 11.500. Y subiendo. Porque el Cayón espera un arreón en estos últimos días que aumente la cifra al menos hasta las 14.000. Algunos se acercaban temerosos para preguntar: «¿Todavía quedan entradas?», y tras la respuesta afirmativa se llevaban unas cuantas. Javi no sufre. Él ya las tiene compradas desde el viernes pasado. Por nada del mundo se iba a perder este partido. «Las saqué casi de los primeros. Voy con la familia, con los hijos, y nada, a pasar un rato divertido», dice mientras se encoge de hombros. «Vamos unos cuantos. Somos los cuatro de casa y después va mi suegro también. Mis padres y mi hermana, con mi cuñado, mi sobrino...», enumera, echando la cuenta de la cuadrilla.
Javi está contagiado del ambiente copero. Del runrún que se escucha por el pueblo, que llena la atmósfera en las cafeterías y se asoma a todas las conversaciones como un ruido de fondo. «Hay murmullos. Hay un no sé qué, que estamos todos pendientes de lo mismo. Si te tomas un café en el bar, es el tema del que se habla. Ahora mismo es lo que ilusiona al Valle», admite. Tampoco sus hijos se escapan al 'boom' copero. «Les hace mucha ilusión. Se emocionan. Están en el cole y están hablando del Cayón», cuenta entre risas. Y señala: «Es que además van a ir los jugadores al instituto a ver a los chavales». Claro, los chicos como locos. Pero no son los únicos.
En sus 108 años de historia, es la primera vez que el Cayón llega tan lejos en la Copa y que se enfrenta a un Primera División, por no hablar de que la vida de los equipos modestos está marcada por las turbulencias económicas y este partido va a dar un buen espaldarazo a las finanzas del Cayón. Eso, para los aurinegros es mucho. «Económicamente va a salvar al club. Es una ayuda muy, muy grande. Lo peor es no poder jugar aquí en el Valle, pero hacerlo en El Sardinero también te da la opción de una mayor recaudación en entradas», analiza Javi, que espera que venga mucha gente de Bilbao. Él jugó trece años en la Gimnástica, pero el Cayón es el equipo donde creció. Lo quiere por defecto. «Esto es un premio; un premio que ha llegado y si se puede, mejor», afirma. A veces el fútbol no entiende de presupuestos, sino de pasión y entrega. Y de eso el Cayón va sobrado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.