Una mañana de fútbol clásico en el Besaya

Trompetas, cánticos y sol. Las horas previas al encuentro fueron un trasiego constante de seguidores torrelaveguenses y asturianos por los aledaños de El Malecón a medida que llegaba la hora del partido. Los restaurantes, bares y otros lugares de ocio fueron punto de reunión improvisado y se tiñeron del azul de los aficionados del Oviedo y se impregnaron del ambiente festivo que también tenían los aficionados blanquiazules.

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La Copa volvió a ser escenario de imágenes de celebración y alegría. Con una convivencia y una rivalidad sana entre las aficiones de los dos equipos. El calor empujó a los seguidores a buscar más que nunca terrazas y bebidas para hacer más llevadera la temperatura, que al mediodía ya alcanzaba los 24 grados.

En el ánimo de las dos aficiones se trasladaba el momento de los dos equipos. Los seguidores del Oviedo estaban más tranquilos, quizás por la superioridad que sabían que tenían ante un equipo dos categorías más abajo. Por lo que tambien es cierto que esta es la sexta final de Copa consecutiva para el conjunto blaugrana por lo que es lógico que el desplazamiento despierte menos entusiasmo entre la gente que otras ocasiones.

A los gimnásticos se les notaba expectantes, esperando la hora del partido para comprobar si su equipo podría dar la sorpresa ante un rival de LaLiga: «Ser de la Gimnástica es un privilegio», se escuchaba por los aledaños de El Malecón. «Es un día para disfrutar, pero les podemos dar un susto a los asturianos», se confesaban dos socios de siempre. Y razón no les faltaba. Era un día para recrearse. Aunque a primera vista, los oviedistas parecían minoría, se dejaron oír en un ambiente de conexión con el Besaya y alguna puya hacia el Racing

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