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Al Cayón le duró la ilusión 22 minutos, pero el orgullo, noventa. Pronto dejó el Athletic prácticamente sentenciada la eliminatoria, pero el equipo cántabro no quiso despreciar su gran día. Cuando se quitó la responsabilidad de encima, fue capaz de competir a todo un Primera ... División, aunque la distancia era ya demasiado grande. Eso sí, quedó demostrado que en el Valle pueden estar contentos. Quienes defienden el escudo de su equipo lo hacen con honor.
El Cayón saltó a calentar un buen rato antes que el Athletic, como ansioso por vivir su día histórico. Esas sonrisas en las caras de los gualdinegros al pisar el césped.... Difícil cuantificar el porcentaje de nervios y el de ilusión. De frente al túnel de vestuarios, allí encontraron una pila de caras conocidas. Las de sus familias, pero también la del que les pone el café antes de los entrenamientos, la de quien les vende el pan o las de los niños del colegio que visitaron hace unos días. Porque este jueves en los Campos de Sport estaba medio Valle de Cayón.
El presidente, Nisio Humara, daba vueltas por el palco como quien espera en la primera cita. Era su gran noche después de un ingente trabajo logístico. Y aunque le hubiese gustado ocupar la primera fila del palco del Fernando Astobiza, se tuvo que conformar, y no es poco, con ser la máxima autoridad en los Campos de Sport.
El rojo y blanco del Athletic fueron los otros colores predominantes. Porque hoy al Racing –menos a los empleados que tuvieron que currar– le tocó ver la Copa desde el sofá y el verde se quedó para los asientos de las gradas que no se abrieron. Y luego había un aficionado en Tribuna Central con la camiseta del Cayón y el gorro del Athletic. Un 'win-win' de manual.
Alguno terminó con las uñas y ya empezaba a mordisquear las falanges cuando llegó el pitido inicial. El momento esperado. Luis Fernández sacó un once con cambios a lo habitual. Valverde, una unidad más B que A, pero con nombres conocidos –Villalibre, Muniain, Raúl García...–. Conjura gualdinegra y a por ellos. «Sí se puede, sí se puede», en Tribuna Este.
Raúl García la pegó desde su casa. Galnares, que iba a tener más trabajo que cuando jugaba en el benjamín de la Peña Paco Liaño, se la quitó de encima como pudo. Pero los sueños se alimentaron cuando Cagigas le hizo el lío a Yuri y llegó hasta línea de fondo para forzar un córner. Si son tan buenos, que hagan méritos... Era la consigna cayonesa.
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Leila Bensghaiyar
Los nervios. Ay, los nervios. Gabi le quitó el balón a Galnares y a punto estuvo de batir a su compañero. El meta se resarció con un paradón abajo a Muniain. Iban cuatro minutos y no paraban de pasar cosas. A partir de ahí, el choque perdió vértigo entre los resbalones de los futbolistas de ambos equipos. Mala elección de neumáticos.
El Cayón gastó su efervescencia inicial y comenzó el asedio rojiblanco al área cántabra. Con más tráfico que el cruce de Sarón en hora punta. Y al final, en una jugada de 'pin-ball', llegó el gol de Villalibre. Hasta ahí duró la resistencia gualdinegra. Y la suerte, porque cuando los de Sarón debían dejar el miedo atrás al no tener nada que perder, un balón colgado sin demasiado peligro le fue a pegar en a Mier. ¿Brazo? ¿Pecho? Para Iglesias Villanueva, penalti. El 'Búfalo' resopló de nuevo. 0-2.
A los de Luis Fernández se les sumó un enemigo. Además del Athletic, ahora tenían que luchar contra su propia frustración. Ese pase que no sale; ese regate que sobra; ese rebote que no favorece... Así es este formato de la Copa del Rey. La ilusión dura lo que dura y hay poco resquicio para las sorpresas. Pero hay intangibles que dan forma a la historia de los equipos modestos. La dignidad, la entrega, el no rendirse... Ese era el objetivo. No brilla como un trofeo, pero da lustre. Galnares evitó, en dos ocasiones, el tercer tanto vasco al borde del descanso. Una pequeña pancarta, en la grada cayonesa: «Creer». Pues venga. De momento, bocadillo, que también es un buen elemento al que adorar.
Y la tuvo el conjunto cántabro nada más salir del vestuario. Un fantástico balón al área de Marcos dejó a Cagigas solo ante Agirrezabala, pero el meta tapó bien el remate del atacante gualdinegro. Lástima. Esa era. El trabajo psicológico en el intermedio había sido bueno, porque sus futbolistas se habían quitado la presión. El caño de Turrado, con sus calzoncillos del Athletic, a Unai Gómez sacó una admiración de la platea.
Cayón
Galnares, Gabi (Héctor Alonso, min. 54), Alvarito (Montiel, min. 64), Mier, David Sanz, Cagigas (Resines, min. 54) Cañizo, Marcos (Dani Salas, min. 54) , Jesús Villar, Turrado (Chili, min. 67) y Riki.
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Athletic
Agirrezabala, Prados, Yuri, Nolaskoain, Imanol, Muniain (Sancet, min. 79), Unai G. (De Galarreta, min. 63), Adu Ares (Jaureguizar, min. 63), Raúl García (I. Williams, min. 73), Berenguer (N. Williams, min. 73) y Villalibre.
Equipo arbitral: Iglesias Villanueva (Comité Gallego), asistido en las bandas por Cebrián Devis y Bueno Mateo. Cuarto: Fernández Buergo.
Goles: 0-1, min. 22: Villalibre; 0-2, min. 24: Villalibre, de penalti; 0-3, min. 85: Nico Williams
Amonestaciones: Amarilla al local Turrado y al visitante Imanol.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Césped resbaladizo en una noche lluviosa. 12.929 espectadores.
Los medios vascos estaban en la zona de prensa sacándole jugo al listado de profesiones. «Ahí entra el panadero –Héctor Alonso– y se retira el profesor –Cagigas–». Esos profesionales de otros gremios que no es el balompédico le habían igualado la contienda a los futbolistas. Sin complejos. Y con fuerza. Porque, en el minuto 62, Riky le aguantó la carrera como un jabato a Berenguer por la banda.
Luis Fernández agotó los cambios con uno de la casa: Chili. A Hitoshi le tuvo que pedir disculpas el míster por dejarle sin premio. Porque este día querían jugar todos. Tuvo el 2-1 Cañizo. Un balón colgado al segundo palo lo cabeceó el delantero, pero un defensa tocó para desviar a córner. Cuatro saques de esquina consecutivos forzó el Cayón. Sin fortuna. Valverde lo debió ver mal porque sacó a los dos hermanos Williams de una tacada.
El Cayón merecía. Y, sobre todo, quería. Ansiaba. A un balón perdido en el área vasca se tiraron como lobos hambrientos tres jugadores locales. Y Jesús Villar se llevó por delante a Nolaskoain. Le pudieron las ganas.
El resto, sobró, porque fue un engaño. Cuando los calambres se contagiaban ya entre las piernas cayonesas, el gol de Nico Williams puso un disfraz a un marcador que no correspondió con lo visto. Sólo el mayor talento marcó las diferencias. Pero a orgullo, aunque no puntúa en este deporte, hubo un claro ganador.
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