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Aficionados posan con camisetas y bufandas del Escobedo tras comprar sus entradas. Daniel Pedriza

«Es un orgullo para el pueblo»

Escobedo vive con emoción e ilusión las horas previas al partido del domingo ante el Sevilla | Las entradas para el público en general se agotaron en apenas media hora y el club trabaja para garantizarla seguridad en el campo

Viernes, 10 de enero 2020, 07:13

Desde el 20 de diciembre en Sevilla todos se preguntan dónde está Escobedo. Toda una ciudad de 700.000 habitantes pendiente de un pequeño punto de la geografía cántabra en el que habitualmente solo residen menos de 1.500. La mitad para ver contra quién juega su equipo. La otra mitad buscando motivos para aferrarse a una eliminación del eterno rival, que así es la ciudad hispalense. Pero todos ellos pendientes del Valle de Camargo. Y es que si de algo ha servido el nuevo formato de Copa del Rey es para poner a Escobedo en el mapa futbolístico.

Uno de los más contentos con el nuevo formato copero es Manuel Jerez, encargado del bar del campo, que reconoce que las últimas semanas están siendo especiales. «La gente lleva diez días preguntando por las entradas, hay mucho movimiento». Es consciente de que muchas miradas estarán puestas sobre él el domingo, por eso se ha tomado la cita con la responsabilidad que exige. «Además de la que tenemos vamos a colocar otra barra anexa a la que tenemos con dos personas del club para atender lo mejor que podamos. Haremos 300 bocadillos, tendremos bollería y otros productos. Desde las siete de la mañana estaremos trabajando».

Un esfuerzo que merecerá la pena, no solo a nivel económico, tanto él como el club esperan una recaudación importante, sino sobre todo por poner a la localidad en boca de toda España. «No solo es bueno para el bar, además es un orgullo para el pueblo. Un escaparate». Por eso Luis Merino, presidente del Escobedo, ha peleado contra molinos de viento para que el duelo no se escapara del Eusebio Arce, aunque sean decenas de espectadores no van a poder asistir. «Sé que muchos aficionados se han quedado sin entrada, pero algunos decían que si se jugaba en Torrelavega, no se iban a desplaza hasta El Malecón», insiste el encargado del ambigú del recinto. Mejor en casa.

Lo mismo piensa Elsa Quijano, gerente de uno de los bares anexos al campo, que repone existencias para que el domingo no falte de nada a parroquianos habituales y excepcionales visitantes. Y es que, aunque en Escobedo es sagrada la hora del blanco, el domingo habrá avalancha de clientes después de una semana que califica como «anormal», aunque no se queja. «Cuando hay gente me vengo arriba».

Además de su almacén reforzará también su plantilla, toda vez que a la compañera que tiene habitualmente añadirá la presencia de su hija. Y que toda ayuda es poca para una cita histórica que repercutirá muy positivamente en sus arcas: «Tenemos que ganar la gente del pueblo, ya que estamos colaborando durante todo el año. Hay que sembrar para recoger, y ya es hora de que nosotros recojamos».

La visita del Sevilla repercutirá además en el resto de la región, dado que sus seguidores tienen previsto visitar alguna otra zona. «Hay dos aviones que van a venir y tienen excursiones contratadas para visitar por ejemplo Cabárceno», confirma Cristian Armada, alcalde pedáneo de Escobedo, que como el resto de los implicados en el choque reconoce estar viviendo una locura en las últimas horas. «Está el pueblo revolucionado. Habíamos pensado jugar en El Malecón o en el Sardinero, pero al final la tierra manda, hemos preferido que se juegue en la localidad. Va a ser una fiesta».

Si hay una sensación son el nerviosismo y las ganas de que comience el partido. Una cita histórica. También para una directiva acostumbrada a trabajar solo por vocación, sin más recompensa que la satisfacción de mantener viva la llama de un club centenario. Y es que el envite, además de dinero, trae mucho trabajo, mucha tensión y muchos nervios. Ahora tienen más repercusión, pero también más responsabilidad: «Estamos bastante agobiados», reconoce Antonio Higuera, secretario de la entidad. El trabajo en los últimos días ha sido duro, aunque las preocupaciones no se irán hasta que todos los aficionados abandonen el Eusebio Arce. «Estoy deseando que llegue el domingo a las dos horas y que todo pase. Vamos a estar más pendientes de que no pase nada que de ver el partido», admite.

Arriba: Manuel Jerez, encargado del bar, con un grupo de seguidores.Abajo, a la izqueirda, un operario trabaja en la colocación de una de las gradas supletorias. A la derecha, Antonio Higuera, secretario del club, con el balón con el que se jugará. Daniel Pedriza
Imagen principal - Arriba: Manuel Jerez, encargado del bar, con un grupo de seguidores.Abajo, a la izqueirda, un operario trabaja en la colocación de una de las gradas supletorias. A la derecha, Antonio Higuera, secretario del club, con el balón con el que se jugará.
Imagen secundaria 1 - Arriba: Manuel Jerez, encargado del bar, con un grupo de seguidores.Abajo, a la izqueirda, un operario trabaja en la colocación de una de las gradas supletorias. A la derecha, Antonio Higuera, secretario del club, con el balón con el que se jugará.
Imagen secundaria 2 - Arriba: Manuel Jerez, encargado del bar, con un grupo de seguidores.Abajo, a la izqueirda, un operario trabaja en la colocación de una de las gradas supletorias. A la derecha, Antonio Higuera, secretario del club, con el balón con el que se jugará.

Fue el encargado de entregar las entradas a los pocos afortunados que ayer tuvieron la oportunidad de hacerse con alguna. Algunos hacían cola desde las 10.45, aunque la hora de apertura de taquillas estaba prevista a las cinco de la tarde y que tuvo que adelantarse: «El asunto de las entradas es delicado; no nos podemos pasar del aforo».

En el partido ante el Málaga las entradas no eran numeradas, algo que ha cambiado de cara al domingo para garantizar que no se sobrepasa el número de espectadores permitido. «Tuvimos algún problema ese día y el teniente de la Guardia Civil nos exige las máximas medidas de seguridad». El domingo se pondrán a la venta la última tanda, aunque como asegura Antonio «serán muy pocas».

Desde México

El último en obtener papel para asistir al choque fue José Carlos Fernández, mexicano, que después de cinco horas en la fila logró las dos preciadas entradas. Conectado a Escobedo por vía paterna, José Carlos ha prolongado sus vacaciones navideñas para asistir al partido y «ver el ambiente». Seguidor desde la distancia de las hazañas de los camargueses, solo espera «que ganen el partido», aunque con un pero: «en el Sevilla juega un compatriota mío, Chicharito. Tengo el corazón algo dividido».

También tiene su entrada José Manuel Mediavilla, directivo durante la presidencia de Eusebio Arce y socio número 64, que reconoce que el club no ha vivido un momento igual. «A nivel sentimental no hay otro partido hasta ahora que lo supere. Compartimos una historia y con la ayuda de mucha gente hemos llegado hasta aquí. Está claro que no es un partido más». La emoción de José Manuel era palpable, al igual que la de muchos directivos o aficionados viven estos días los nervios previos a un día histórico.

Fundado en 1917, el Escobedo es un histórico del fútbol cántabro que a lo largo de los últimos años siempre ha estado en los puestos altos de la tabla en Tercera División, algo que no siempre fue así. «Eusebio Arce se merece este homenaje por sacarnos del patatal donde jugábamos y por el sufrimiento que pasó para hacer este campo». Las palabras son de otro Arce, Antonio, presidente de la entidad entre 1967 y 1970, que quería perderse lo que se cocía en las entrañas del recinto. «He venido a ver el ambiente», confesaba. Se pone en la piel del Luis Merino a la hora de decidir dónde se jugaba el partido. «Hay que verse en ello, yo al principio pensé que no se podría, pero luego ves que la historia es mejor que se quede en Escobedo».

Así prepara una cita histórica en un club familiar en el que todos hacen un poco de todo. Celedonio Novoa antes regentaba el bar y ahora se encarga del control de entradas, aunque con las medidas de seguridad impuestas el domingo disfrutará como un aficionado más de un partido sobre el que es optimista. «Tenemos nuestras opciones, ellos van a tener muchas dificultades para ganarnos». Otro histórico que estará a pie de césped es José Luis Cuerno, delegado desde hace 20 años del equipo, que ha vivido todas las fases de ascenso de los últimos años y que tiene claro que es «su partido más gordo» desde que está en la entidad. «Se nos ha ido de las manos».

Todo a punto

Mientras los operarios ultiman la preparación de las gradas supletorias o los directivos preparan el atril sobre el que se posará el balón antes del comienzo del encuentro, en el tapete del Eusebio Arce rueda el cuero. Alrededor del primero equipo funciona una cantera que ha tenido que adelantar sus partidos del fin de semana ante la imposibilidad de ocupar el terreno de juego, una cantera que también vive estos días con nervios. «Está muy emocionado. Desde el partido contra el Málaga ya pensaba en qué rival podía tocar», reconoce Arturo Allende, padre de uno de los jugadores del equipo benjamín, que además afirma que desde entonces tiene a sus ídolos en casa. «Después del partido que hizo en la anterior eliminatoria están encantados con Dalisson».

Cola en el EusebioArce para conseguir entradas. Daniel Pedriza

Agotadas casitodas las entradas

Los operarios ultimaban ayer los detalles para dejar listas las dos gradas supletorias instaladas, que tendrán una capacidad de 192 y 111 asientos, respectivamente. El total de entradas disponibles para el duelo era de 1.400, de las que 1.156 se han puesto disposición de socios y público en general en varias fases. Desde media mañana los aledaños se poblaron de aficionados en busca de una de las 40 localidades disponibles que se agotaron en apenas unos minutos tras ponerse a la venta. El domingo en taquilla los aficionados podrán acceder a la última tanda, aunque, a falta del último recuento, serán muy pocas.

Ilusión. Una palabra repetida por directiva, cuerpo técnico y jugadores y que se plasma también en los aficionados, que durante toda la tarde fueron cayendo con cuentagotas por las oficinas de la entidad en busca de unas entradas agotadas desde hace horas. «Ya para el partido de vuelta», le decía entre risas el ex presidente Antonio Arce a dos jóvenes seguidores. Tampoco pudo conseguir entrada María Ruiz, seguidora del Sevilla residente en Tanos que tras dos horas en la cola junto a su hijo se quedó con la miel en los labios. «No es normal que pongan en las redes sociales que hay 40 entradas y ahora de repente solo haya 30». Son los inconvenientes de unas instalaciones modestas que se han estirado lo máximo posible. «Al Sevilla vamos a verle donde juegue cerca, pero podían haber hecho más caja si hubieran ido a otro campo».

Cae la tarde y el ambiente se va tranquilizando. La primera plantilla salta a entrenar intentando alejarse de un ruido que les lleva persiguiendo desde hace semanas. Quino, el preparador físico, reparte los petos, Pablo Casar da instrucciones y los jugadores infantiles cantan el cumpleaños feliz a uno de sus compañeros. Rutina habitual, algo poco visto por Escobedo en los últimos tiempos. Manuel se toma un pequeño respiro en su ambigú después del ajetreo vespertino. No tendrá muchos de aquí al domingo. Mucho trabajo, pero también mucho orgullo. El de David contra Goliat, el de un pueblo contra una urbe. El de un equipo que quiere seguir soñando.

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