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«Calienta por si hay penaltis». El míster del Solares en el descanso de la prórroga no se lo pensó más. Levantó a Luis Samperio del banquillo y le mandó a la banda a realizar ejercicios de calentamiento. «No, no salí en frío. Llevaba quince ... minutos en la banda», recuerda el portero. La decisión no fue improvisada. Samperio ya había detenido varios penaltis en Liga y también en la final contra el Atlético Mineros en la Copa Soberón, la que llevó al Solares a Asturias y que fue exactamente igual que la jugada con el Nalón; se adelantó el Solares, le empataron, a penaltis y... Samperio cumplió.
«No lo pensé mucho. Había que pararlo y ya está». Así de fácil. Samperio adivinó el lanzamiento del jugador del Nalón, el decisivo, el que les mandó al bombo de la Copa del Rey. «Me puse delante y lo que tratas es de desconcentrar al rival, que pierda la concentración y la pegue mal». El portero tomó el testigo de Joni, su compañero bajo palos, que fue sustituido minutos antes de que finalizara el tiempo de juego que daría paso a la tanda de penaltis. «Me dijeron de todo en la grada. En la segunda parte la portería estaba junto a la grada de la afición del Nalón y me dijeron de todo», rememora el guardameta. Sea como fuere, lo cierto es que Joni se despidió con «un hasta luego muy particular». Le dio el testigo a Samperio, que entró para hacer historia con su equipo de toda la vida.
El joven futbolista, de 22 años, se formó en el Solares y después de cumplir con el equipo juvenil de División de Honor con el Bansander regresó a La Estación a disfrutar. Cumple su tercera temporada con el primer equipo y cada día se viene de Liérganes para continuar con su pasión. Desde el pasado miércoles ya puede decir que ha hecho historia con su club. «Fue muy bonito. Ya digo que no pensé mucho. Algo me dijo que iba a pegarla allí y me lancé. Los penaltis a veces son intuición. Tuve suerte y le paré».
Salió corriendo sin rumbo, sin sitio adonde ir y sin ganas de parar. Desenfrenado y desatado, Samperio fue abrazado por los compañeros y manteado después. Normalmente suelen ser los delanteros los protagonistas, con sus goles, pero en esta novela a la que le faltan capítulos por escribir, los porteros tomaron el mando. «Fue una felicidad enorme, porque sabes que si lo paras pasas de eliminatoria y no era una eliminatoria cualquiera». Y tanto.
Samperio es modesto, como el resto de sus compañeros que recuerda el partido con cariño no solo por lo que ellos hicieron, sino por lo que se vivió y se vivirá. «Fueron a vernos unos cuantos y es de agradecer porque fue lejos y además, un miércoles. Ahora lo importante es que lo pasemos bien y que la gente se divierta». Y vaya que lo va hacer.
Y como las cosas en el fútbol pasan tan rápido, lo de su parada del penalti ante el Nalón es ya algo que conviene no olvidar, pero pensando en lo que viene. «El Espanyol es un Primera División y ya jugar con un Primera es un premio. A unos les gustaba el Betis y a otros el Valencia, o la Real, pero da igual porque es un equipo de los grandes y eso para el municipio es una fiesta».
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Marcos Menocal
Bromea con Joni, su compañero de guantes, y no le importa firmar un desenlace similar. «Si hay que parar algún penalti más, se para». No va en broma. Samperio es un especialista y ya anda caliente. «Sería espectacular. Si llegásemos a los penaltis. Algo que no podemos imaginar».
Nadie sabe lo que pasará, lo único que sí conocen es que en el pueblo no hay nadie que no esté haciendo planes para acudir al campo ese 1 de diciembre. Como para perdérselo.
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