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Con ocho años y los nervios antes de un partido, Daniela Hormaechea (Laredo, 2004) no prestó demasiada atención a lo que decían los mayores. Ella y sus compañeras estaban a lo suyo. A centrarse en un partido de fútbol. «Creo recordar que nos lo dijeron, ... pero en ese momento no le dimos importancia». Los mayores les decían que estaban a punto de hacer historia. Las protagonistas del inicio de un camino. El 21 de septiembre de 2013 -aún no se han cumplido ni diez años- en Monte se jugó el primer partido oficial entre dos equipos femeninos en Cantabria. El Monte frente al Reocín. Ganaron las locales por 4-3 en un encuentro de categoría alevín.
En esa foto que aún conserva, Daniela -a la izquierda- lucha por el balón con Cristina en ese partido histórico para el fútbol femenino de Cantabria. «Ya no recuerdo cuántas éramos. Pero pocas. Las justas para jugar y un par de cambios». Camino ya de los 19 años y enrolada en el Athletic C de Segunda RFEF, la pejina rememora sus inicios en el fútbol. «Con tres años les decía a mis padres que quería jugar. Y empecé a hacerlo en el Ampuero, con niños. Luego ya pasé al Reocín, donde estuve los dos años de benjamín». De ahí Daniela pasó ya a militar en conjuntos del País Vasco. Hasta hoy. Los cientos de partidos que ha jugado desde aquel ante el Monte ya hace que algunas imágenes se difuminen en la memoria. «No recuerdo mucho sobre el partido. Sí que jugué de medio». Aunque era sábado, a Daniela la llamaron para jugar con los alevines, ya que alternaba entre esa categoría y la benjamín. «Los sábados jugaba con las benjamines y los domingos, con las alevines». También recuerda que aquel partido era algo «nuevo. Porque siempre había jugado contra chicos y aquella vez, jugaba contra chicas».
Su condición de protagonista de un partido histórico la convierte en una voz más que autorizada para hablar de una década de evolución del fútbol femenino, culminada con el título mundial de España en Sidney. «Ha evolucionado en todo. Yo cuando era pequeña, no veía ningún partido por la tele ni conocía a ninguna jugadora. Solo a las mayores del Reocín. Y a Vero Boquete, que era la que más sonaba en aquel momento». Esa evolución ha sido mucho mayor en el País Vasco, donde juega, que en Cantabria. «Hay mucha diferencia. Aquí solo hay una Liga y allí las hay en todas las categorías». En estos años como futbolista, reconoce que como ha jugado «desde siempre» no ha tenido gran cosa que escuchar en cuanto a faltas de respeto. «Alguno sí me ha dicho que no podía jugar... Pero por esa parte, yo estoy muy contenta».
El título mundial de la selección española tiene que suponer algo. Más visibilidad, más apoyo... Daniela Hormaechea solo pide una cosa. «La gente, si nunca nos ha visto, tiene unas expectativas bajas sobre el fútbol femenino. Que nos den una oportunidad. Que no se van a arrepentir». Ella espera que el Mundial ganado por España «lo refuerce todo. Y nosotras, a seguir jugando».
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