
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A veces bastan 420 segundos para cumplir un sueño. Parecen unos instantes. Y en realidad son solo siete minutos los que Athenea del Castillo (Santander, ... 2000) jugó el pasado viernes con la camiseta de la selección española absoluta en Sevilla ante República Checa. Su debut con la absoluta. Pero reducir la noche de su estreno a unos pocos compases en la manecilla de un reloj tiene truco. Es un espejismo. Una imagen distorsionada. Detrás de ese ratito se esconden horas, días meses y años. Toneladas de trabajo y sacrificio que el viernes se transformaron en un deseo cumplido cuando Jorge Vilda le dijo eso de: 'Athenea, calienta que sales'.
A la del barrio Pesquero le iba «el corazón a mil», y eso que ya sabe de que va esto de ser internacional porque es una habitual de las categorías inferiores de La Roja. La verdad es que no esperaba ni salir al campo, pero a veces cuando todo dice no, el fútbol dice sí. Y en momentos de incertidumbre la fe se hace más necesaria que nunca. «Estaba como un flan, muy nerviosa, pero tenía ganas de salir y hacerlo bien. En el momento en que pisé el campo todos los nervios se me fueron», confiesa la delantera, que al día siguiente celebraba su cumpleaños. Veinte vueltas al sol y una razón más para sonreír. Y no es para menos. La cántabra pudo cumplir «un sueño que tenía desde niña».
Eléctrica con balón, muy técnica y rápida, desde que llegó al Racing Féminas en infantiles dentro del campo siempre ha tenido desparpajo y carácter. Aunque cuando empezó en esto del fútbol era algo introvertida fuera del verde. Este lunes, retazos de esa timidez aparecían de nuevo a la hora de definir su debut. «Si lo tuviese que explicar con palabras no sabría cómo, es más una cosa de sentimiento. Pero si tengo que buscar una palabra sería 'magia' porque para mí fue una noche mágica en la que cumplí mi sueño desde bien chiquitita», confesaba.
Aunque está claro que a sus 20 años Athenea es un máquina de futuro. Una prueba de ello es que ya tiene la vista puesta en su siguiente reto. «Mi próximo objetivo es intentar ir a ese Mundial sub 20 que tenemos con la meta de ganarlo y hacer un buen papel», explica la delantera del Dépor a la que la llamada de Vilda le pilló completamente por sorpresa. «El martes me llamaron para decirme que Lucía se había lesionado y que era yo la jugadora que querían que fuese», recuerda, aunque al principio pensó que se trataba de una broma, un 'vacile'. Tanto que el director deportivo del Dépor, Pablo Pereiro, se tuvo que plantar en casa de la santanderina para convencerla de que era una realidad. Una verdad incontestable, como que un ángulo recto tiene 90 grados o que si llueve y no llevas paraguas, te mojas.
«Me llamó mi director deportivo a las nueve y media o diez de la noche y me dijo: 'Se ha lesionado Lucía y me acaba de llamar Jorge para que vayas', y le dije: 'Pablete, por favor no me vaciles'. Como es vecino mío se presentó en mi casa y me dio la noticia, porque no me lo creía», cuenta risueña. «En ese momento llamé a mi padre, primero no porque igual le daba un infarto y era un infarto que se podía ahorrar si era broma», recuerda entre risas.
Solo tres días después Athenea vestía la camiseta de la Roja en el estadio Olímpico de La Cartuja, en Sevilla. «El viernes debuté. Fue una sensación increíble, un sueño cumplido». Pero antes tocaba viajar hasta Madrid, a Las Rozas, para la concentración con el resto de compañeras de la selección, y la cántabra tenía una pregunta martilleándole la cabeza. «Tenía un poco de miedo, me preguntaba cómo sería todo. Pensaba: 'no conozco a nadie' y es que solo conocía a Teresa y a Nerea, porque había coincidido con ellas en categorías inferiores», cuenta, pero al llegar se disiparon todas las dudas con el recibimiento del equipo. «Lo que más me llamó la atención fue el grupo y cómo me acogieron desde el minuto cero, desde que entré allí. Destacan por su calidad humana, siempre pendientes de mí en todo lo que necesitase».
Risueña y alegre, aunque con un gran carácter competitivo que saca si algo no le gusta, quiere ir despacio. Aprender a mantener el equilibrio entre humildad y éxito cuando la gente vuelve la cabeza a su paso es todo un mundo. Por eso prefiere «ir quemando etapas poco a poco para volver a la absoluta en mejores condiciones».
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Ana del Castillo
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