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La imagen de Pablo Torre enrabietado por no jugar ante Osasuna ya es pasado. El de Soto de la Marina, que sigue buscando su sitio en el Girona, sorprendente líder de Primera, había calentado en la banda y estaba a punto de salir al campo. ... Pero instantes antes de que saliera al terreno de juego, Tsygankov marcó el 2-3 y el técnico cambió de opinión, algo que ya había ocurrido otras veces. Había que amarrar el resultado. Al cántabro no le sentó bien y exteriorizó su enfado, evidenciando la frustración de cualquier futbolista que no juega. Su situación en el Girona contrasta con la que vive en la selección sub 21. El viernes jugó de nuevo con Santi Denia, que sigue confiando en él, y aunque fue suplente marcó en su primera jugada.
Llegó a Montivili en verano en busca de los minutos que no tenía en el Barça. Una oportunidad de forjarse en Primera División en un contexto a priori favorable: cerca de Barcelona, en un club estable y con un entrenador que propone el mismo concepto de fútbol que les gusta al mediapunta... y al Barça. Sin embargo, en trece jornadas solo ha disputado ocho partidos, todos ellos como suplente, lo que ha frenado sus expectativas a corto plazo.
Míchel ya ha manifestado públicamente en repetidas ocasiones lo gran futbolista que es y la confianza que tiene en él. Pero se ha encontrado con una fuerte competencia en un equipo que ya ha conseguido que uno de sus centrocampistas, Aleix García, llegue a la selección absoluta. Y con una dinámica de victoria tras victoria que hace muy difícil entrar en el once. En esas mismas trece jornadas, el Girona ha ganado once partidos, empatado uno y perdido otro. Unos números que le permiten aventajar en dos puntos al Madrid y en cuatro a ese Barcelona que cedió a su promesa. Pero a falta de 25 para que concluya la Liga, sin haber cerrado siquiera la primera vuelta, Pablo Torre está a tiempo de convertir una temporada que ha comenzado sin el protagonismo que hubiera deseado en la de su consolidación como futbolista de Primera.
Su caso es en cierto modo similar al de otro cántabro que emigró a Barcelona, aunque mucho más joven aún: Iván de la Peña. El del Barrio Pesquero, forjado en La Masía y no en La Albericia, dio el salto al primer equipo de la mano de Johan Cruyff, convencido de sus cualidades. Sin embargo, no se llegó a consolidar en el Barça por una falta de experiencia y madurez que poco a poco fue compensando hasta que se reivindicó como un futbolista excepcional, diferente.
En Girona, un Pablo Torre que acaba de cumplir los veinte años y aún está en formación como futbolista afronta una situación difícil para encontrar un hueco en el once titular. La extraordinaria campaña que está realizando el equipo, tanto a nivel individual como colectivo, y la enorme exigencia a nivel físico, que a buen seguro que será muy difícil de mantener, se lo ponen difícil. Pero habrá lesiones y cansancio y será el momento para meter la cabeza y tener ese protagonismo que necesita cualquier jugador.
La fortuna tampoco le ha sonreído. Noviembre se inauguraba con una eliminatoria de Copa en la que el Girona se enfrentaba al San Roque de Lepe, un modesto equipo de Segunda RFEF ante el que Míchel podía dar descanso a sus titulares y, de paso, ofrecerle un contexto en el que pudiera brillar. Sin embargo, días antes se lesionó. Unas molestias musculares sin excesiva importancia, pero que le impidieron viajar y que explican también en parte sus últimas ausencias sobre el césped, aunque sea un fijo en las convocatorias.
Pablo Torre ha disputado hasta ahora ocho partidos de Liga en los que ha sumado 120 minutos. El último de ellos en la décima jornada, por esa concatenación de circunstancias que le han dejado fuera este mes. Plenamente recuperado, la racha de triunfos le puede seguir cerrando puertas, pero cualquier lesión o mala dinámica están en condiciones de abrirle la puerta del once.
Para ello dispone hasta el final de la temporada de cesión que pactaron Barcelona y Girona. Al final, ha llegado del campeón de Liga y juega en el líder. Su actuación en la sub 21 también contribuye a que mantenga el ritmo competitivo y, de paso, demuestre el potencial de quien sigue siendo considerado una de las grandes promesas del fútbol español. Tanto como para que Real Madrid y Barcelona compitieran por su contratación hace solo dos años, cuando aún era un juvenil que jugaba con el Racing en Primera RFEF. El parón de esta semana le puede servir para reivindicarse en el día a día. Aún tiene tiempo de ser importante en Girona; en el líder de LaLiga, e imaginarse con un segundo título.
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