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Iván Orio
Sábado, 11 de junio 2016, 09:05
España inicia una nueva etapa en la Eurocopa de Francia y ha llegado el momento de que algunos futbolistas asuman roles de mayor responsabilidad. Andrés Iniesta, excelso en el último tramo de la temporada, tiene que aceptar sin complejos que es el nuevo gobernador de ' ... La Roja' en el terreno de juego tras la retirada de Xavi Hernández. No se trata de que pierda la humildad, una de las señas de identidad con la que se ha ganado al resto de sus compañeros y también a los aficionados, sino que coja el bastón de mando en el césped en los momentos difíciles y se eche el equipo a la espalda. Su excompañero en el Barça lo hacía con naturalidad por su madera de líder, pero al de Fuentealbilla le cuesta más, como si su timidez le frenara. Los futbolistas llamados a protagonizar el relevo generacional necesitan guías en los que apoyarse cuando las cosas no funcionan bien y, en este sentido, Iniesta ya no puede refugiarse en un segundo plano.
La salida de Xavi Hernández no sólo dejó huérfano el centro del campo de la selección, sino que también le privó de un jugador al que el resto del vestuario miraba en los contextos negativos para saber cómo tenía que reaccionar. Él y su amigo Iker Casillas capitanearon el equipo con mano firme, en el mejor sentido de la expresión. Símbolos del Barcelona y del Real Madrid, no dudaron en intervenir en la caseta española cada vez que lo consideraron necesario y afrontaron juntos asuntos tan espinosos como el deterioro de la relación en el seno del combinado nacional por la rivalidad mal entendida entre los internacionales culés y 'merengues'. No les resultó nada fácil por las trabas que encontraron en ambos bandos, pero el futuro de la selección llegó a estar en juego y tuvieron que demostrar quién mandaba allí. Jose Mourinho, por aquel entonces técnico blanco, nunca perdonó al portero su llamada de reconciliación a Xavi.
Por fortuna aquellos episodios se han extinguido, más allá del pique habitual antes, durante y en los días posteriores a los clásicos. Pero España necesita un líder sólido en la plantilla, un referente unánime capaz de apagar incendios si éstos se produjesen y que ejerza de intermediario de confianza con Vicente del Bosque si a alguno de sus compañeros le sucediera algo que le inquieta o le resulta injusto. En principio quien parece haber adoptado ese papel es Sergio Ramos, quien no dudó en dar la cara 24 horas del desastre frente a Georgia para pedir paciencia a los aficionados y al entorno y lanzar un mensaje de tranquilidad de cara al inminente estreno en la Eurocopa. Sin embargo, aún le falta dar un paso al frente sin fisuras para ganarse de maner definitiva a todo el vestuario, una mezcla de futbolisas de catorce clubes diferentes que sólo se ven de cuando en cuando por los compromisos internacionales.
Aunque prestan sus servicios en los dos eternos enemigos, Barça y Madrid, el central de Camas mantiene una excelente relación con otro Sergio, Busquets, quien ha ganado mucho peso entre los integrantes de la selección tras las retiradas de Xavi Hernández y Xabi Alonso y por el paulatino segundo plano de Casillas en asuntos de liderazgo. El pivote azulgrana, el ancla de su equipo y también de 'La Roja', es el interlocutor habitual de Ramos, lo que le podría abrir las puertas de un sector del vestuario poco proclive a contarle sus confidencias y preocupaciones. Piqué también podía haber sido otro hombre que emergiera como eventual 'embajador' de la plantilla. Sin embargo, sus salidas de tono en las redes sociales y su en ocasiones exacerbado forofismo blaugrana le han penalizado internamente. Nadie cuestiona que es un futbolista determinante en el entramado defensivo español, pero su liderazgo nacería debilitado.
A sus 30 años recién cumplidos, Sergio Ramos tiene que demostrar que la veteranía es un grado y también servir de puente entre los compañeros con los que compartió los mayores éxitos del fútbol nacional y quienes están llamados a coger el relevo. Gobernar el barco con viento a favor es sencillo. Lo complicado, lo que demuestra si alguien tiene madera de líder, es hacerlo cuando los síntomas de tormenta son evidentes. En Brasil se perdieron muchas cosas después de seis años inimaginables y los campeones no pueden permitirse el lujo de sentir el vacío en los momentos complicados. Preguntado por quiénes son ahora los pesos pesados de la plantilla en una entrevista con este periódico, Del Bosque respondió: "Los jugadores deben tratar de que en la selección haya la mejor convivencia posible, aparcar los enfrentamientos que pueda haber entre sus clubes".
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