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Enrique Yunta
Domingo, 12 de junio 2016, 17:18
Vicente del Bosque capea el temporal como puede, imponiendo ese estilo tan suyo en el que todo parece un remanso de paz. Se enfada y tiene sus momentos, aunque cueste creerlo, pero trata siempre de mantener la cordura, y más ahora que la selección ... española está en boca de todos por el caso De Gea. Al técnico le sorprendió la información que alteró la siesta del viernes en la concentración y ha vuelto a poner de manifiesto su capacidad para negociar la polémica, prudente hasta que no se sepa nada más. «Tengo que creer a David», analizó con frialdad.
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Como no parece que hoy vaya a anunciar qué decisión tiene tomada sobre la portería, hasta más o menos una hora antes del encuentro ante los checos no se dejará de hablar. Ha habido debate durante todos estos meses, que si Casillas o De Gea, alimentada la polémica porque el ahora guardameta del Oporto no es tan decisivo como antes. Y se calienta el tono porque muchos opinan que al futbolista del Manchester United le puede afectar la tormenta, observado con lupa y al que el más mínimo error le puede arruinar. Teniendo en cuenta la manera de proceder el entrenador en ocasiones anteriores, parece poco probable que vaya a cambiar de opinión y siente a De Gea, al que todo el mundo daba como titular desde hace semanas. «Le daremos las vueltas que sea necesario, pero las mismas que antes del episodio de ayer (por el viernes)», comentó en Radio Marca.
Del Bosque tiene confianza en De Gea -«Creo al chico, y con la impronta y la naturalidad con la que dijo que era mentira, le tengo que creer»- y espera que en la selección persista las buenas sensaciones que palpó en la concentración de Schruns y también en Las Rozas con la llegada de todos los internacionales. Pero es otro fuego que sofocar, sin duda el de mayor magnitud ya que nunca antes hubo investigaciones policiales de por medio. Pese a todo, la paciencia del preparador parece infinita.
La exhibió después del Mundial de Brasil, de infausto recuerdo y no solo por los resultados. Hubo actitudes cuestionables y algún que otro rifirrafe en Curitiba, ya sabido el incidente que tuvo con Cesc en pleno entrenamiento cuando el equipo ya estaba eliminado y aún tenía que disputar el último duelo ante Australia. Aunque luego le restó importancia, se produjo una discusión y afeó al futbolista por su falta de actitud. Ya después, en el mismo partido ante Australia y para poner el broche a un torneo lamentable, Gerard Piqué se sentó en el banquillo y se dedicó a tomar el sol. Ambos son uno de los fijos en la selección y siguieron acudiendo a las llamadas del técnico.
Del Bosque no es persona de gritos ni de broncas, pues siempre trata de entender a los futbolistas porque él lo fue antes e incluso medió en 2009 para que Dani Güiza no fuera castigado después de que su exmujer pasara la noche en el mismo hotel de concentración. «Debemos de ser muy exigentes con todo lo que rodea a la selección, aunque a veces haya algún episodio en el que no nos comportamos como debiéramos, y lo digo por mí mismo. Es un tema de mucho calado representar a nuestro país», añadió. «Otros se preocuparon de mí para que yo fuera correcto, y en ese sentido hay que perder todo el tiempo que haga falta para que los comportamientos sean ideales».
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