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Javier ASprón
Martes, 21 de junio 2016, 11:58
En 1998, Davor Suker, estrella rutilante del Real Madrid y novio de la famosísima Ana Obregón, llevó a Croacia hasta las puertas de la final en su primera Copa del Mundo como nación independiente a base de goles. Solo la anfitriona, Francia, conseguía detener ... a un grupo de enorme talento que acabó en el tercer escalón del podio tras derrotar a Holanda en la final de consolación. Suker acabó aquel torneo como Bota de Oro y con el reconocimiento tácito de mejor futbolista de la historia de Croacia.
Cuando se retiró, Suker encontró más atractivo en los despachos enmoquetados que en los banquillos, y en 2012 se convirtió en presidente de la Federación de fútbol de su país (HNS) sucediendo en el cargo a Vlatko Markovic, uno de sus padres deportivos, quien falleció un año después.
Desde su llegada a la HNS, Suker se ha enfrentado abiertamente a los grupos ultras, sobre todo a los del Dinamo Zagreb y Hadjuk Split, los dos que presumen de ser los más violentos del país, lo que a su vez ha provocado que estos radicales obvien sus diferencias para unirse contra el enemigo común. Croacia suma más de un millón de euros en multas por los incidentes de sus ultras (100.000 se sumaron ayer por las bengalas y los disturbios en el República Checa-Croacia de la segunda jornada).
Suker ha pasado de héroe nacional a ser considerado un apestado para estos grupos violentos. Le quieren fuera de la Federación, y para ello están dispuestos a todo, incluso a forzar la expulsión de Croacia de la Eurocopa a base de altercados. En Burdeos se espera a un centenar de estos ultras, mientras Suker sigue jurando y perjurando que acabará con ellos.
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