Fallece Pedro Antonio Bueno, 'Pipi', colaborador de El Diario Montañés y varios clubes de Cantabria

El fútbol cántabro está de luto. Pedro Antonio Bueno de la Torre, más conocido como Pipi, falleció este miércoles en su ciudad natal, Santander, a los 80 años. Polifacético colaborador de varios clubes, principalmente del Toluca; empleado del Racing; informador del fútbol cántabro para El Diario Montañés y hasta ayer seguidor y colaborador del Tropezón de Tanos, Pipi fue quien evitó que el nombre del Rayo Cantabria cayera en el olvido cuando pasó a convertirse en el Racing B en 1993, advirtiéndoselo al desaparecido presidente Ángel Meñaca, que inscribió en la Federación Cántabra al Deportivo Rayo Cantabria.

Nació en Santander el 30 de abril de 1940. Hijo de un famoso odontólogo y mal estudiante del Instituto de Santa Clara, desde su infancia prefirió dedicarse a las labores menos vistosas del fútbol y muy pronto entraría a colaborar con varios equipos de la capital, llevando a cabo diversas funciones de apoyo. Primero en los equipos playeros de veteranos, como el Mánchester, que dirigía Taco Alonso, o el Barlovento. También estuvo ligado al Toluca y a sus equipos filiales, y más tarde al Cervantes, Rayo Cantabria, Albericia, Nueva Montaña y Bansander, entre otros, actuando de delegado en algunas ocasiones y, sobre todo, vigilando y controlando la disciplina de los futbolistas, de los que conocía su vida, sus problemas y... todo.

A pesar de su apariencia distraída, tenía una gran memoria, prestaba atención a los detalles aparentemente triviales de las competiciones y en ocasiones descubrió y denunció irregularidades de los equipos contrarios, como falsificación de fichas y otras actuaciones antirreglamentarias. También fue habitual su estampa en los fines de semana de El Diario Montañés, tanto en Moctezuma, donde comenzó a colaborar, como en La Albericia y alguna visita a la Avenida de Parayas. Siete lustros pegado al teléfono –al fijo– a la caza del resultado.

Su vinculación con el Racing también fue prolongada. Aunque era poco hablador, se sentía orgulloso de ser descendiente de uno de los jugadores legendarios del Racing, concretamente de Fernando de la Torre Isla, que jugó entre 1916 y 1921. Era habitual verle por la antigua sede del Paseo Pereda, en tiempos de Emilio Bolado, y aún colaboró algunos años más con los verdiblancos, tras la transformación en sociedad anónima deportiva.

Fue el Toluca el club con el que tuvo más vinculación. En 2018, los exjugadores de este legendario equipo que en 1970 impactó a la afición española presentando en el campo hasta cinco exinternacionales, liderados por Marquitos, le distinguió con un premio especial a su dedicación en las labores de apoyo deportivas que le hizo entrega el  entonces concejal de Deportes de Santander, Juan Domínguez. Colaborador del Tropezón, hasta la semana pasada continuó impulsando la venta de participaciones de lotería del club torrelaveguense. Debido a la situación sanitaria, el sepelio se llevará a cabo este viernes en la intimidad familiar.