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Final del camino. Mauri Mínguez se retira. El mediapunta de Cazoña ha decidido colgar las botas. A sus 38 años el ya exjugador de la Cultural de Guarnzio cierra una larga trayectoria en el fútbol modesto con más de quinientos partidos y cien goles. «El fútbol me ha acompañado toda la vida. Desde bien pequeño, en el barrio, el balón era mi compañero. Ahora toca decir hasta aquí. Me retiro después de toda una vida enamorado de este bendito deporte».
El duelo del 30 de abril ante el Sámano en El Vallegón quedará marcado como el punto final del recorrido tras vestir la zamarra verde durante cuatro temporadas en dos etapas diferentes. Se va «con orgullo, sentimiento verde y profesionalidad». «Ya que tenemos dos críos y nos llevan mucho tiempo junto con el trabajo», explica, y aunque «podría seguir un par de años más, es mejor echarse a un lado y dejar sitio a otros». «No quiero estar en el campo y no poder ni moverme».
Se emociona al hablar de la Cultural: «Para mí lo es todo. Recibir tanto cariño me ha hecho sentir especial. Es la afición más fiel que me he encontrado; siempre nos ha arropado, en las buenas y en las malas».
Está agradecido a su padre, que le ayudó a seguir jugando cuando tuvo una grave lesión y estuvo a punto de abandonarlo tras su paso por el Verín: «Le doy las gracias a mi padre porque gracias a él comencé a jugar y me ha seguido por todos los campos hasta el último día. Agradezco el esfuerzo que ha hecho y gracias a él yo estoy aquí».
Dio sus primeros pasos como futbolista en el colegio Gerardo Diego. Después llegaron el Pronillo, Pandas, Bansander, Peña Oscar y Alavés, en su etapa como futbolista de base. Se marcó a Vitoria a los 15 años en lo que fue una experiencia dura que le sirvió para crecer, como deportista y persona. «Fui solo. Al principio estuve un mes con unos compañeros del tercer equipo y después me metieron en una residencia de estudiantes. Es duro dejar a la familia, y eso que no estaba lejos, así que cuando tenía un par de días me venía», recuerda.
Se retira tras meter a la Cultural en la fase autonómica de la Copa RFEF, pero no se conforma: «Se merece estar en una categoría aún superior». Ahora se centrará en la familia y en un trabajo ya alejado del fútbol, pero será «socio de por vida» del club de Guarnizo: «Me dio la oportunidad de volver a jugar al fútbol tras mi lesión y es el que mejor me ha tratado».
Hacer balance le lleva tiempo: «Han sido 20 años de profesional tras los que poco queda del niño que empezó, pero la ilusión de ese niño nunca la he perdido». Su retirada es de hecho un alegato en defensa del fútbol: «He vivido cosas que si no fuesen por este maravilloso deporte no hubiese vivido. He conocido el éxito y el fracaso y me ha enseñado a caerme y a levantarme. He conocido a gente maravillosa y me ha dado amigos para toda la vida. Solo puedo dar gracias a este deporte por enseñarme a vivir».
En total ha transitado por doce clubes: Alavés B, Don Benito, Écija, Alcalá, Marbella, Barakaldo, Motril, Binefar, Verín, Laredo y Bezana antes de aterrizar en Guarnizo y encontrar su sitio en la Cultural. Veinte años de trayectoria profesional durante los que ha militado en varios grupos de la extinta Segunda B y de Tercera. La espina que se le queda clavada es «no haber tenido ninguna oportunidad en el primer equipo del Racing».
Eligió la Cultural para pasar sus últimos dos años como jugador y «ha ayudado a poner los cimientos para asentar al club en Tercera RFEF», reivindica el presidente del equipo de Guarnizo, José Luis López.
«Espero y deseo que todos mis compañeros y representantes se hayan sentido orgullosos de mí, de la misma manera que yo me siento feliz de haber compartido con ellos todo este tiempo», dice en un momento en que pone fin a su etapa como futbolista, pero no a su pasión por el fútbol. «Este es solo el final de una parte de mi historia de amor con este deporte; la de futbolista. Aunque bien seguro el balón seguirá rodando cerca de mí. ¡Muchas gracias y hasta pronto!», concluye.
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