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En mayo de 2014, el Racing fue noticia a nivel nacional por una conducta racista sufrida por uno de sus entonces futbolistas: Mamadou Koné. Casi una década después, parece que no ha cambiado nada; que la sociedad no sólo no ha evolucionado, sino que ... ha ido para atrás. La ignorancia y la maldad son cíclicas, también en el deporte. Lo que está sucediendo con Vinicius es muy grave, pero no tiene nada de nuevo. Ni siquiera en el fútbol cántabro, donde en este siglo ha habido varios sucesos destacables.
Sin duda, ese episodio de Koné es el más relevante. 18 de mayo de 2014. El Racing visita al Llagostera en el partido de ida de la fase de ascenso a Segunda. En un lance del encuentro, desde la mínima grada del campo gerundense, una mujer se pone en pie para dirigirse a Koné e imitar a un mono. Rascándose los sobacos y emitiendo sonidos cual gorila de Cabárceno. «Ya se retrata ella sola», decía el futbolista costamarfileño en su cuenta de Twitter.
La mala fortuna para la señora de las gafas de sol oscuras es que las cámaras de televisión estaban ahí, fijándose en su actuación y su imagen corrió como el exdelantero africano del Racing. El club local no tardó en identificar a la protagonista, prohibirle la entrada a su estadio y comunicar toda la información a los Mossos. No le salió barata la broma. Taquillera en el museo del Fútbol Club Barcelona, fue despedida por la entidad blaugrana de inmediato.
Pese a su colaboración, el Llagostera también pagó las consecuencias. Ascendido esa misma temporada al fútbol profesional, el club tuvo que disputar su partido contra el Leganés a puerta cerrada después de que la Federación Española le sancionase.
El de Koné fue el tercer suceso de esta índole en apenas un mes en el fútbol nacional. Así que el costamarfileño incluso recibió la visita en Santander del secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal. «He pedido perdón a Koné en nombre del deporte español», indicó el político. «Hechos como este serán perseguidos de manera contundente, porque no dejan de ser actos delictivos que manifiestan un odio que no se puede permitir», agregó. Nueve años después, la vida sigue igual de mal.
Era un momento de especial sensibilidad con el asunto, porque apenas unas semanas antes, el 28 de abril, en el estadio de El Madrigal -ahora La Cerámica-, el exbarcelonista Dani Alves -en la cárcel actualmente por una presunta violación- se disponía a sacar un córner. Desde la grada, un espabilado le tiró un plátano y el futbolista brasileño, irónico, peló la fruta y se la comió. El asistente, a su lado, flipaba. Como en el caso de Vinicius, por tratarse de un jugador del Barça, el asunto tomó un gran calado.
La semana siguiente, el protagonista fue el exracinguista Pape Diop, entonces en el Levante. «Fui a sacar un córner y me hicieron el grito del mono y para quitarle hierro empecé a bailar como un mono, pero no me giré para insultarles ni nada», explicó el jugador senegalés, quien además pidió perdón «por si he faltado al respeto». Claramente, no hacía falta. A cuenta de estos tres casos apareció un eslogan en las redes sociales: #TodosSomosMacacos.
Y no fue la única vez Diop ha tenido que escuchar barbaridades desde la grada. Porque lo sucedido con Vinicius no es que suceda pocas veces, es que la mayoría de ellas no trasciende porque los futbolistas afectados aprietan los dientes, se ponen el chubasquero y tiran hacia delante.
En 2006 se produjo otro episodio similar. También con otro jugador del Fútbol Club Barcelona. Lo de meterse con Samuel Eto'o por su color de piel era recurrente en todos los estadios por los que pasaba. El 'uh, uh' era hilo musical. También en los Campos de Sport. Tras la visita azulgrana a El Sardinero, el 17 de septiembre, el Comité de Competición decidió sancionar al Racing con 3.000 euros de multa por los gritos racistas contra el camerunés durante el partido de Liga disputado en el feudo verdiblanco. Competición valoró como atenuante que el Racing solicitase por megafonía que remitiesen los sonidos. Al Zaragoza, por reincidente, le cayeron 9.000 euros, también con Samuel Eto'o de por medio. En La Romareda, el africano amenazó con abandonar el terreno de juego.
Recientemente, se produjeron sendos episodios de racismo en partidos de los equipos cántabros de Segunda RFEF. En concreto, en uno de la Gimnástica y otro del Laredo. El pasado mes de abril, el club torrelaveguense y el Burgos Promesas unieron sus protestas en un comunicado conjunto contra los insultos que recibió el portero del conjunto burgalés, Loïc Badiashile, por parte de uno de los aficionados blanquiazules durante el partido jugado en Los Castañares. El acta del colegiado de la contienda recogió los improperios escupidos desde la grada, que obligaron a detener el partido por espacio de más de tres minutos. La entidad de El Malecón suspendió al socio número 234 hasta que la asamblea decida las medidas a tomar.
Algo similar ocurrió en San Lorenzo en el duelo entre el Laredo y el Valladolid Promesas, cuando Cedric, jugador pucelano, « se acerca a nosotros y nos comunica que ha recibido insultos racistas desde la grada contraria a la banda de banquillos», según el acta arbitral del colegiado Agudo Daza. «Este hecho se lo ponemos en conocimiento al delegado de campo de inmediato para que comunique por megafonía que cesen dichos comportamientos». El asunto se quedó ahí.
A los dirigentes del fútbol nacional se les llena la boca estos días con sus posturas y medidas contra el racismo, pero sólo se ha suspendido un encuentro en Primera y Segunda División por gritos contra un futbolista. Y no fue por el color de su piel. En concreto, se trató del choque entre Rayo Vallecano y Albacete, en diciembre de 2019, cuando parte de la afición madrileña cantó 'puto nazi' al ucraniano Roman Zozulia, de reconocida ideología de ultraderecha. Y, ¿qué tiene que ver en todo esto el fútbol cántabro? Pues el origen del árbitro, López Toca, que fue quien tomó la decisión de parar al descanso un encuentro que se retomó tiempo después, a puerta cerrada. Dos años antes, los propios seguidores franjirrojos rechazaron la contratación del delantero por sus posicionamientos políticos.
Por último, un futbolista cántabro fue acusado de comportamientos racistas, aunque todo se quedó en los comentarios procedentes del brasileño Neymar, del PSG, en sus encontronazos con el lebaniego Álvaro González, entonces en el Olympique de Marsella. El carioca no pudo demostrar que el zaguero montañés le hubiese hecho algún tipo de comentario en referencia a su raza.
Es muy reciente. Del pasado mes de abril. La Gimnástica visitaba al Burgos Promesas y un aficionado blanquiazul profirió insultos racistas contra el portero del cuadro castellano, el francés Loïc Badiashile. El árbitro detuvo el encuentro durante tres minutos y recogió los hechos en el acta. Gimnástica y Burgos emitieron un comunicado conjunto de condena y el club torrelaveguense suspendió de inmediato al socio número 234. La asamblea decidirá su futuro.
En otro momento del fútbol español similar al actual con Vinicius, el exbarcelonista Samuel Eto'o se convirtió en el blanco de todos los insultos racistas. También en su visita a los Campos de Sport en septiembre de 2006. Los cánticos de 'uh, uh', simulando a un mono, desde la grada, le costaron al Racing una multa de 3.000 euros por parte del Comité de Competición. Le sucedió en otros estadios como La Romareda o el Coliseo Alfonso Pérez de Getafe. En Zaragoza amenazó con marcharse.
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