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Explosión, punto de inflexión, la lotería... El fútbol femenino cántabro, al igual que el del resto del país, encuentra mil palabras para definir lo que supone una estrella bordada en la camiseta de la selección femenina. Campeonas del mundo. Pero jugadoras, entrenadores y responsables de la federación coinciden en que ha comenzado una nueva era. El título de Sidney ayudará a consolidar de forma definitiva un fútbol femenino que desde hace algunos años ya daba pasos importantes.
Ella fue la primera federada en fútbol en Cantabria. La que abrió el camino que luego han seguido otras. Cada año más. Silvia Martínez, ahora jugadora en el Avilés asturiano, tiene claro lo que significa esa Copa del Mundo. «Ya no solo es un punto de inflexión. Es la cúspide de lo que tiene que venir ahora». Aunque ve casi imposible «llegar a la equidad con el fútbol masculino» y lamenta que las futbolistas tengan que ganar títulos «muchas más veces que ellos» para que se las reconozca, el cambio que supone esa estrella «esta vez es de verdad. Ylas cosas van a cambiar. Porque la repercusión ha sido mucho mayor».
Tanto en su faceta de jugadora como de entrenadora en categorías inferiores, Martínez ya veía hace años «un cambio de mentalidad» en padres y madres a la hora de afrontar que su hija les diga que quiere jugar al fútbol. «Los balones de Oro de Alexia, las Ligas de Campeones del Barça... Han ayudado. Pero este Mundial es el cambio». En Piélagos, donde vio el partido en pantalla gigante con unas amigas, «hubo sorteos y las camisetas de España, las femeninas, se agotaron todas». La que fue capitana del Racing Féminas en cientos de partidos confía en que el título mundial suponga «un 'boom' del fútbol femenino. Y de eso sale luego la calidad».
La primera federada en la región ni se imaginaba un éxito así «hace 25 años». Yle llena aún más de orgullo ver como campeona del mundo a alguien con quien compartió vestuario. «Ver a Athenea... Ya le dije que iba a llevar a Cantabria a un nivel más alto». Aunque las bases de los clubes femeninos ya están asentadas, «a partir de este momento esos clubes tienen que tomar las riendas en cuanto a la profesionalización de las jugadoras. Y ahora se puede pedir y reivindicar mucho más. Somos las mismas que los que ganaron el Mundial en 2010».
El amistoso del Racing Féminas del domingo por la tarde en Tanos ante el Avilés, el equipo de Silvia Martínez, fue algo distinto. «Las chicas iban con las banderas de España... Lo vivieron como algo suyo». Mario Ortiz es el entrenador de las verdiblancas, el equipo femenino de mayor rango en la región y que milita en la Segunda RFEF. «Aún no nos lo creemos», señala en relación al triunfo de la selección en ese partido para la historia en Australia. «Va a ser un punto de mucho nivel en todo y que puede suponer una inyección a modo de dinero para asentar el fútbol femenino».
Ortiz no se atreve a cuantificarlo, pero vaticina «un empujón muy grande» en cuanto a licencias. «Esas niñas –en el Racing Féminas hay un total de 100 jugadoras– que tienen el gusanillo del fútbol van a dar el paso de decir 'papá, mamá, llevadme'. Se va a notar. Y los clubes estaremos disponibles para contentar a las que quieran venir». Para los equipos profesionales, la estrella servirá «para que vean que nosotros también funcionamos y que lo hacemos bien.
Ortiz no era tan optimista sobre un título de España en el Mundial. «Tenían equipo y venía que podían dar un susto, llegar a semifinales... Pero todo ha sido súper rápido», porque España tan solo ha participado «en tres Mundiales. Si los comparamos con los muchos que han jugado los chicos... Es una hazaña importante». Un logro que «lo va a acelerar todo». Pero a juicio del míster verdiblanco, habrá que saber gestionarlo. «Lo importante será no distraerse, porque queda mucho por hacer. Hay que conseguir la mayor profesionalización posible, la mayor difusión, que se retransmitan partidos... Queda seguir trabajando. Pero el título es un plus para reforzar todo esto».
Ortiz confía en que ese título mundial ayude a combatir lo más desagradable. Esas descalificaciones que las chicas aún tienen que escuchar desde la grada. «En todos los sitios hay energúmenos y los seguirá habiendo. Pero en cuanto ya no haya tanta distinción en cuanto a fútbol femenino y masculino, yo creo que este título sí ayudará. Y con la mayor difusión del fútbol femenino, esa gente va cayendo por su propio peso».
El impulso para el fútbol femenino será de tal calibre que Carlos Toledo, secretario general de la Federación Cántabra de Fútbol, señala que supondrá «un antes y un después» en el balompié para ellas. Aunque las cosas ya venían cambiando –a mejor– desde hace tiempo, con los «planes estratégicos» que hace la Española con las territoriales. En Cantabria, en 2019 había 800 licencias femeninas y la pasada temporada se cerró con casi 1.200. «Es un crecimiento exponencial», relata y uno de los mejores ratios en cuanto a federaciones nacionales, ya que el aumento de licencias femeninas «siempre ha sido uno de los objetivos del presidente, José Ángel Peláez». En la región se llevan a cabo programas específicos diseñados para las más pequeñas, para que a través «de películas y juegos», se familiaricen con el balón, o con colegios que estén próximos a clubes de fútbol femenino. Y aunque solo hay tres en categorías nacionales, en la Liga regional femenina «hay 19 equipos inscritos» para este próximo curso. El secretario general de la Cántabra no se quiere olvidar «del trabajo de los clubes. Hay que resaltarlo. Y mucho».
Toledo incide en que el Mundial debe servir para que «los padres que históricamente han tenido reticencias a apuntar a sus hijas al fútbol, lo hagan». Ese «cambio de mentalidad», a su juicio, es lo que a buen seguro ha logrado la estrella que ha viajado desde Australia. «Y que vean que las niñas disfrutan con un balón. Al menos que lo prueben. El gusanillo vendrá o no vendrá». De esas faltas de respeto que aún soportan las que juegan, Toledo añade que «es lo que queremos todos, que se acaben. Siempre quedará una mínima reminiscencia. Pero vamos callando bocas poco a poco».
«Somos el club con más licencias de fútbol femenino de Cantabria. Tenemos 150 niñas, repartidas en un equipo benjamín, dos infantiles, otros dos alevines, tres en sénior y el de categoría nacional». En el Monte Soccer no ocultan su alegría por el título de España en el Mundial. «Va a ser un impulso al fútbol femenino increíble. El crecimiento ya estaba siendo bastante grande, pero era lo que nos faltaba. El empujón para esas niñas que quieren jugar al fútbol», estima Pedro Santander, director deportivo del club santanderino y que desde el cambio de propiedad, ha pasado a ser «exclusivamente femenino».
A su juicio, el gran cambio que traerá la estrella será la eliminación definitiva de los prejuicios de los padres y madres a que sus niñas den patadas a un balón. «Esos tabús se han ido quitando. Y aunque todavía hay algo de 'eso es de niños', yo creo que con esto llega el momento de que se acabe. Porque las niñas ven que pueden jugar y ser profesionales». Las pequeñas que llegan al Monte «vienen con intención de probar y sus familias, con dudas de si les gustará el fútbol o si se acoplarán a un colectivo». Pero ver dos campos de fútbol «llenos de niñas les tranquiliza y quita miedos a los padres y madres». El cambio a mejor, antes del título de España, ya se notaba en que incluso «padres de niñas de cinco años ya nos han llamado diciéndonos que sus hijas querían empezar a jugar». Esas pequeñas que empiezan «ojalá no tengan que escuchar más aberraciones», sentencia Santander. «Esperamos que la gente se mentalice», añade en relación a unos equipos que «hasta infantiles, tenemos que jugar con niños». «Esta estrella debería ayudarnos a ver que estamos en un momento de igualdad. Que un partido son once contra once, sean niños o niñas. Tenemos una estrella masculina y otra femenina».
El impulso de las Bonmatí, Putellas o Athenea debe traducirse, a juicio de Santander, «en que todos pongan de su parte: la Federación, las instituciones... Para que la evolución no llegue a estancarse». El empuje al fútbol femenino que acarreará esa estrella «hay que gestionarlo bien y aprovechar la ola. Para que vean que el fútbol femenino tiene potencial», destaca el director deportivo del Monte Soccer. El deseo es que el título se traduzca en «instalaciones, en mejoras para las niñas, en subvenciones para la sostenibilidad de los clubes...».
«Para los que llevamos siete años con esto... Nos ha tocado la lotería». Rafael Oceja, fundador y gerente del club Oceja, en Santillana del Mar, está como un agraciado con el Gordo de Navidad el día 22 de diciembre. El club, que finalmente jugará en la Tercera RFEF este próximo curso, tiene 108 niñas distribuidas en seis equipos y una academia. Y el Oceja ya siente el poder de la estrella que ha llegado desde Australia. «Hoy –por ayer– ya se han acercado seis o siete padres para apuntar a sus niñas a la academia».
Y que a esas pequeñas no les hagan ninguna pregunta por su decisión de jugar al fútbol «es el mayor logro» tras el partido del domingo en Sidney. «Si ya dábamos pasitos, esto es un espaldarazo». A la vez, esos padres, al llegar a un club como el Oceja, «ven una estructura de fútbol femenino, que ya no son equipos mixtos... Las niñas que prueban a jugar con otras niñas ya no quieren saber nada de equipos mixtos».
Los mensajes por el móvil volaron el domingo entre el fútbol femenino cántabro. «Nos felicitamos entre todos». Su labor, altruista, ingrata y que en el caso de un equipo nacional como el suyo «cuesta un dinero grande», se ve recompensada con un éxito «que da ilusión». El título mundial debe suponer «un cambio radical en todo. Que se nos escuche, que las instituciones nos apoyen, que se haga algún campo más... Porque hay problemas de horarios al compartirlos con equipos masculinos». El brillo de la estrella acelerará también «el que se callen bocas. Aún sufrimos esas voces discordantes. Cada vez son menos. Pero ahora, se nos va a ver de otra forma».
Entrenadora de un equipo femenino, el Laredo, y jugadora en el San Ignacio bilbaíno, Andrielly Nascimento no duda en afirmar que el título de la selección supone «la ilusión de que se están haciendo bien las cosas. Demuestra que todo el sacrificio y lucha merecen la pena». En su equipo juegan 21 futbolistas. «De 13 años, 16.. De ahí para arriba». La llegada de jóvenes futbolistas al club todavía es escasa. «Sería lo ideal que se apuntaran más. El club tiene la ilusión de hacer un equipo entero de alevines o infantiles, pero de momento no hay niñas».
Andrielly estima que ya «no hay tanta reticencia» por parte de padres y madres a que sus hijas jueguen al fútbol. «Y después de lo de ayer... En Cantabria esperamos que sea un punto de inflexión». Ella juega en el San Ignacio, en un fútbol vasco «totalmente distinto» al que hay en Cantabria. «Nos sacan años de ventaja». Aunque la buena noticia para esta próxima temporada es que «aunque aún no tenemos calendario, nos han dicho que hay 19 equipos en la Liga Preferente».
Lo que no tiene tan claro la entrenadora del Laredo es que el logro de Sidney se traduzca en más respeto para las mujeres que juegan al fútbol. «Se habla poco de ello, de esa falta de respeto. Lo hay. Y mucha. Yo creo que costará que cierren la boca».
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