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Apenas faltaba un minuto para el final del tiempo reglamentario. El Iguña y el Atlético Deva jugaban en Molledo su partido dentro del grupo A de la Segunda Regional. Ganaban los locales por 2-1. Y en ese minuto 89 sucedió todo. Una tangana, ... una tarjeta roja a un jugador del Deva, Mario González... Y en una de esas acciones que jamás se deben ver en un campo del deporte que sea, el futbolista propina un empujón que manda al suelo al colegiado, Alejandro Hernández Rodríguez. Como dicta la normativa de la Federación Cántabra de Fútbol, partido suspendido. En el acta del partido, el colegiado recogió que el agresor, tras «protestar de forma ostensible» una decisión suya y mostrarle la tarjeta roja, le propinó «un empujón cayendo al suelo». Tras salir de las instalaciones de Molledo el colegiado se dirigió al hospital de Sierrallana, donde valoraron su lesión -sufre unas molestias en la espalda- y a continuación se dirigió al cuartel de la Guardia Civil a poner la correspondiente denuncia.
El entrenador del Atlético Deva, Juan Andrés Astarloa, relata cómo vio él la jugada que deriva en la expulsión de su jugador. . «Mario González iba a sacar una falta, pero un jugador contrario se puso delante para que no sacara. Además, el jugador del Iguña le da una patada al balón y lo desplaza. A continuación nuestro jugador empujó al contrario, sin mucha fuerza, pero el jugador hizo el paripé buscando la expulsión de Mario. Entonces el colegiado, sin mediar palabra, se acercó al chaval y le sacó la tarjeta roja. En ese momento nuestro jugador, por la tensión del partido, empujó al colegiado». Mario González es más que consciente de su error, porque desde la directiva del Deva se señala que «el jugador expulsado pidió ayer al club que le haga llegar una carta al colegiado, expresando que se encuentra arrepentido por lo que ocurrió al final del encuentro, ya que fue un calentón en ese momento».
Desde el club local también dan su versión de los incidentes. Un directivo del Iguña, que estaba presenciando el encuentro, considera que «el jugador expulsado pierde un poco los papeles, ya que no sólo pega un empujón al jugador nuestro, sino que una vez que el colegiado le enseña la tarjeta roja, a continuación empuja al árbitro». El trencilla, cuando se retiró a los vestuarios, «tenía rozaduras en la espalda», explica el directivo. Y agrega que «el lío no fue a más porque un jugador nuestro le cogió y se le llevó para el centro del campo, porque si se pone alguien más por delante se lía».
El presidente del Comité de Árbitros de Fútbol de Cantabria, Adolfo Vázquez, asegura que «esto es un caso aislado» y explica que el incidente se produjo cuando el colegiado le mostró la tarjeta roja a Mario González en el minuto 89 y el jugador «pagó su ira» dándole «un empujón». El árbitro actúo exactamente como se les indica que deben hacer en estos casos. «Aunque solo quedaba un minuto, suspendió el partido. La instrucción es que siempre que haya una agresión, por mínima que sea, hay que suspender. Da igual que quede un minuto o que no quede nada», señala.
Vázquez también apunta que el árbitro «se encuentra bien, ya tiene experiencia y su actividad no se va a ver afectada por este desagradable incidente», aunque el próximo domingo no podrá dirigir un partido que tenía asignado por «molestias en la espalda». También añade que José Ángel Peláez, presidente de la Federación Cántabra, ha estado «en todo momento pendiente del chaval», ya que su apoyo es «total» al colectivo arbitral.
Tras la suspensión del encuentro, los dos equipos abandonaron el terreno de juego sin más incidencias. Ahora las sanciones quedan en manos del Comité de Competición, pero se espera un castigo ejemplar para el futbolista del Atlético Deva.
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