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0-1. Mal asunto. La ruta del Laredo en Segunda B; ese difícil trayecto que sin embargo arrancó a velocidad de crucero, comienza a tener demasiadas curvas. La culpa, además de buscar en casa, estuvo este domingo en un efectivo Portugalete que ganó con ... tanto de un cántabro: Musy. Un adversario que también sufre por la permanencia y se llevó tres puntos vitales de San Lorenzo para, de paso, meter en problemas al Charles.
Laredo
Puras, Rasines, Goñi, Toboso, Álex Pérez, Felipe Peredo, Manu Ortiz (Faouzi m.68), Álvaro, Saúl García (Iván Argos m.63), Siafa (Altadill m.75), Vinatea
0
-
1
Portugalete
Mediavilla, Alexander,Santamaría, Murua, Zekri, Salado (Ayala m.56), Esteve (Arnero m.83), Rubio, Diego Rozas, Musy, Jacobo (Guemes m.69)
Gol. 0-1 m.15 Musy
Árbitro. Ruiz Álvarez (Comité Asturiano). Amonestó por parte local a Saúl García, Toboso Faouzi y Siafa. Por parte visitante a Salado y Ayala
Los viajes suelen presentar habitualmente diferentes cruces en los que el viajero debe elegir la ruta a seguir. En función de los gustos de cada uno, el desplazamiento transcurre por un paisaje más o menos agradable. El Laredo se enfrentaba este domingo a una de esas disyuntivas importantes. Una trascendental intersección de caminos en la que el conjunto pejino se decantó por seguir el que conduce al purgatorio. Porque resulta imposible extraer otra conclusión de la triste comparecencia del Charles, que se saldó con una nueva derrota ante un rival directo como el Portugalete que deja a los pejinos a las puertas de la fase por evitar el descenso.
Se presentaba el encuentro como una final anticipada para los de Manu Calleja. Tras dos derrotas consecutivas ante Barakaldo y Racing, el Charles estaba obligado a ofrecer una reacción para la que cada vez le resta menos margen en el duelo que aleje de los puestos de descenso. Si el correctivo ante los racinguistas podía justificarse por la evidente superioridad santanderina, la de ayer era una batalla ante un igual. Una de esas en las que no está permitido fallar y sobre las que se construyen lo éxitos y los fracasos.
Pero la puesta en escena pejina se pareció bastante más a la de una cita sin trascendencia. Manu Calleja hizo cinco cambios respecto a la alineación de la semana pasada frente al Racing; unos obligados y otros por motivos tácticos. Volvieron Puras, Goñi, Felipe Peredo, Saúl García y Siafa. Se recomponía una vez más la pareja rojilla, fuente principal y casi única de los puntos del conjunto pejino, a la espera de que de su inspiración pudiese brotar el agua que calmase la acuciante sed de puntos del equipo.
Claro que resulta harto difícil que aparezca esa magia cuando no se pisa el área de rival a lo largo de los noventa minutos. Y eso es precisamente lo que le sucedió este domingo al Laredo. Atenazado quizás por el comprensible miedo a caer todavía más por el precipicio del que intenta huir, el Charles se comportó como si llevara una bola de plomo atada a sus botas.
La premisa fundamental era evitar errores y asegurar al máximo su propia parcela, aunque eso supusiese renunciar por completo al ataque y caer en un fútbol plano a más no poder. Un ideario muy similar al de su oponente, pero con la sensible diferencia de que el Portugalete llegaba a la cita en una situación mucho más preocupante en la clasificación, por lo que el duelo ante los de Asier Santana tenía especial importancia para los cántabros.
Se vio superado el cuadro pejino ya en el arranque. Los jarrilleros salieron dominadores, apoderándose pronto del balón y jugando a su antojo en la parcela ancha para crear peligro sobre la portería de Puras. Salado abrió las hostilidades en el minuto 3 con un remate de cabeza que se marchó alto. Y el gol del Portugalete no tardó en llegar. Una mala salida de balón por parte pejina la aprovechó Estévez para robar el balón. El vizcaíno levantó la vista y le puso un balón a Musy para que el santanderino batiera a Puras en su salida con un disparo raso.
En los minutos finales de la primera mitad, Felipe Peredo agotaba la paciencia de los aficionados del Charles en una acción en la que se lamentó en el suelo durante unos segundos tras una llegada al área visitante que tras su centro no encontró rematador. Cosas del fútbol, completamente normales y que se ven en cada partido, pero que adquirieron este domingo un matiz nuevo, el matiz de desarrollarse en un duelo en el que todo estaba en juego. Tenía trabajo Manu Calleja en la caseta. Así era imposible lograr la imprescindible victoria ante el Portugalete. No hubo cambios nominales y el segundo tiempo arrancó lleno de incertidumbres.
El adversario perdió gas tras el arranque del segundo tiempo y el Laredo pareció dar un paso adelante con algunas llegadas ante Mediavilla. Un centro de Saúl García no llegó Vinatea por centímetros y un remate de Rasines que tropezó en un defensa yéndose el balón a córner. Pero el partido terminó en un correcalles imposible de entender y explicar y, sobre todo, con la sensación en el Portugalete de que habían salvado la vida y, de paso, metían al Laredo en una crisis de resultados.
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