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No pudo regresar mejor el Charles al bronce. Ganando. A lo grande.A un grande.Un grande de bronce, claro, pero un grande. Y eso tiene premio. Sí se puede. Al menos por lo visto ayer. Si en Amorebieta se salvó el orgullo y se ... perdieron los puntos, ayer el Charles bailó al Barakaldo; un gallo de la categoría.Conservó el orgullo y capturó los tres puntos, que no son de bronce, sino de oro.Oro molido para la permanencia en una categoría que amenazaba con ser una trituradora para los pejinos. Pero quien sabe; quizá no lo sea. Los mimbres y el trabajo son buenos. Y el resultado, ayer también. En su modestia,San Lázaro tiene mucho que decir. Sabe mandar callar.
El análisis sirve siempre debe ir más allá del resultado, pero no es lo mismo hacerlo con una sonrisa. El Laredo se estrenó en el San Lorenzo con triunfo y bien está disfrutar de ello; recordar los buenos momentos. Hará falta mucho más para cumplir con el objetivo. Este Charles puso mayor empeño, intensidad, una sorprendente –o no tanto– frescura física para el inicio de campeonato y ganas, muchas ganas de ganar. Con la victoria se piensa mejor en esa mejoría necesaria en las individualidades de la defensa, en las dificultades para jugar el balón en el centro del campo, en el excesivo trabajo que tuvo que hacer Saúl, el mejor, bajando continuamente.
Laredo
Rafa, Toboso, Miguel Goñi (Rasines m.74), Borja Ares, Álex Pérez, Felipe (Manu Ortiz m.81), Faouzi, Álvaro (Juancar m.81), Saúl García (Riky m.68), Vinatea, Iván Argos (Siafa m.81)
2
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0
Barakaldo
Oleaga, Julen, Doncel (Marc m.82), Seguin (Bengoetxea m.75), Aparicio, Dani Estrada (Ajuriagoika m.82), Urkiza (Pablo Goñi m.65), Iriondo Nicolai Oboloski (Jurado m.75), Alain, Vargas
árbitro: Holgueras Castellanos (Colegio castellano-leonés). Amonestó a los locales Miguel Goñi, Álvaro, Iván Argos y Faouzi, expulsando a Rasines. Por parte visitante amonestó a Iriondo.
goles: 1-0 m.27 Goñi, 2-0 m.34 Vinatea
incidencias: 500 espectadores en San Lorenzo.
Con Rafa y la pareja de centrales formada por Toboso y Goñi consolidada, el primer cambio llegó en el lateral derecho, donde Borja Ares sacó del once a Rasines. No hubo cambio, sin embargo, en el lateral izquierdo, donde Álex Pérez volvió a estar en el puesto. Comenzó el partido con un Barakaldo muy intenso y presionando la salida de balón del conjunto pejino, lo que puso en apuros a los de Manu Calleja en los primeros compases de juego. Pero no solo sin balón, sino que los vascos llevaron también la batuta con el esférico en los pies. Cierto es que el Barakaldo no logró estar demasiado incisivo al principio, pero sí que inquietó en varias ocasiones a Rafa. La primera de ellas, con un remate de cabeza de Doncel, tras un centro desde la banda derecha, que el meta pejino desvió a corner en un alarde de reflejos. Después, con un centro raso de Seguin desde la izquierda que no encontraba rematador.
A pesar del dominio visitante, poco a poco despertó el Laredo, que con alguna posesión larga logró acercarse a la meta defendida por Oleaga. Un remate sin peligro de Álvaro en un saque de esquina y un centro lateral obligaron a intervenir al guardameta vasco. No volvió a probar el Charles hasta pasado el minuto 14 con una buena jugada de combinación entre Vinatea e Iván Argos, y pasado el minuto 20 cuando llegó la más clara para los de Larrazabal. Estrada servía un balón medido con el exterior al más puro estilo Modric para que Seguin rematara de cabeza y se encontrara con la gran parada de Rafa.
Un disparo de Saúl García dentro del área que repelió la defensa rival y un par de saques de esquina volvieron para animar a la afición pejina. El Charles avisaba con contragolpes por la izquierda. Tras algún que otro ajuste, el Laredo logró hacerse con el control del encuentro, aunque sin posibilidad clara de construir desde atrás. Se entregó a las segundas jugadas tras balones largos de los defensas o de Faouzi y también al trabajo de Saúl García, al que fue habitual verlo más en el centro del campo que dentro del área rival. La labor de conexión del de Bezana hizo que los de Calleja aparecieran en ataque, como en una conexión con Iván Argos que terminó sirviendo de nuevo al ariete, que ya le esperaba en el punto de penalti para rematar, sin fortuna.
Si en el inicio del partido el Barakaldo había asumido el mando del juego, sin embargo, al filo de la media hora cambió la decoración. Fue en el cuarto córner del Laredo.De nuevo lo botó Vinatea, lo peinó hacia atrás Felipe y Goñi entrando desde atrás y en el centro del área cabeceó al fondo de la red del meta Oleaga que solo le dio tiempo a ver pasar el balón.
El Barakaldo acusó el golpe, sin capacidad para inquietar a un rival ordenado y disciplinado, con un trabajo defensivo ejemplar. Y, siete minutos después, llegó la mejor jugada del encuentro, Saúl controlaba un balón en el centro del campo, dejaba atrás a su par y ante la salida de un defensa visitante cedía el balón a Vinatea, que solo tuvo que empujarlo al fondo de la portería barakaldesa. Era el 2-0 y la hinchada pejina no pudieron evitar levantarse del asiento para aplaudir el gol; especialmente ante la jugada del cedido por el Racing.
Lo cierto es que este Laredo transmitió por momentos buenas sensaciones en los primeros 45 minutos de la temporada en el San Lorenzo. El mérito principal en ese primer acto fue que los locales lograron que los vascos no sacaran a la superficie sus virtudes, no pocas, salvo en contadas ocasiones.
En la segunda parte el escenario cambió ligeramente en sus primeros compases. Pareció que el equipo de Aitor Larrazabal intentaba tener más el balón, siempre sin excesivo peligro, con la intención de desconectar al Laredo. Pero no fue así.
Los de Manu Calleja dieron una vuelta de tuerca más con un derroche físico y un buen trabajo en la recuperación. Notables Miguel Goñi Borja Ares en esa faceta. Hubo un instante, pequeño, en el que partido amenazó con romperse. Pero no. El conjunto pejino volvió a dar muestras de tener el control del duelo y el Barakaldo pareció empequeñecerse progresivamente, renunciar al triunfo y recoger velas.
El Laredo, a partir de ahí, intentó por todos los medios mantener la posesión de balón como arma defensiva y lo cierto es que lo logró, dándole de nuevo al cuadro de Larrazabal motivos para la frustración. No se vio la calidad de los vascos en ninguna de sus líneas en la segunda mitad y eso fue mérito de los locales. Cierto es que no se puede dar paso a la euforia cuando el objetivo está a ocho meses de distancia y queda tanto por hacer y arreglar. Pero tampoco es menos cierto que empezar en casa con un triunfo ante un rival de los que buscará, al menos, la Primera RFEF supone un punto –tres, en realidad– de serenidad. Un buen primer –segundo– paso.
Y por fin llegó el partido. Ese que los aficionados del Laredo han esperado durante más de treinta años para ver jugar de nuevo a su equipo en casa en Segunda B. El ambiente fue un tanto descafeinado, con todos los aficionados sentados y con mascarillas. Pero en algunos momentos se parecía al de un día de fútbol antes del covid-19, aunque las mascarillas opacaban las voces de ánimo.
En los aledaños de San Lorenzo se comenzó a vivir el encuentro desde dos horas antes de que el balón echara a rodar. La entrada escalonada dejó las inmediaciones del campo como un páramo, con una distancia de seguridad alejando a unos rojillos de otros
El club pidió prudencia a sus aficionados y estos respondieron al llamamiento. Tanta prudencia hubo que los más de 400 socios del club no agotaron las 480 entradas disponibles. Ni las intensas ganas de la vuelta a la competición rompieron la cautela general.
San Lorenzo abrió dos puertas para el público. Una para los socios, hora y cuarto antes del comienzo del encuentro; otra, para los aficionados en general una hora antes del pitido inicial para permitir el acceso del público con más seguridad. Para ello, hubo que aumentar el personal, tanto en forma de directivos como de cuerpos de seguridad. Para pasar los controles y tomar asiento las colas fueron largas y, aunque gran parte de los abonados apuraron algo de tiempo –dentro de lo prudencial– las dos puertas permitieron que apenas se produjesen acumulaciones en las colas de entrada.
Todos, desde los ocupantes del 'palco' –unos asientos separados por dos banderas en el centro del campo–, hasta el jardinero, pasando por los voluntarios de los accesos o los periodistas, pasaron por el 'disparo' del termómetro y el baño de gel hidroalcohólico. El Laredo convirtió el San Lorenzo en un lugar seguro en medio de esta limitante pandemia.
Aunque sea con tanta medida de seguridad, los aficionados pudieron ver un choque atractivo que augura una temporada que se prevé, al menos, ilusionante. Aunque sea con la desgracia de esta pandemia.
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