![El latido del fútbol cántabro](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202107/04/media/cortadas/65770856-kHmE--1968x1248@Diario%20Montanes.jpg)
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Todos los años tenemos uno o dos casos de personas jóvenes en urgencias por paro cardíaco», revela José Javier Zueco, jefe de Cardiología del Hospital Valdecilla. Las palabras del médico son un recordatorio de la reciente muerte súbita del danés Christian Eriksen, finalmente revertida por los médicos. Esta clase de episodios no son siempre evitables, ya que como ratifica José Ramón Pallas, médico deportivo del Laredo, «hay una serie de enfermedades cardíacas que son indetectables». Zueco, aunque de acuerdo con esta afirmación, va más allá y explica que «hay una prueba diagnóstica que no se hace en el fútbol, y que se debería hacer, llamada ecocardiograma, con la que puedes descartar un gran porcentaje de estas anomalías».
Tanto Pallas como Antonio Cruz, cirujano traumatológico del Racing, consideran que «la razón por la que no se hace este procedimiento en el deporte rey es puramente económica». En una clínica, el precio de un ecocardiograma ronda los 100 euros. Se acaba mezclando así la economía con la salud en un tema en el que el uno de los posibles desenlaces es la muerte. Causó conmoción la pérdida de Francisco Cavada a los treinta y dos años, jugador del Marina de Cudeyo, tras caer desplomado en un encuentro de la Primera Regional en 2019.
Antonio Cruz Médico del Racing
José Ramón Pallas - Médico del Laredo
Álex Fernández - Cursos (RCP) en FCF
Rocío Díaz - Fisio del Tropezón
Fernando Agudo-Fisio del Cayón
Álex Fernández, graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y encargado del plan de prevención de lesiones y cursos de resucitación cardiopulmonar (RCP) en la Federación Cántabra de Fútbol (FCF), expone que «todos los miembros de la Federación (futbolistas, entrenadores, utilleros, etcétera) deben pasar cada dos años un reconocimiento médico para poder competir. Dicho reconocimiento consta de una entrevista con el médico en la que se revisan antecedentes personales y familiares, además del peso y las medidas del federado. También se le toma la tensión y se le realizan una exploración completa y un electrocardiograma». Fernández indica que además «a cadetes y juveniles se les hace una valoración de apartados de nutrición y preparación física, mediante los cuales el especialista puede crear rutinas y dietas para bajar de peso a aquellos jugadores con mayor índice de masa corporal, y así evitar lesiones. A los jugadores mayores de treinta y cinco años se les hace una prueba de esfuerzo obligatoria». Añade que «si se encuentra una cardiopatía en el electrocardiograma de un deportista, este será derivado a un cardiólogo y no podrá jugar hasta que haya un informe que diga que está apto para la práctica del fútbol».
Tras valorar estos procedimientos, Zueco considera insuficiente el reconocimiento médico federativo: «¿Es suficiente para un chaval de doce años en un fútbol amateur sin tantas exigencias? Quizás sí. Pero, para un futbolista de mayor edad, que entrena varios días y hace esfuerzos intensos semanales en los partidos, yo me quedaría mucho más tranquilo haciendo un ecocardiograma. El rendimiento diagnóstico es mayor; te da muchísima información».
Aunque Pallas coincide con su compañero de profesión en que el ecocardiograma es la mejor prueba para detectar patologías cardíacas, cree que «la relación coste-efectividad derivada de realizárselo a todos los futbolistas no resultaría rentable (en Cantabria hay unos 15.000 federados de fútbol). En el Laredo, hacemos cada temporada un control nutricional de peso y composición corporal, control antropométrico para comprobar el correcto funcionamiento de las articulaciones y un electrocardiograma». En esta misma línea, Cruz cree que «la razón por la que no se realizan ecocardiogramas de manera sistemática puede estar ligada a que no es económicamente sostenible, lo cual no quiere decir que desde un punto de vista médico sería lo ideal».
Añade que «en el Racing se realizan anualmente pruebas de esfuerzo y electros a todos los fichajes y analítica general y prueba de esfuerzo al resto del equipo». Los reconocimientos médicos anuales parecen ser exclusivos de los equipos con mayor presupuesto, ya que según cuentan Fernando Agudo y Rocío Díaz, fisioterapeutas del Cayón y Tropezón respectivamente, ambos clubes recién ascendidos a Segunda RFEF, e Iván Martínez, fisioterapeuta hasta esta temporada de la Gimnástica de Torrelavega, de Tercera División, los jugadores de equipos más humildes pasan tan sólo el reconocimiento bienal de la Federación. Además, tanto Cayón como Tropezón tendrán que buscar un médico para poder jugar en Segunda RFEF, ya que los clubes por debajo de esta categoría no suelen contar con un doctor en sus filas.
Fernández resalta que, en 2019, la Federación puso a disposición de todos los clubes «una charla de dos horas que enseñaba qué hacer y sobre todo, qué no hacer en situaciones de soporte vital básico y que además hizo un esfuerzo brutal colocando desfibriladores en todos los campos de Cantabria». A causa de la pandemia, el curso, que era voluntario y presencial, se dejó de realizar, aunque el trabajador de la Federación destaca que «tuvieron una gran aceptación y que esperan llegar al 100% del fútbol cántabro». Agudo detalla que «por parte del Cayón, se apuntaron más de ocho miembros entre directivos, preparadores y cuerpo técnico», y sugiere que «la charla de la FCF debería ser obligatoria para directivos, cuerpo médico, entrenadores y por lo menos, capitanes de equipo, y que además tendría que hacerse anualmente, ya que al final si no lo refrescas, se te acaba olvidando». Díaz también considera que «el curso no debería ser opcional y que tendría que realizarse cada temporada para que más gente pudiera tener estas nociones básicas que pueden ser determinantes a la hora de salvar una vida». En este sentido, Martínez cree que aparte de él, «nadie más en el club tiene formación en primeros auxilios».
Por último, en cuanto a los desfibriladores, Rocío se queja de que «aquellos facilitados al club desde la Federación llevaban un tiempo caducados», y añade que «me puse en contacto con el Ayuntamiento de Torrelavega y avisé al club para que se informara a la Federación. Finalmente nos los facilitó el Ayuntamiento». En esta línea, desde la Gimnástica de Torrelavega, confirman que en su caso, ambos desfibriladores también fueron facilitados por el Ayuntamiento. Díaz aboga además por un control más exhaustivo de estos aparatos: «desde que estoy en el club no se ha mandado a nadie para hacer una revisión. Me dijeron en la Federación que había que encenderlos de vez en cuando, pero digo yo que no será lo mismo encender y apagar que un mantenimiento en condiciones». En este sentido, Pallas explica que «hay que hacer una prueba con los desfibriladores cada dos meses, ya que si no, pueden fallar o descargarse.
Desde pequeños, siempre se enseña que es mejor prevenir que curar. Sin embargo, las reflexiones de los expertos coinciden en que en el fútbol, como en la sociedad en general, el factor económico es la barrera entre la realidad y lo que debería ser. Está claro que la implantación generalizada de determinados protocolos rápidos y no invasivos, que incluyen una tecnología accesible, ayudaría a la detección de patologías cardíacas en futbolistas, lo que podría prevenir episodios como la parada cardiorrespiratoria que sufrió Eriksen. Hasta que estas actuaciones no se generalicen en el fútbol cántabro, de vez en cuando, habrá que seguir lamentándose de lo que pase cuando ya no tenga remedio.
José Javier Zueco - Jefe de Cardiología del Hospital Valdecilla
. «Generalmente, un jugador que sufre una parada cardiorrespiratoria acaba dejando el fútbol». Se muestra tajante José Javier Zueco, jefe de Cardiología en Valdecilla y elegido en 2019 por la revista Forbes entre los 100 mejores médicos de España.
–¿Por qué se produce y cómo se identifica un paro cardíaco?
–Generalmente se produce por una arritmia, es decir, el corazón, en vez de ir a setenta pulsaciones por minuto, se pone de repente en ciento veinte. El corazón no es capaz de soportar este cambio y consecuentemente, no logra bombear suficiente sangre al cerebro, cayendo la persona fulminada al suelo y produciéndose lo que conocemos como muerte súbita. Lo distinguimos de un desmayo porque al que lo sufre, no le da tiempo a poner las manos y cae instantáneamente desplomado.
–¿Cuál es el procedimiento de actuación?
–Se usaría un desfibrilador en caso de haber uno a mano y de saber cómo utilizarlo. En caso contrario, hay que llamar al 061 e iniciar las maniobras de reanimación: se coloca la cabeza del individuo hacia un lado y cada 6-8 golpes presionando el pecho, se le proporciona una aireación a través de la boca. Con esto podríamos mantener a la persona con vida hasta que llegue una ambulancia. ¡Es muy importante resaltar que, contrario a la creencia popular, alguien no se traga la lengua cuando sufre un paro cardíaco y por lo tanto no debemos tocarla!
–¿Cuál es el método diagnóstico más efectivo para prevenir una parada cardiorrespiratoria?
–En el fútbol y en el deporte en general, como parte de los reconocimientos médicos se suelen realizar un electrocardiograma y una prueba de esfuerzo. Sin embargo, la prueba con un mayor rendimiento diagnóstico es un ecocardiograma. Funciona como una ecografía que se le practica a una mujer embarazada para poder ver el feto en su interior; la persona se tumba en una camilla y un transductor transforma ondas sonoras en impulsos que el ecógrafo convierte en imágenes que permiten al médico observar cómo está el corazón en funcionamiento. Se puede ver cómo se contraen ambos ventrículos, el tamaño que tienen las aurículas o cómo son las paredes y válvulas cardíacas. Esta prueba permite ver tanto el funcionamiento como la estructura del corazón.
–¿Debería ser obligatorio un ecocardiograma en todos los futbolistas?
–Yo no lo entendería de otra manera. Es que es necesario. Nunca puedes estar seguro al 100% de que no existen patologías, pero de lo que se trata es de ir descartándolas, y a mayor número de pruebas, más seguros podremos estar. A los médicos no nos gustan los números, pero con un electro, puedes descartar patologías en un 15-20% de pacientes, con una prueba de esfuerzo otro 20%, y si añades un ecocardiograma, la probabilidad de que la persona no tenga anomalías cardíacas asciende hasta el 80%. Si no se encuentra nada después de realizar un electrocardiograma, una prueba de esfuerzo y un ecocardiograma, yo me quedaría muy tranquilo. Además, es una prueba sencilla, con una duración de sólo quince minutos y barata. En una clínica puede costar en torno a 100 euros. Unas botas de fútbol pueden ser mucho más caras.
–¿Incrementa un paro cardíaco la posibilidad de sufrir otro?
–Si la causa es un corazón estructuralmente anómalo, sí.
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