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«Este chico debería entrenarse con nosotros todos los días porque es buenísimo», comentaba hace unos meses Toni Kroos sobre un rubicundo futbolista al que Carlo Ancelotti comenzaba a llamar cada vez con más asiduidad para que participase en las sesiones de trabajo que el ... primer equipo del Real Madrid llevaba a cabo en Valdebebas. Este miércoles, ese llamativo centrocampista dejó su sello en la Champions facturando un golazo que le sirvió al Real Madrid para romper las tablas con el Nápoles y acreditar su presencia en el sorteo de octavos como primero de grupo.
Nico Paz reivindicó la cantera del Real Madrid tirando de desparpajo y clase en una cita de postín que el conjunto de Ancelotti afrontó con ocho bajas y un banquillo en el que solo había futbolistas forjados en La Fábrica. Fran González, Lucas Cañizares, Nacho, Lucas Vázquez, Fran García, Mario Martín, Theo Zidane, Nico Paz, Gonzalo García y Joselu Mato tomaron asiento para asistir a la enésima exhibición de Jude Bellingham y a otro recital de Rodrygo.
El inglés y el brasileño neutralizaron la diana tempranera de Gio Simeone y le dieron la vuelta al marcador, pero Anguissa empató al inicio de la segunda mitad y el Real Madrid tuvo que ponerse a remar de nuevo. Ancelotti recurrió primero a Joselu y después a Nico Paz, quien, 19 minutos después de ser llamado a filas, rompía la igualada con un zurdazo desde la frontal que vino preludiado por un doble giro de bailarín.
«Me atreví. Estaba en modo automático, no sabía ni qué estaba haciendo. Le pegué y bueno… flipando, la verdad», confesaba Nico Paz sobre la acción que le convirtió en el segundo futbolista argentino más joven en marcar en la Champions. Al hijo de Pablo Paz, nacido el 8 de septiembre de 2004 en Santa Cruz de Tenerife pero con doble nacionalidad y que se decantó por la Albiceleste en vista de que España nunca le había llamado para acudir con las categorías inferiores de La Roja, solo le precede en esa lista Leo Messi.
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Sus compañeros corrieron a abrazarle. Entre los más efusivos, Rüdiger y Bellingham. Kroos vigilaba a distancia. El teutón no dudó en leerle la cartilla en cierto momento del partido. Aplica con él la táctica del palo y la zanahoria que en su día usaba Pablo Laso con Luka Doncic. Al igual que le ocurría al vitoriano con el genio esloveno, sabe que hay madera de la buena. El metrónomo de Greifswald mantiene con Nico Paz una relación parecida a la que une a Modric con Rodrygo: son para ellos una especie de padrinos.
Y es que Nico Paz no para de recibir elogios de los más grandes: de Messi, de Raúl, de Kroos, de Ancelotti… Por algo será. Entró en la cantera del Real Madrid con 13 años y su primer escalón fue el Infantil B. Sin hacer demasiado ruido, fue subiendo peldaños hasta convertirse en uno de los ojitos derechos de Arbeloa y de Raúl, que sigue puliéndole en el Castilla pero ve cómo Ancelotti se lo quita cada vez más. «Tiene todas las calidades que tiene que tener un jugador que forma parte de la plantilla del Real Madrid», remarcó el de Reggiolo tras la primera noche de gloria en el Bernabéu del tinerfeño, cuyo reto es convertirse en el primer 'mirlo' que se asienta en el primer equipo sin necesidad de Erasmus desde Nacho.
Nico Paz compartió protagonismo ante el Nápoles con Bellingham. El '5' rubricó su decimoquinta diana en 16 partidos con el Real Madrid y repartió su cuarta asistencia del curso. Si sigue por este camino, acabará ingresando en el olimpo de las leyendas blancas. A Juni Calafat, que trajinó su fichaje como hiciera con los de Valverde, Vinicius, Rodrygo o Endrick, habría que erigirle cuanto antes un monumento en el nuevo Bernabéu. El inglés ha marcado en cada una de sus cuatro apariciones en la Champions vistiendo la elástica blanca, dejando atrás el registro del francés Christian Karembeu, que mojó en sus tres primeros encuentros. Ve puerta con puntualidad británica.
Pero por encima de las cifras, apabullantes, lo que más impresiona del todocampista de Stourbridge es su liderazgo y manejo del escenario. Domina todos los registros y actúa como hombre orquesta con una suficiencia que a los clásicos les trae el recuerdo de Alfredo Di Stéfano. Quizás no se haya visto a nadie hacer tantas cosas tan bien y aparecer por todas las zonas del campo desde la Saeta Rubia, pero el fútbol de Bellingham también condensa la voracidad de Cristiano Ronaldo y la elegancia de Zinedine Zidane, otros tótems del madridismo a los que, a este ritmo, acabará mirando a los ojos.
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