Adiós al Pichón

Con Marcos Alonso se va un futbolista emblemático de los años ochenta, miembro de una quinta, la del 12-1 a Malta, que marcó una generación, aunque el cántabro saliera aquel día desde el banquillo. Un jugador que se formó a caballo entre Madrid y el Racing, con el que debutó en Primera División acompañando a Quique Setién y Giménez. Un futbolista que, hijo de un mito del madridismo y del Racing como Marquitos, consiguió trascender la fama y brillante historial de su padre para hacerse un nombre propio. Un delantero que marcó el gol que le dio al Barça la final de Copa del 83. El padre del actual jugador del Barcelona Marcos Alonso. El compañero de Maradona en el Camp Nou. El que saltó con Pombo en Las Margaritas.

«Día triste. Mi más sentido pésame para la familia de mi querido amigo Marcos Alonso. Descansa en paz, Pichón», decía al conocer la noticia Paulo Futre, uno de los muchos talentos del fútbol con los que trabó amistad el cántabro. Una persona, según quienes le conocieron, entrañable, cercana y bromista. Un buen tipo. Muy lejos de la imagen que en alguna ocasión se pudo llegar a tener de él.Con su carácter y autoestima, sobre todo cuando no jugaba y no le importaba mostrar su malestar, pero alegre y extrovertido.El portugués recuperó el que fue su mote en los ochenta. Se le conocía como el Pichón y pasó buena parte de su vida a caballo entre Santander y Madrid. Porque Marcos Alonso era montañés, sí, pero también algo madrileño.Como su hijo, nacido ya en la villa.

Nació en Cantabria porque sus padres se empeñaron. Marquitos ya era central titular del Real Madrid y allí vivía la familia, pero se trasladaron expresamente para que en el DNI del mayor de los tres hermanos figurara Santander como lugar de nacimiento. Se crió en Serrano, en el piso que compró su padre, ganador de cinco Copas de Europa y comenzó a despuntar en el equipo del Agustinos. Llamó la atención del Real Madrid, en el que tenía las puertas abiertas de par en par como hijo de su ilustre padre.Ingresó como infantil y llegó al juvenil del Castilla, pero Marquitos no veía que progresara o que se le cuidara lo suficiente y decidió, ya retirado, regresar a Santander para que su hijo se enrolara en el Racing.

De regreso a Cantabria estuvo arropado por una familia entregada al fútbol. No solo sus padres, sino también sus tíos, y llegó a un juvenil verdiblanco en el que jugaban un chico llegado delPerines, Quique Setién, y un central que no llegó a profesional, pero sí a presidente de Cantabria, NachoDiego. Lo entrenaba Nando Yosu y llegaron a semifinales de Copa. Al año siguiente Yosu sustituyó en el primer equipo a José María Maguregui y se subió con él a algunas de sus promesas, entre ellas Marcos, que era entonces sencillamente Marcos, sin el apellido.El hijo de Marquitos. Debutó el 25 de septiembre, sin haber cumplido los 18 años, en Atocha contra la Real Sociedad.

Dos años después el habilidoso extremo, capaz de jugar por ambas bandas, fue traspasado alAtlético de Madrid de García Traid, donde coincidió con otro paisano y viejo conocido delRacing, JuanCarlos Arteche. Y con Dirceu, Julio Prieto, Rubén Cano, Leal, Marcelino, Rubio y Hugo Sánchez.

Su gran salto, el siguiente, se produjo en 1982, cuando tras concluir su contrato como rojiblanco firmó por el Barça.Como azulgrana trabó amistad con mitos del fútbol comoMaradona ySchuster, fue la estrella de la final de Copa de 1983, que el Barça ganó con gol suyo y estuvo incluso en el 12-1 a Malta, aunque salió desde el banquillo y no llegó a marcar. Tras aquel título fue un habitual en el equipo de Terry Venables en la temporada 84-85, cuando elBarça, después de una sequía liguera de once años, se proclamó campeón de Liga.Un año después estuvo entre los elegidos para la final de la Copa de Europa ante el Steaua de Bucarest en Sevilla.Debía ser el día en que el Barça terminara con su urgencia histórica, pero saltó la sorpresa. Los azulgranas no consiguieron marcar, el partido terminó sin goles y en los penaltis los rumanos se proclamaron campeones.Marcos Alonso falló uno de los penaltis. Uno de los momentos amargos que le tocó vivir, que tampoco fueron pocos.

Regresó al Vicente Calderón en 1987, un año antes de que Johan Cruyff aterrizara enBarcelona para reconstruir un equipo que haría historia. Allí coincidió de nuevo conArteche yQuique Setién, a quien siguió dos años después cuando el de Santos Mártires inició su aventura riojana. Media temporada en el extinto Club Deportivo Logroñés fue su última experiencia en Primera antes de que naciera su hijo Marcos y de regresar alRacing para retirarse. Los verdiblancos habían descendido a Segunda B, llegó para la recta final de temporada y contribuyó al ascenso.Después decidió colgar las botas.

Internacional absoluto en 22 ocasiones (también lo fue olímpico, sub 21 y sub 20), debutó el 25 de marzo de 1981 enWembley, pero nunca llegó a disputar una fase final de una gran competición.Tanto en el Mundial de España 82 como en la Eurocopa 84 estaba entre los grandes favoritos a entrar en la convocatoria, pero en ambas ocasiones Miguel Muñoz le dejó fuera de la lista.

Como entrenador debutó en la temporada 95-96 con el Rayo Vallecano, ya en Primera División, y al año siguiente la familia Díaz, con la que estaba emparentado, le dio la oportunidad de sentarse en el banquillo del Racing. Tras una primera temporada de menos a más, en la segunda fue sustituido por Nando Yosu tras la jornada 28. Entrenó a continuación al Sevilla y Zaragoza en Primera División y al Atlético de Madrid en su particular travesía del desierto en la categoría de plata. Después, en Segunda, al Valladolid, Málaga y Granada 74 antes de alejarse progresivamente del fútbol profesional y asentarse definitivamente en Madrid, aunque gran parte de su familia, incluida su madre y sus dos hermanos siguen viviendo en Santander. La misma ciudad a la que regresó cuando el 6 de marzo de 2012 falleció su padre.

En los últimos años, ya enfermo, se había retirado de la vida pública, y el empeoramiento de su estado de salud provocó que la triste noticia de su fallecimiento no haya sido una sorpresa. Durante toda la jornada de ayer se sucedieron las muestras de pésame, entre ellas la de un Barça que, pese a la fuerte vinculación de la saga con Madrid (y con el Real Madrid), está íntimamente relacionado con los Alonso. Allí juega el nieto, el tercero de la saga, ya nacido en la capital de España. Y allí jugó el Pichón.

Precisamente su fichaje por el Barcelona este mismo verano ha permitido a Marcos Alonso Mendoza, el tercero de la saga, formado en las categorías inferiores del Real Madrid, estar más cerca de su padre en los últimos momentos tras una larga carrera en la Premier League. De hecho, el lateral izquierdo solo había jugado hasta esta temporada un único partido en LaLiga: precisamente con el equipo merengue en los Campos de Sport frente al Racing, a escasos metros del que fue su colegio cuando en los noventa su padre, al que ahora despide, era el entrenador verdiblanco.

Otra anécdota de una familia muy vinculada a Cantabria y al deporte. Porque los dos hermanos de Marcos Alonso, César yMerche, viven aún en Santander. Como sus sobrinos, entre ellos la amazona Victoria Alonso, hija de César, que llegó a jugar con el Rayo Vallecano enSegunda.

Porque la hípica es otra constante en la familia, con varios jockeys y una gran afición del propio Marcos, que fue un habitual del Hipódromo de La Zarzuela. De la única saga que puede presumir de tres generaciones vistiendo consecutivamente la camiseta de la Roja, ahora representada por el dorsal 17 del Barça.Marcos Alonso Mendoza nació ya en Madrid, pero el apellido Alonso siempre tendrá ya en el fútbol resonancias montañesas.

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