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Jugar un Mundial es la máxima aspiración para un futbolista. Un escaparate al mundo. Una experiencia única y también una oportunidad para demostrar la calidad, ... la técnica y el carisma representando a su país. Un evento donde lo ordinario se convierte en extraordinario. Pero esa magia no se reduce a los jugadores. Para los aficionados también es «lo máximo. Increíble», como explica Marcos Antón (Santander, 1984). Demuestra que lleguen de donde lleguen, todos son capaces de soñar e ilusionarse. El fútbol es solo la herramienta. Y por eso este racinguista y fiel aficionado de La Roja no se lo pensó. En cuanto tuvo la oportunidad, gracias a la peña Marea Roja Fans, hizo las maletas junto a dos amigos y se subió en un vuelo rumbo a Qatar para ver el España-Alemania que acabó con empate a uno.
«Hubo respuestas de todo tipo. Mi mujer me preguntó: '¿Estás seguro?'. Mis padres me dijeron: '¡Estás loco!'», recuerda Marcos retrotrayéndose al día que se plantó en casa y comunicó que se iba al Mundial. Pero él lo tenía claro. «Mi respuesta fue la misma: 'El fútbol es una de mis pasiones y voy a por ello'. ¿Que si ha merecido la pena? Sí, sí, sí. Mucho», dice rotundo. No se arrepiente de nada. La experiencia ha sido única. «Nunca pensé que iba a poder estar donde he estado. Soy muy racinguista y muy de la selección española y he cumplido dos sueños. Uno, ir a un Mundial y el otro, poder jugar una competición europea con el Racing, y estuve en París», cuenta con la voz destilando orgullo.
Al principio la cosa del viaje salió medio en broma medio en serio, pero poco a poco la idea fue tomando forma hasta convertir el ¿Y si...? en algo muy real. «Es el máximo desde el minuto uno en el que te planteas la posibilidad de ir y luego ves que la posibilidad existe, que es real, y que oye, ¿qué por qué no vamos a poder ir nosotros?, pensábamos», recuerda este futbolero empedernido que empezó a fraguar su idea en el mes de febrero. «Nos lanzamos. Era una oportunidad irrepetible y el resultado ha sido excelente». Y ahí es donde apareció un aliado muy especial. «Nos movilizamos a través de la de la peña Marea Roja Fans, que hacen una labor increíble. Es la única peña que sigue a la selección española allá donde va». Se hicieron socios y dicho y hecho.
El partido se jugó el domingo 17 de noviembre y Marcos y sus compañeros llegaron el viernes a Qatar dispuestos a disfrutar del viaje de sus vidas. Antes de eso, los preparativos, que no fueron pocos. Preparar la documentación y también las carteras. «Solamente he podido ir cuatro días para ver el España-Alemania porque económicamente no he podido más», reconocía Marcos, que al igual que su compañero de trabajo y de viaje, Jesús López, tuvo que pedir días libres en el trabajo para no perderse el segundo partido de España en el Mundial. Lo primero, conseguir las entradas, que al final fueron lo más económico, 70 euros, y justo en la zona tras la portería donde luego Morata metió el gol de La Roja.
A partir de ahí, una gráfica ascendente. «Los vuelos es donde se te va. Santander, haciendo escala en Madrid, y a Qatar ida y vuelta, estamos hablando de entre 1.300 y 1.500 euros», cuenta Marcos. Y eso que los tres santanderinos habían comprado sus billetes en marzo. «Los hospedajes, lo más barato que había era 100 euros la noche por una cama y un baño simplemente. Al final, entre lo que comes y lo poco que bebas te plantas en los 2.000 euros muy fácilmente».
La parte burocrática también llevó su tiempo, aunque luego eso se traduce en «mucha seguridad y buena organización» durante la estancia, explica Marcos. Y es que para viajar a Qatar es necesario sacarse la Hayya Card, un documento imprescindible para poder pasar la frontera. «Te preguntan de todo. Cuánto tiempo vas a estar, por qué vas, cuáles son tus inquietudes sobre su país, etcétera», asegura. «Hay un control total y absoluto. Luego, una vez allí, vayas donde vayas puede haber alguien de la policía urbana que te pida tu identificación y comprueban a través de un código QR por qué estás allí».
Y pasado el papeleo, nada comparable como vivir un Mundial desde dentro. «Nos juntamos gente de toda España: de Andalucía, Zaragoza, Valencia, Madrid, Barcelona, gallegos, cántabros y asturianos... Era la fiesta de España», cuenta emocionándose todavía con cada recuerdo. «Queda para toda la vida. La piña que había entre la gente, unida por un objetivo común, que es disfrutar con algo que te gusta, el fútbol». Y con el gol de Morata se desató la locura. «Había runrún en el campo de que España lo estaba haciendo bien. Decíamos: 'Si sale Morata la mete', y cuando el balón entró fue increíble. Saltamos en el aire, nos abrazamos, chillamos... De todo», cuenta Marcos, que casi bota de nuevo al recordarlo.
Y como en todos los Mundiales, los hinchas realizan predicciones y Marcos tiene la suya muy clara: España, a ganar el Mundial. «Yo confío en que sí. Es una selección muy joven, pero eso le da un descaro que no tienen otros y es un punto a favor. Luis Enrique no le baila el agua a nadie, tiene su criterio y ha conseguido un bloque muy potente», analiza.
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