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JOSÉ IGNACIO FERNÁNDEZ
MADRID
Sábado, 3 de diciembre 2022, 00:35
El Mundial de Qatar no solo está siendo particular por lo controvertido de la sede y por las extemporáneas fechas. También lo es por ser el primero en cuatro décadas sin un icono de la selección española. Un referente de La Roja en las ... gradas, un imprescindible en el paisaje de todo lo que rodea al combinado nacional, Manuel Cáceres Artesero, conocido por todos como Manolo el del Bombo (73 años), no está presente.
Atiende a este medio afónico, tras animar el jueves a los de Luis Enrique a través de la pequeña pantalla, desde uno de los bares de Mestalla, junto a su inseparable bombo. «No es el nuevo, ese lo tengo esperando a ver si tengo la suerte de poder ir a Qatar», aclara Manolo. Aunque confiesa que ha perdido la esperanza de acompañar a su selección en esta cita: «Estoy muy triste. Pienso que la Federación no quiere hacer nada por mí. Y lo siento muchísimo porque la afición me decía: Manolo te van a llevar, no te preocupes, aún falta mucho. Pero yo ya no confío en ir».
El mítico aficionado de la selección explica que le dijeron que si España llega a semifinales o a la final quizá sí le ayudarían a estar en Qatar. «¿Pero y si no llegamos?», se pregunta angustiado. Durante todos estos años, Manolo desvela que la Federación le ha costeado los viajes, alojamiento y entradas para Mundiales y Eurocopas. Sin embargo, esta vez le gestionaron el viaje, pero sin alojamiento. Y dos días antes del vuelo, que tenía cerrado para el 22 de noviembre, le recomendaron no viajar porque sin hotel allí le podían «detener» las autoridades cataríes. «Así que cogí miedo y no viajé. Y no han hecho nada por mí. No me han dado ninguna razón de por qué esta vez no me han ayudado. Me extrañó, pensé que me dirían: en dos o tres días te lo vamos a arreglar. Pero no ha sido así», cuenta apesadumbrado.
Antonio Limones, gestor de los viajes de la selección española, fue el encargado de darle la mala noticia hace ya más de diez días. «Y desde entonces nadie me ha vuelto a llamar. Ni un Manolo cómo estás... o te lo estamos preparando. No me han llamado ni para saludarme».
El veterano hincha manchego piensa que esto con Villar no le habría sucedido. «No. Con ningún presidente me ha pasado nada. Y de Rubiales me extraña, porque en un partido en Elche me dijo: Manolo, si necesitas cualquier cosa se lo dices a Limones. Pero ahora no han hecho nada por arreglar mi situación. Faltan tres días para el próximo partido y me podían buscar un viaje, aunque pagara yo el hotel, lo que haga falta...».
Y Manolo responde a todos aquellos que opinen que menuda cara por haber viajado a costa de la Federación todos estos años: «Yo no soy ningún jeta. Yo he viajado con publicidad dos o tres veces, de Don Balón... he llevado a Italia'90 a 17 personas pagadas por mí, he llevado músicos a la Eurocopa, en Valencia he estado 25 años animando y llevando músicos al campo todos los domingos. Y yo a la selección le cuesto muy poco dinero: voy a sus mismos sitios; en el avión donde van 50, van 51; en los hoteles tienen reservadas muchas habitaciones y la comida, que es lo que más cuesta, me la pago yo».
Jubilado desde hace dos años, cerró su bar porque la clientela ya no era la de antaño. Y el coronavirus terminó por rematar su negocio, donde exhibía con orgullo su más preciado tesoro, varios de los bombos que ha paseado por todos los estadios del mundo. «Lo pasé muy mal. Tuve que cerrar y pensé vender mis bombos. Después de trabajar toda una vida, estoy cobrando 800 euros de la jubilación... Al final no vendí los bombos porque son muchos recuerdos, me los han querido comprar muchas veces, muchos aficionados, españoles y extranjeros, y siempre dije que no».
Incluso una vez le robaron el bombo, en un amistoso contra Colombia en Murcia. «Al final apareció en Madrid, en el parque del Retiro. Me lo robaron unos colombianos, pero por suerte no le hicieron nada y lo encontraron los militares de la Armada».
A sus 73 años, el de Qatar iba a ser su undécimo campeonato del mundo. Justo se cumplían 40 años sin perderse un gran evento, precisamente desde el Mundial de España 82, donde llegó a viajar 15.000 kilómetros haciendo autostop por todo el país: «Aquello fue increíble. Todo el mundo me paraba, para ir a Barcelona, a Sevilla... me paró una ambulancia en Alicante, me dejó en Valencia, allí me dieron trabajo como relaciones públicas, y por eso me quedé luego en Valencia a vivir».
Cientos de partidos, miles de anécdotas, y muchas amistades. «Hice amigos con gente de Honduras en el Mundial 82, y en el 85 me invitaron a Canadá a animar en un Canadá-Honduras. Y he regalado un par de bombos a españoles en Costa Rica, en Venezuela... También estuve animando a la selección de Costa Rica cuando estaba Conejo en el Albacete».
Entre los amigos que ha hecho gracias al sentimiento por La Roja, también hay jugadores de la selección: «Los futbolistas siempre se han portado bien conmigo: Villa, Alfonso... con Joaquín he llegado a estar en su casa y en la cervecería de su padre. Aquello era un cachondeo como siempre con Joaquín. También he estado en la casa de los padres de Iniesta en Albacete, con sus abuelos, con su hermana... me invitaron a comer, nos hicimos fotos. El cariño del público y el de los propios jugadores es lo que me ha hecho continuar tantos años».
Y el afecto de algunos de los seleccionadores: «He tenido mucha amistad con Vicente Del Bosque y con su hijo Álvaro. He estado en Madrid dos o tres veces con ellos, un día con siete u ocho amigos del colegio de Alvarito. Del Bosque era muy sencillo, muy cercano. Y Luis Aragonés, que en paz descanse, también lo era».
Manolo no está en Qatar, pero sí uno de sus bombos. El encargado de darle sonoridad ahora es un hombre de Toledo, Curro, que también pertenece a su misma peña, Marea Roja. «Le he regalado un bombo a la peña y me alegré muchísimo de que Curro lo haya contado en alguna entrevista. Son muy animadores, es gente de toda España, y lo agradezco muchísimo. Lo que siento es no poder estar con ellos».
Y aunque asegura haber perdido la fe en poder estar en Qatar, lanza un último mensaje desesperado: «Les pediría que por favor, si es posible, me lleven. Que se acuerden de mí, que no me llevan a mí, llevan al bombo de España, que es de todos. Que ellos están en el palco y yo estoy en la calle. Todavía me anima muchísima gente, unos hablan bien, otros mal, pero yo hablo bien de todos, no me gusta hablar mal de nadie. Don Luis, Limones, acuérdense de que Manolo está aquí, esperando que le llamen». Hágase, don Luis, que Manolo es parte del alma de La Roja.
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