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Luce un aspecto sospechosamente juvenil. Y lo mismo posa a caballo con el torso desnudo en una playa idílica de México que presume de su nueva relación sentimental en la milanesa plaza del Duomo o bajo la torre Eiffel. Dmitry Piterman (Odessa, 1963) sigue obsesionado con exhibir la imagen del triunfador. Pero a nada que rascas se destapa al verdadero personaje, el embaucador acostumbrado a dejar destrozos millonarios allá por donde pasa. Hace dieciséis años en Mendizorroza. Desde entonces, en Estados Unidos.
Ayer se cerró la instrucción de su causa penal por dejar al Alavés a un palmo de la desaparición. Entre 2004 y 2007 presuntamente saqueó tres millones de euros de las arcas albiazules en connivencia con su entonces mano derecha, Pepe Nereo, y la que fue su mujer, Milanendra Vikramsing, quien continúa en busca y captura. La Audiencia Provincial de Álava señalará el juicio «a finales de este año».
El principal procesado parece ajeno a ese movimiento definitivo. Instalado en Norteamérica se expone a siete años de cárcel y al pago de tres millones de euros, aunque se antoja «improbable» que se presente en el Palacio de Justicia. Y no hay opción de extradición forzosa. Durante estos dieciséis años de arduas indagaciones a cargo del Juzgado de Instrucción número 2, Piterman se ha dedicado a labrarse un estatus de oropel en California, la tierra donde creció, se graduó en ciencias económicas en Berkeley y soñó con ser olímpico.
Dmitriy nace en Odessa (Ucrania). A los doce años se traslada con su familia a Brooklyn, aunque se instalan en California
Beca de atletismo en Berkeley. Conoce a su primera mujer, Milanendra Vikramsingh, estudiante india de Humanidades.
Se establece en Girona, donde Dalí le fascina. Gestiona un apartahotel e intenta clasificarse para Barcelona'92 en triple salto.
Se hace con el Tossa Sport, de Regional, y el Palamós, de Tercera (actual Segunda RFEF), donde protagoniza las primeras polémicas al asumir la dirección técnica sin titulación.
Compra el 24% del Racing de Santander y acaba como presidente. Se acredita como utillero, fotógrafo o periodista para dirigir al equipo. Dimite a la siguiente campaña. Reside en Maliaño hasta 2007.
Adquiere el 51% del Alavés, entonces en Segunda. Hilvana polémicas con afición, plantilla, instituciones y medios de comunicación. La primera campaña, asciende. Baja la siguiente.
Vende sus acciones del Alavés y abandona Vitoria. El club bordea la desaparición con una deuda de 23 millones. El año anterior había fundado un club en EE UU donde deja un aguero de 130.000 dólares.
El Alavés, con Ruiz de Gauna al frente, le denuncia por la vía penal. Paradero desconocido.
Dmitry y Milanendra se separan. El litigio se alarga nueve años. En marzo del año anterior ella había entrado en la junta internacional de Berkeley. En 2016 abre su museo sobre Dalí en Monterey.
Se ha mudado con su nueva mujer, con la que es padre a Rancho Santa Fe. Antes la fundación Dalí le ha demandado y ha sellado con ella un acuerdo extrajudicial. En enero de 2019 ha firmado otro acuerdo extrajudicial con una exnovia y exempleada que le había acusado por acoso laboral y sexual.
AUX STEP FOR JS
En las redes sociales se promociona como coleccionista de arte, inversor inmobiliario y flamante marido de Rebecca, joven canadiense a la que dobla en edad y con la que tuvo una hija hace año y medio. Las imágenes revelan más de un retoque estético respecto a sus nefastos tres años y cuatro días en Vitoria.
La investigación de este periódico destapa su otra realidad, sobre la que no hablan ni él ni su entorno –siempre han dado la callada por respuesta a EL CORREO–. Dmitry ha visitado los tribunales de California en, al menos, una decena de ocasiones. Siempre como demandado o denunciado. Se ha enfrentado a procesos por «incumplimiento de contrato», «negligencia», «despido improcedente» y hasta «acoso sexual». También por asuntos más propios de un trilero como adueñarse de la marca Dalí o intentar devolver, tras usarlo, un Rolls Royce de 300.000 dólares aduciendo que estaba «repintado». Ha perdido la práctica totalidad de estas causas.
Entre la nutrida lista de querellantes figura su madre, Svetlana. La incluyó sin su permiso en un negocio inmobiliario que salió mal. O el actual seleccionador de El Salvador, Hugo Pérez. 'Olvidó' pagarle por sus servicios en el California Victory -la franquicia albiazul en San Francisco y que le duró una campaña-. La Corte Superior de San Francisco le ordenó indemnizarle con «10.969,95 dólares» (10.168,92 euros al cambio actual).
Por supuesto, ninguno de estos escollos ha salido a la luz pública. En febrero de 2016 se hizo un nombre en Monterey, un adinerado condado pegado al Oceáno Pacífico donde ha residido más de una década, al «ceder» la mitad de su colección de 543 objetos de Salvador Dalí al museo local de historia y artes. Pero como siempre ocurre con Piterman, había truco. Empezó a cobrar entrada -a 25 dólares cada una- y formalizó una empresa para, entre otros cometidos, gestionar estos ingresos. Cada mes, esta modesta pinacoteca suele recibir cerca de 2.000 visitantes.
Poco le duró la alegría. En agosto de 2018, la Fundación Gala-Dalí le demandó por «violar los derechos de autor y competencia desleal». Tardó un año en ceder. «El acuerdo consistió en autorizarle unos determinados usos del nombre de Dalí en la marca, logo en los distintos soportes, web... y por tanto, también limitarlos», cuentan desde la institución que controla el patrimonio del pintor. El museo de Piterman jamás ha figurado en el circuito oficial dedicado al genio de Figueras.Entre el personal entonces contratado en esa exposición figuraba una conocida comunicadora de la Costa Oeste llamada Katrina R., que además era entonces su pareja ya que en 2013 se divorció de Milanendra. Esta nueva relación amorosa acabó de forma abrupta y con la periodista fuera de su cortijo de Monterey. Ésta le denunció a la Corte Superior de California por «catorce cargos». Los más relevantes eran «acoso sexual y laboral».
Debra Bogaards ejerció la acusación particular en aquel pleito. «Presentamos y fundamentamos cargos muy graves como acoso sexual y laboral», rememora desde San Francisco. Como suele ocurrir en Estados Unidos cuando los litigantes manejan dinero, Piterman esquivó la vista oral a golpe de talonario. «En junio de aquel mismo año alcanzamos un acuerdo extrajudicial y confidencial, por lo que no puedo dar detalles», sella Bogaards.
Mientras los abogados negociaban la compensación a Katrina, Dmitry se casó con Rebecca en su Odessa natal. Giraron de luna de miel por Croacia, Italia y Francia. A su regreso a casa, su particular castillo de naipes sufrió un nuevo golpe. «Debido al cobro de entradas, la Junta de Evaluación de Apelaciones de Impuestos de Monterey le llevó a juicio y le exigió el pago de impuestos por tener estos ingresos adicionales», desvelan desde este municipio californiano. De un dólar anual pasaron a exigirle 42.000. Piterman desapareció... para reaparecer a finales del año pasado en Rancho Santa Fe, la décima área más cara de Estados Unidos, donde ha dado de alta una empresa nueva.
Mientras el Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria logró tomar declaración a Piterman –por videoconferencia– y tiene localizado a Nereo –en Cantabria–, nada se sabe del paradero de la tercera investigada. Milanendra Vikramsing es como un fantasma para la Justicia española. Con una orden de busca y captura internacional vigente, desde 2017 no se ha movido de Estados Unidos. Según ha averiguado EL CORREO, ya divorciada de Dmitry tras un litigio de nueve años, se hace llamar Milan Kaur. Reside en el área de Oakland. Lo más llamativo es que, entre marzo de 2012 y el 1 de julio de 2021, formó parte de la junta internacional de la universidad de Berkeley. Este elitista órgano asesora al alumnado extranjero y goza de gran prestigio. Para ingresar en él ayuda bastante hacer donaciones. Milan las cumplimenta cada año. Entre 250 y 5.000 dólares.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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