Borrar
Reuters | Miguel Vidal
«No nos estamos jugando el pan»

«No nos estamos jugando el pan»

La sincera carta de un futbolista de 14 años del Bezana, en la que relata los continuos menosprecios que sufren cada jornada árbitros y jugadores, se populariza en las redes sociales: «Pido conciencia y respeto, por favor»

Rafa Torre Poo

Santander

Sábado, 17 de noviembre 2018, 08:14

Los niños lo copian todo. Los futbolistas de élite son espejos en los que se miran. Iconos a los que parecerse. Lucen las camisetas con el número de sus ídolos, se peinan como ellos y gesticulan con mimetismo cuando marcan un gol. Absorben lo bueno y lo malo. Pero esta práctica no es exclusiva de ellos. La ha adoptado su entorno -familiares, entrenadores y público en general-. En Cantabria se disputan 440 partidos de fútbol cada fin de semana que arbitran entre 336 colegiados. El nivel de incidencias «no llega ni al uno por ciento», asegura Adolfo Vázquez, presidente del Comité Cántabro de Árbitros.

Pablo García Gurría juega en el equipo infantil del Bezana y escribió un sencillo texto de protesta que envió a la sección de cartas al director de este periódico el pasado 30 de octubre. El documento ha reabierto el debate sobre la agresividad verbal que se respira en la base del balompié regional.

«La carta nos tiene que hacer recapacitar sobre lo que está pasando», admite Loren Manchado, que vive su decimonovena temporada como entrenador en categorías inferiores. El insulto se ha normalizado dentro de los estadios de Primera y ha ido descendiendo peldaño a peldaño. «Todo se traslada -añade -. El 'resultadismo', una competitividad ultraexagerada para esas edades, los individualismos... Y claro, perdemos el norte. Se nos olvida que son chavales en periodo de formación y que juegan para divertirse. Del fútbol profesional sólo debería copiarse lo bueno».

Uno de los argumentos que más ha llamado la atención de la carta de Pablo ha sido la petición de respeto hacia los árbitros. «Me encanta que un chaval de catorce años se exprese de esta manera y ponga criterio», afirma Adolfo Vázquez, el jefe de los trencillas. «Los futbolistas están cada vez mejor formados y se les educa en el respeto», añade Manchado. «Este año no se ha registrado ninguna agresión hacia nosotros y el pasado sólo hubo una entre padres», desvela Vázquez.

Esto no implica que no exista violencia verbal. Pero hallar una solución para desterrarla se antoja complicado. «Quizás los árbitros tendrían que plantarse e irse del campo cada vez que reciben insultos», plantea Manchado. «La mayoría salen tan concentrados que ni oyen», se justifica Vázquez, que cuenta cómo al «99,9% de los que se acercan al colegio les acaba gustando arbitrar y se quedan».

Pero la tensión en un campo de fútbol funciona como una veleta. No siempre apunta al colegiado. En multitud de ocasiones viene de la grada directa a los entrenadores. «Un padre me amenazó en Salamanca. Me dijo que trabajaba en la Seguridad Social y que iba a mandar una inspección al bar de mis padres si su hijo no jugaba», relata Manchado. «Tras hablarlo con la directiva, le puse un partido de titular a pesar de que no acudía a entrenar con regularidad, lo hizo aceptablemente bien, marcó el gol de la victoria de penalti y al día siguiente dejó el fútbol. Al chico no le gustaba. Jugaba por la presión que tenía en casa», añade.

Otras veces es el propio técnico, encargado de dar ejemplo, el que destapa la caja de los truenos. «Son pseudoentrenadores que no entienden que los chavales están en una edad de formación y que tienen que venir a jugar para divertirse», se lamenta el responsable del estamento arbitral. «Los padres deben informarse de con quién dejan a sus hijos. Deberíamos hacer lo mismo que cuando buscamos el mejor colegio, los mejores profesores o la academia de idiomas más adecuada», concluye Manchado.

«Tampoco nos estamos jugando el pan», es la reflexión con la que despide su misiva el infantil del Bezana.

Carta publicada el 30 de octubre

Problemas en los campos de fútbol

Hola, me llamo Pablo, tengo 14 años. Vengo a proponeros una necesidad que se debe respetar en todos los campos de fútbol, en mi opinión. Estoy federado y juego en un equipo que compite en la liga cántabra. La razón por la que estoy escribiendo esto es debida a las faltas de respeto y desánimos que se producen en los céspedes de Cantabria que no son para nada agradables. Estos menosprecios casi siempre se dirigen hacia los árbitros. Son debidos a las decisiones a favor o en contra. Pero el árbitro va a arbitrar porque le gusta, y es su afición. Por otro lado, las faltas de respeto a los jugadores, (nosotros). Para demostrarlo, pondré un ejemplo. El otro día, jugando, yo cometí una falta sin ninguna intención, pido disculpas al jugador. Más tarde alguien se abalanzó y gritó: «¡Ese chaval tiene que jugar al rugby que placa muy bien!». Esto no es normal, ya que somos unos chavales que solamente nos gusta jugar al fútbol y hacer deporte. Nada más. Tampoco nos estamos jugando en estas categorías el pan. Pido conciencia y respeto, por favor.

Firmado: Pablo García Gurría

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «No nos estamos jugando el pan»