Borrar
Emilio Amavisca, uno de los mejores jugadores que ha dado Cantabria en toda su historia. DM .
«Sacaba buenas notas sin estudiar»
Fútbol

«Sacaba buenas notas sin estudiar»

Emilio Amavisca comenzó en el Laredo cuando crearon el equipo de categoría alevín y esa temporada quedó campeón de Cantabria | Llegó a ganar todo con el Real Madrid y a ser uno de los mejores jugadores de fútbol que ha dado Cantabria

Adela Sanz

Santander

Miércoles, 18 de abril 2018, 07:24

La Salvé de Laredo fue el primer lugar en el que se pudieron cantar los goles de Emilio Amavisca (Laredo, 1971). A nadie le extrañó su afición, porque su «padre fue jugador de fútbol profesional y tenía el deporte en casa», explica. La unión entre el delantero y el balón queda patente solo con ver el album de fotos del pejino: «todas las fotos que tengo de niño eran con las botas de fútbol y un balón». El esférico era su pasión pero el joven Amavisca pasó por muchos deportes. «Lo bueno de aquellos años era que se practicaba de todo. Hice atletismo, voleibol, balonmano y baloncesto. En Laredo iba practicando todos los deportes, pero tenía claro que lo que me gustaba era el fútbol», recuerda sobre sus primeros años. No se le daba mal ninguno y «cada entrenador me quería llevar a su terreno. También es cierto que a todos los futbolistas se les dan bien la mayoría de los deportes».

Su primer equipo fue el Club Deportivo Laredo. Ingresó en alevines el año en el que la entidad de la villa marinera creó un equipo en esa categoría. Amavisca ingresó como alevín de segundo año después de superar el proceso de selección. «Hasta ese momento había una liga en la playa Salvé y jugábamos todos allí. Cuando nos enteramos de que iban a formar equipo fuimos todos a intentarlo. Hice las pruebas y entré al equipo». Esa temporada «fuimos campeones de Cantabria. Era la primera vez que el Laredo conseguía algo así y todavía no se ha repetido. El nuestro fue el único hasta ahora», recuerda sobre su desembarco en el fútbol campo.

Amavisca, en su etapa con el Laredo. DM .

El interior izquierdo siempre jugó en la línea de ataque de todos los equipos que fueron engalanando su trayectoria. «Era rápido y tenia gol, así que la decisión era clara. Siempre me mandaban para arriba», explica sobre su puesto. Amavisca reconoce que se acuerda «mucho más de esa época que luego de profesional. Estabas en tu primer equipo con tus amigos, compartías vestuario...fue un impacto muy grande y cuando nos juntamos todavía nos reímos de las bromas y de los chascarrillos de aquellas temporadas». Desde aquella época todo ha cambiado mucho, y no solo porque diera el salto al profesionalismo. «Entrábamos dos o tres equipos en el mismo vestuario y el agua era fría para todos. Ahora los niños tienen tantas cosas que no saben valorarlo».

Se forjó como futbolista en el Laredo y continuó en el club rojillo hasta que concluyó su etapa como juvenil -«Ya jugué los últimos partido con el de Tercera»-, y no tenía dudas: «Yo siempre quise jugar al fútbol». Pero su dedicación al deporte rey estaba condicionada: «Mi padre siempre me decía que si quería jugar tenía que sacar los estudios». El pejino no era mal estudiante, «sacaba buenas notas, pero lo hacía sin estudiar y luego cuando tocó ponerse a ello me dio algún problema».

No fue consciente de que había llegado a convertirse en ese futbolista que quería desde pequeño «hasta que fui a Valladolid. Cuando estaba en Laredo y juegas con los mayores estaba contento, pero al llegar allí y hacer la pretemporada con esos tíos hechos y derechos me di cuenta de que todo iba en serio».

En ese momento «sientes una gran satisfacción pero en el mundo del deporte, en general, y del fútbol, en particular, todo pasa demasiado rápido», confiesa. En el caso del delantero, «no lo veo sólo como un deporte sino como una experiencia de vida. Todo lo que te pasa en la vida lo tienes en el fútbol. Hay que cooperar, hay que tener mucho amor propio, mucha dedicación y mucha disciplina».

Campeón de Europa con el Real Madrid en 1998 y campeón de la Copa Intercontinental en 1999, el ex jugador, que también ganó dos Ligas de blanco -la de Valdano y la de Capello-, es recordado también por ser el autor del último gol del Real Madrid al Barcelona en el 5-0 de 1995 y por formar parte de ese equipo que ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Su consejo para las próximas generaciones es toda una píldora de sabiduría: «Si de verdad quieren ser futbolistas que lo sean. Hay muy pocos, pero que se dediquen a ello y que no dejen de lado nunca los estudios».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «Sacaba buenas notas sin estudiar»