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Hay pocas maneras mejores de empezar a trabajar con una selección nacional que ganando una competición internacional. Si ese colectivo es la Selección Española de fútbol femenino y el trofeo conquistado es el Mundial, entonces se puede decir que se trata del inicio perfecto. Ese ... el caso del nutricionista cántabro Gonzalo Garea (Reinosa, 1980), quien, tras una larga trayectoria en el ámbito de la nutrición en el fútbol profesional –ha trabajado para el Athletic de Bilbao, el Oviedo y la Ponferradina, entre otros– ha acompañado a la combinado nacional durante el Mundial celebrado en Australia y Nueva Zelanda, estrenando el cargo de nutricionista en la Selección. Además, el campurriano viajó antes con el equipo Sub-21 al Europeo, donde perdieron la final contra Inglaterra, con lo que la victoria del equipo femenino supuso también desquitarse del disgusto. Garea, que tomó las riendas de la alimentación del equipo para afrontar directamente la fase final del Mundial y que declinó pronunciarse sobre la polémica del caso Rubiales, ha vivido dos meses y medio de una gran intensidad que han terminado marcando de rojo la Historia.
–Se estrena en el cargo de nutricionista de la Selección y ganamos el Mundial. ¿Cómo ha vivido este histórico momento?
–Ha sido un verano largo, porque antes del Mundial femenino estuve en el Europeo Sub-21 masculino. Cogí un vuelo nada más perder la final para ir al Mundial. Da la casualidad de que perdimos precisamente contra Inglaterra, así que ha sido como la revancha. Empecé en la Selección en junio y con el Mundial, que no es lo habitual. Las circunstancias han sido así y la verdad que ha ido muy bien pese a surgir todo de repente. Ha sido una experiencia intensa pero única e irrepetible que me llevo para siempre, y con el final que ha tenido no podemos pedir más.
–¿Cómo ha llegado un cántabro a ocupar un cargo tan destacado?
–El mundo de la nutrición, y más concretamente de la nutrición deportiva, es relativamente nuevo. En el caso de la enfocada al fútbol, es un campo en el que prácticamente nos conocemos todos. Llevo años especializado en equipos de fútbol y he estado en varios clubes, el Sestao, el Arenas, el Tudelano… He estado cuatro años con la Ponferradina en Segunda División y ahora estaba en el Oviedo. También estuve en el Athletic de Bilbao llevando toda la cantera y el equipo femenino. A lo largo de esa trayectoria he conocido a mucha gente de este mundo y un día a través de contactos te llaman y te dicen que si te interesa el tema de la Selección.
–Y le interesó...
–Claro. Era empezar con la Sub-21 y después seguir con las chicas, dos meses y medio de trabajo si llegaban a la final, como hicieron. Parecía muy complicado pero al final paso a paso llegamos. Siempre quieres ganar, pero es tan difícil que no lo dábamos por hecho.
–Fue una propuesta tan atractiva como exigente. ¿Qué retos ha supuesto para usted?
–Sí, es un reto que requiere de mucha preparación previa. En el caso del Europeo fue más sencillo porque cambiamos menos de sede, pero en el Mundial hemos tenido 17 cambios de hotel. En la expedición éramos en total cerca de 60 personas, y mover toda esa gente y preparar las comidas que hayas diseñado y además adaptarlas a las circunstancias de cada lugar es algo complicado. Por ejemplo, las materias primas no eran las mismas, podíamos haber puesto merluza y no haber ni merluza ni bacalao ni nada que se le pareciese. Al final nosotros tenemos que intentar que todas las jugadoras coman y que noten el menor cambio posible respecto a lo que están acostumbradas aquí.
–Con una logística tan complicada habrán tenido que planificar todo mucho.
–Sí, y a eso se sumaron las circunstancias de tener que comer muchas veces sobre la marcha, de afrontar los desplazamientos y preparar las comidas para aviones, para autobuses… Es mucho trabajo junto al cocinero, que tuvo que adelantarse el día antes al hotel al que íbamos a cambiar. Llamaba desde allí e igual te decía que no había algo que habíamos planteado o que algunas cosas de la lista que habíamos enviado no las habían comprado, y teníamos que buscar soluciones. Era como estar de guardia todo el día, 24 horas seguidas para que todo funcionase durante dos meses y medio. Hemos estado en vilo constantemente.
–Y todo pese a la estricta planificación que conllevan este tipo de competiciones, ¿no?
–Teníamos unas fechas y sabíamos cuándo se jugaban los partidos y los viajes que íbamos a tener que hacer porque estaba todo superorganizado. Pero luego siempre hay cambios o suceden cosas. Una de las que nos han ocurrido es que los hoteles y los campos de entrenamiento los contrata la FIFA, y dos veces hemos viajado a un hotel y después de dormir y desayunar nos hemos tenido que cambiar porque en función de quién ganase los partidos y de qué hotel quedase libre se organizaba de una u otra manera. También hemos acabado un partido sin saber dónde íbamos a estar al día siguiente porque dependía del resultado de otro encuentro. Esos cambios, de cara a la organización de la expedición, desde los utilleros hasta lo que son comidas y suplementación, eran bastante complejos. Además de ser mucho trabajo añadía bastante tensión. Por eso una de las claves han sido los preparativos, el intentar ir siempre por delante de lo que fuese a hacer falta o de lo que pudiese surgir.
–Diecisiete cambios de hotel son muchos. ¿Cómo afrontaron tantos desplazamientos?
–En Nueva Zelanda las carreteras no son como aquí y muchos trayectos había que hacerlo en avión, donde el transporte siempre está más condicionado. Yo viajaba con dos baúles metálicos con todo y siempre me llevaba alguna bronca por el peso, así que tenía que repartir vitaminas y otras cosas por las mochilas y maletas de todo el mundo para reducirlo, pero luego, después de llegar a todo correr al hotel, me tocaba andar buscando y recuperando todo (risas). Era un reto tras otro y siempre a contrarreloj.
–¿Cómo ha diseñado la estrategia de cara a la competición? ¿Cuáles son las principales características de la alimentación planteada para la Selección Femenina?
–En un equipo como la Selección, con el presupuesto que se mueve, esa parte es sencilla porque tienes acceso a todo y puedes hacer los menús que quieras. Uno de los mayores problemas era la logística, porque no tienes los mismos alimentos en España que en Nueva Zelanda. Las carnes eran bastante buenas y similares, pero los pescados varían bastante y no eran del gusto de todos, nos costaba un poco. Especialmente porque los deportistas de élite están acostumbrados a comer siempre parecido, cosas muy familiares, y para facilitar que hubiese propuestas del gusto de todos hemos variado un montón. La idea era que las jugadoras pudieran elegir. Yo iba asesorando pero eran las jugadoras las que definían su menú dentro de todo lo que había. Por eso solo para ensaladas había 47 ingredientes. Luego siempre había alguna carne, algún pescado, dos tipos de verdura, algún postre como tal o frutas picadas o enteras, frutos secos...
–¿Cuáles eran sus objetivos fundamentales?
–Nuestro gran objetivo ha sido la recuperación, que las jugadoras se recuperaran lo antes y lo mejor posible de los esfuerzos. Son profesionales y saben más o menos lo que tienen que comer y qué carga de energía necesitan, pero lo que nos tocaba a nosotros es que recuperasen cuanto antes. En esos casos hemos preparado picnics individualizados para después de los partidos en los desplazamientos, bien en autobús o en avión. Pasábamos una encuesta con varias opciones equilibradas para fomentar la recuperación y cuando teníamos las respuestas nos poníamos a trabajar para organizarlo todo, desde encontrar la materia prima hasta su preparación.
–¿Cómo consiguieron ese objetivo?
–Además de buscar que en esos dos meses comiesen bien y variado, cumpliendo los requisitos de nutrientes, proteínas, vitaminas y demás, la clave era la recuperación. El cuerpo tarda de media cinco días en recuperarse del esfuerzo de un partido. Cuando no había suficientes días nuestro objetivo era que el descenso de rendimiento fuera el menor posible. Haciéndolo bien siempre se consigue que ese bajón sea más leve. Para ellos los requisitos era aportar la energía suficiente en forma de hidratos de carbono, con pastas, arroces, patatas, boniatos y yucas, y asegurar ingestas proteicas suficientes para sintetizar masa muscular que se puede perder por los esfuerzos. Y luego muchos micronutrientes, magnesio, calcio, vitaminas de todo tipo y demás. Para eso intentamos que incluyeran la mayor cantidad de fruta y verdura. Y también dimos una suplementación a parte, claro.
–Ajustarse a tantas jugadoras, que tendrían dinámicas diferentes, también debe de haber sido complicado.
–Sí, para eso hemos hecho consenso con lo que cada jugadora acostumbra a tomar en su club y en general hemos mantenido esas dinámicas y añadido cosas que creíamos que podían ser interesantes para un campeonato así. En las comidas, que eran desayuno, media mañana, comida, merienda y cena, cada una tenía lo suyo específicamente. A parte de la comida, que va un poco sobre la marcha, después cada una funcionaba de acuerdo a sus criterios. Unas estaban acostumbradas a pesar los alimentos y otras iban más a ojo, pero todas cumplían sus dinámicas. Yo organizaba todo desde un excel, en el que revisaba cada caso en función de la comida que fuese, y así hemos funcionado.
–¿Cómo afrontaron el hecho de tratarse de una competición tan exigente y que se alargó tanto?
–Sí, más allá del planteamiento general también nos hemos tenido que adaptar a los cambios que han ido surgiendo a medida que avanzaba el Mundial. Si llegaba alguna jugadora que se sentía un poco cansada le preparábamos algo. Milagros no hay pero se intenta aportar, sea más o menos efectivo. En ese sentido, a nivel psicológico también es importante que sientan ese respaldo.
–¿En qué medida les ha afectado la dinámica de juego establecida por el seleccionador?
–En ese sentido hemos tenido la ventaja de que en el equipo ha habido muchos cambios, han variado bastantes jugadoras y se ha repartido el esfuerzo. El cuerpo técnico ha dado mucha importancia a la preparación física y al principio metieron unos entrenamientos bestiales, pero después, respecto a otras selecciones se han rotado mucho más las jugadoras. Las selecciones de los dos últimos partidos, por ejemplo, Suecia e Inglaterra, han jugado prácticamente con el mismo once todo el campeonato. Eso al final va lastrando la chispa de las jugadoras, que en una competición así es fundamental porque esa chispa muchas veces es la que marca las diferencias en una carrera o un regate y con eso se decantan los partidos.
–¿Han tenido por ello que plantear enfoques más personalizados?
–Sí, nos hemos ido adaptando en función de las que más jugaban y estaban más cansadas o las que tenían algún golpe, sobrecargas o similar. Es algo que es normal en cualquier equipo, en función de las fases de la temporada o las lesiones. Cuando una jugadora ha jugado todo el partido tanto la preparadora física como yo estamos mucho más encima y en mi caso estoy pendiente esos dos días de que coma lo que tienen que comer.
–¿Cómo afrontaba las horas de las comidas?
–En mi caso nunca como a la vez que el resto, estoy allí de pie entre las mesas para recomendar o asesorar a las jugadoras. También nos encargamos de cosas más cotidianas como una carne que esté poco hecha o algo que se haya acabado. En mi caso estoy pendiente para recomendar si se tienen que echar un poco más de lo que sea o si alguien ha comido varios días lo mismo para que cambie un poco. La alimentación en la Selección es algo que va adaptado y personalizado al extremo.
–Su estreno ha provocado muchas preguntas y expectativas. ¿Cuáles eran esas dudas? ¿Cómo le recibieron las jugadoras?
–Sí. Cuando llegué el primer día era la novedad y esos primeros momentos me cosieron a preguntas. Yo les decía que no liaran lo que leían en internet con lo que ellas tenían que hacer, porque no es lo mismo la nutrición en general que la que requiere un deportista de élite. Hubo muchas preguntas hasta el último día. También hemos hecho formaciones para fomentar una cultura general sobre este tema, y en el futuro haremos más. Al final se agradece tener unos conocimientos que permitan saber por qué se hacen las cosas de una determinada manera. Aunque sea un mundo de élite, nos hemos encontrado con casos en los que toman cosas porque las toman otras compañeras, pero sin saber para qué.
–Más allá del aspecto nutricional, la relación humana y profesional también habrá tenido un peso importante, entiendo.
–Un aspecto esencial para un nutricionista, más allá de los conocimientos de nutrición, es el manejo de la psicología y de lo social. Es la mitad del éxito en el trabajo. Hay que saber cuándo dices las cosas, para qué, a quién y cómo lo haces para llevarles a tu terreno. Igual alguien tiene que tomarse algo que solo existe en formato pastilla pero a la jugadora no le gustan las pastillas. En ese caso no sirve hablar de estudios e informes, hay que ser lo suficientemente hábil para que confíen en ti y hagan lo que propones
–¿A qué condicionantes se han enfrentado en ese sentido?
–La Selección tiene la complicación de que durante la competición las jugadoras están «de prestado» de sus clubes y hay que tener cuidado con lo que intentas inculcar. No puede llegar y cambiar por completo las rutinas habituales que llevan en sus equipos. Hay que tener cuidado con cada cambio y tener muy en cuenta lo que vienen haciendo hasta entonces. En este caso incides menos en la composición corporal, y la que viene más pasada de grasa intentas que no coja más, pero ese no es tu negocio porque no hay tiempo para cambiar eso. Pero hay muchas cosas que sí dependen de ti y ahí actuamos como el policía bueno y el malo, eres el que les riñe y el que les aconseja.
–¿Encontrar ese equilibrio ha sido difícil?
–Sí, ahí está lo difícil de la gestión, porque saben que eres el que les mete caña pero también el que quiere que le hagan caso con sus planteamientos. Ahí es cuando es importante la psicología y hay que saber leer los momentos y los estados anímicos, porque la que no juega está enfadada, la que sí juega igual no tiene un buen día. Y en las chicas además hay un factor muy condicionante en todo que es el de los cambios hormonales, tanto para la comida como para entrenar o recuperar. En general es muy intenso pero también muy divertido, no supone un problema, me lo he pasado muy bien y desde el primer día hemos congeniado.
–Una vez finalizado el campeonato, ¿cómo fue la respuesta del equipo con usted?
–Las jugadoras querían que me fuera a Ibiza con ellas. Yo les dije que llevaba dos meses y medio fuera de casa y que tengo dos niñas y esposa, que cómo me iba a ir a Ibiza (risas). Hemos tenido muy buen ambiente. El último día me dijeron que por fin podían comer, y yo les dije que siempre podían comer lo que quisieran, pero que otra cosa era si les interesaba para rendir más o menos. Les expliqué que no les había prohibido nada, sino que lo único que había buscado era conseguir el objetivo que teníamos, y que para conseguirlo todos teníamos que hacer nuestro esfuerzo.
–¿Hubo algún cado de picaresca?
–No, se han portado muy bien, aunque sí que hubo anécdotas divertidas. Con los dulces, por ejemplo, siempre andaban mirando de reojo para ver si estaba yo por allí viendo qué cogían, cuando en realidad si estaban allí era para que los cogieran. Otra cosa era que no se comieran veinticinco postres, pero se han portado muy bien. Podía poner lo más parecido a un 'brownie' pero sin que fuese una porquería y que tuviese las cosas que más las beneficiaban, por ejemplo. Y eso en una dinámica continua porque han sido dos meses, no como cuando están en sus equipos y luego se van a casa y hacen lo que quieren. Al final, entre unas cosas y otras solo he dormido de media cinco o seis horas.
–Algún capricho les habrá permitido, ¿no?
–La dinámica que hemos planteado es que tras cada partido había algún mediodía libre o podían dormir fuera, y en la concentración siempre había alguna cosa fuera de lo habitual para que no se cansarán. En la nutrición siempre influye mucho el factor psicológico. Puedes apretar mucho pero tienes que tener en cuenta que están muchos días seguidos y que la cabeza aguanta lo que aguanta. Si algún día en la concentración o con sus familiares caía algo de tortilla, un refresco o un helado pues también estaba bien, siempre y cuando no fuese en un momento que influyese negativamente en el rendimiento.
–Atendiendo a la alimentación en la sociedad en general, ¿que hay que tener en cuenta para llevar una buena alimentación?
–En este caso también influye mucho la psicología, no solo en los deportistas de élite sino también a nivel particular. Cuando alguien quiere adelgazar o tiene alguna patología la psicología tiene un peso bestial sobre la nutrición. Nadie está gordo porque quiere y hay aspectos del día a día que influyen muchísimo en las decisiones que tomamos para alimentarnos. De forma indirecta nuestro cerebro trabaja constantemente por libre e influye un montón. Por eso llevar las cosas hasta la extenuación puede ser algo que haya gente que aguante, pero van a ser los menos y el resto los pierdes de una forma u otra.
–¿Qué nota pondría a nivel general?
–No se puede poner una nota general porque cada caso es único, pero a lo largo de mi trayectoria con todos los equipos me he dado cuenta de que en la alimentación, como en el deporte, casi todo el mundo es igual. Hay dos clases: las personas que se preocupan y que cada vez se preocupan más, gente que cada vez quiere estar más sana y en mejor estado físico, y que entienden que el camino es entrenar, comer bien, evitar enfermedades y demás. Y después hay otro grupo que es casi todo lo contrario. Y casi no hay clase media.
–¿Qué recomendaciones haría para llevar una buena alimentación?
–Las recomendaciones básicas que suelo hacer en mi consulta de Santander (Garea gestiona el Nut & Fit Wellness Center, ubicado en la calle Cádiz) pasan por evitar los alimentos procesados, los malos como son las lasañas, las pizzas congeladas y todo lo que venga medio hecho, porque la leche también está procesada pero es mucho más sana. Es un tema con el que hay que tener cuidado porque hay mucho engaño, por ejemplo con alimentos veganos que ahora están tan de moda pero que pueden ser ultraprocesados y tener grasas añadidas. Un salchichón vegano es peor que uno de Salamanca, porque tiene muchas peores grasas y añadidos que el original.
–¿Qué otros factores hay que tener en cuenta a la hora de definir una alimentación adecuada?
–Otro tema importante es que es algo que varía mucho dependiendo de la edad de cada persona. Si eso influye mucho en el deporte también lo hace en la nutrición y la alimentación. Por eso hay que garantizar una ingesta proteica suficiente que variará en función de la fase vital. También hay que incluir muchos colores, es decir, muchas verduras, muchas frutas, que es fundamental porque nos aporta los micronutrientes que influyen en todos los mecanismos fisiológicos de nuestro cuerpo. Eso de que la fruta engorda… nada. Eso no es lo que engorda y nunca va a ser el problema. Ya tenemos frutas y verduras, tenemos las proteínas que nos aportan la carne, el pescado y los huevos.
–¿Un caso práctico?
–Si alguien con una rutina sedentaria desayuna dos tostadas con mermelada, se toma el pincho de rigor para almorzar, en casa come un arroz a la cubana y toma fruta, que también tiene azúcares y es energía, y para cenar con su familia toma una pizza… entonces ha comido como un tío que va a correr el Tour de Francia pero al final del día ha estado sentado muchas horas y en total ha dado 2.000 pasos. Habrá metido mucha energía para la que realmente utiliza. Y eso son rutinas porque cada mañana va a tender a hacer lo mismo. Son inercias que condicionan mucho. Uno no se pone gordo por comer pasta un día, sino por acumulación. De hecho hacer que los hidratos se conviertan en grasa también cuesta, es un proceso laborioso. Al final en muchos casos lo que ocurre es que comemos demasiado para lo que nos movemos habitualmente.
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